Un arma de doble filo

Los medios periodísticos nacionales coincidieron la semana pasada en resaltar lo que muchos consideran una de las noticias más positivas de los últimos tiempos en materia económica: la aparición del nombre de Paraguay en el mercado mundial, nada más y nada menos que en la capital financiera del planeta: Nueva York.

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No es para menos. Por primera vez nuestro país emitió los denominados “Bonos soberanos” y los ofertó en Wall Street, desatando una gran expectativa en inversionistas extranjeros y logrando colocar sus papeles a la tasa de interés más baja que haya alcanzado alguna nación en su estreno.

Se denominan bonos soberanos porque no se le exige al emisor otra garantía más que su nombre, su prestigio, su historia para convencer a los inversionistas. En otras palabras, no es necesario, por ejemplo, que las reservas monetarias internacionales sean usadas como garantía para obtener este crédito en el mercado internacional.

Con esta operación, impulsada principalmente por el ministro de Hacienda Manuel Ferreira Brusquetti, el Paraguay ha conseguido 500 millones de dólares de crédito, a una tasa de interés de 4,625%, a ser devueltos en un plazo de 10 años. A modo de comparación vale la pena destacar que a finales del año pasado, Bolivia consiguió colocar bonos por un monto similar a una tasa de 4,8%, pero con un detalle importante: estos papeles fueron adquiridos por fondos de pensiones bolivianos. En el caso paraguayo, hay que destacarlo, el 97% de los bonos fueron tomados por inversionistas de los Estados Unidos.

Otro detalle importante: Paraguay ofreció bonos por US$ 500 millones y recibió propuestas por US$ 5.573 millones, o sea, 11 veces más de lo que ofertaba al mercado internacional. Algunos se preguntarán, ¿por qué nuestro país ha despertado un gran interés en el mercado internacional? Aquí tenemos que ir por parte.

En primer término, hay que ser sinceros: la crisis europea y norteamericana ha permitido que grandes capitales en el mundo estén buscando dónde dirigirse y han fijado sus ojos en países emergentes. Pero, además de esto, Paraguay tiene una de las monedas más antiguas de esta parte del continente, que nunca fue cambiada; nuestro país no ha soportado una hiperinflación, como muchos vecinos; ha demostrado una fama de buen pagador de sus créditos en decenas de años y los grandes números de la economía se han mantenido estables en la última década. Hay que sumar a esto dos detalles que resultan atractivos a los inversores: el país posee una gran población joven (lo que se denomina bono demográfico) y necesita urgente de inversiones en infraestructura. En este último caso, lo que para nosotros es un problema, para los capitalistas es una gran oportunidad.

Los impulsores de estos bonos consideran que esta operación abre las puertas al país para financiarse por montos mucho más importantes para paliar su déficit en infraestructura, incluso a tasas más bajas. También abre el camino para que las entidades financieras y empresas paraguayas puedan fondearse a largo plazo en el mercado internacional, a costos razonables. Por fin varias obras viales y de infraestructura dispondrán de fondos para su ejecución. Todo esto hace que desde ahora Paraguay sea monitoreado por las calificadoras de riesgo internacionales y, como consecuencia de ello, en teoría los futuros administradores del Estado deberían tener menos margen de maniobra para displicencias en materia económica,

Hasta aquí todo muy lindo. Pero no hay que perder la perspectiva. Para el Estado se ha abierto un nuevo “grifo”. Estamos hablando de un inicial de US$ 500 millones en manos de un gobierno que tiene pocos meses para retirarse. De dinero que mañana estará disponible en su totalidad en los bolsillos del Estado, en plena etapa de campañas proselitistas con miras a las próximas elecciones presidenciales.

De plata que no enfrenta ningún tipo de condicionamiento para su ejecución, como lo imponen otros organismos financieros internacionales. De otras colocaciones que pueden hacerse incluso por montos muy superiores.

Hay una realidad: la emisión de bonos puede convertirse en un camino de salvación para el país, siempre que el dinero sea bien utilizado, o puede representar el anticipo del infierno si este monto es dilapidado y el mecanismo es prostituido, como lo fue en su momento el famoso “crédito chino”.

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