Se espera ejemplar castigo

Siempre se aconseja a los jóvenes estudiar como la mejor manera de labrarse un porvenir. Nadie duda –o no se debería dudar– de que los estudios universitarios son la base de una ciudadanía pujante en lo material, intelectual y ético; que los títulos académicos son garantías para el desarrollo de un país mediante el trabajo y la honestidad.

Cargando...

Llegar a la universidad es el sueño de los jóvenes sanamente ambiciosos porque en ella encontrarán los maestros que habrán de guiarles hacia el futuro; en ella se pondrán en contacto con las herramientas que moldearán su personalidad. Se piensa que en las aulas universitarias está el alma de la nación porque de ellas han de salir quienes tendrán en sus manos el destino patrio. Cada año hay miles de estudiantes deseosos de beber de la sabiduría que los profesores han de ofrecerles con sus enseñanzas y su ejemplo. Un profesor universitario irradia luz. Da claridad al alma de los educandos.

Viene de lejos la idea de que la universidad es el centro de la civilización porque ella contiene a los hombres y las mujeres que iluminaron sus mentes para guiar a los demás. Pues bien, la Universidad Nacional (UNA) es exactamente al revés de la idea que se tiene de una casa de estudios como ejemplo ético. Estamos asistiendo a la más devastadora realidad que llena de vergüenza al país. Encabezado por el mismo rector, Froilán Peralta, seguido por los decanos, profesores y muchos funcionarios administrativos, hicieron de la UNA un vasto cementerio donde están sepultadas la honradez y la decencia. Y sobre esta tumba solo florecen la codicia sin límites de unos personajes sórdidos y la inmensa frustración del país.

Quienes dispusieron a su antojo del dinero público para llenar el Rectorado y las Facultades de parientes, amigos, correligionarios, están cargados de títulos académicos. Quienes hundieron a la Universidad Nacional en la mugre no son analfabetos. Precisamente por ello es doblemente delictivo lo que fueron capaces de hacer. ¿Tantos estudios para sumir en el desprestigio a la más importante y antigua Universidad del país?

Si algo conocemos –nunca se conocerá del todo– de la corrupción en las Facultades de la UNA, es mediante el sacrificio de una inmensa cantidad de estudiantes que no dudaron en resguardar con su presencia los documentos que intentaron robar. Muchos de éstos, seguramente, serían las pruebas de una administración desastrosa.

No toda la corrupción conocida hoy se ha dado bajo el reinado de Froilán Peralta. Ya se había denunciado con insistencia, pero con resultados muy modestos, a la Universidad de Villarrica y a la Universidad de Pilar, otros de los ejemplos de unos manejos contaminados por la corrupción.

Cómo es posible que se haya podido mantener en silencio, por demasiado tiempo, una situación que nos habla de profesores con millonarios sueldos sin dar clases; de empleados administrativos con rubros de catedráticos sin ejercer ni lo uno ni lo otro, o solo uno de ellos, pero con salarios millonarios.

Ahora solo queda esperar que los universitarios no bajen la guardia en el custodio de los documentos, y que fiscales y jueces hagan su tarea de tal forma que la ciudadanía les aplauda.

El daño causado a la Universidad Nacional solo podría repararse con el castigo ejemplar de los delincuentes.

alcibiades@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...