Una fiesta católica que podrían pagar ateos y evangélicos

Los católicos paraguayos tendrán su fiesta más grande este julio. El papa Francisco ya anunció oficialmente que visitará los tres países más pobres de Sudamérica, para evidenciar su opción por los desfavorecidos y para tratar de contrarrestar el avasallador protagonismo que tiene hoy el evangelismo en la región, que está robando millones de fieles al Vaticano.

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El problema no es ese. Los católicos tienen que resolver su propia emigración. El drama radica en que Paraguay es un Estado laico, consagrado en la Constitución nacional, en su artículo 24, donde se afirma la separación entre religión y Estado. Se estaría violando abiertamente esta normativa. La jerarquía católica local anunció que el costo de la visita papal llegaría a los 10.000 millones de guaraníes. Cifra inferior a la que lanzó hace un par de meses el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, que anunció que solo en refacciones de algunos pocos edificios, se gastarían al menos 20.000 millones de guaraníes.

El dinero estatal también podría ser destinado al pago de estadía de sacerdotes y acompañantes de Jorge Bergoglio, así como materiales audiovisuales. Es decir, los evangélicos, ateos, musulmanes y mormones paraguayos financiarían una parte de la visita de Francisco. Aunque parezca ínfimo el monto a gastarse, por tres días de visita del líder religioso, es exorbitante para un país pobre y corrupto como el nuestro. ¿Los católicos locales no podrían financiar la visita de su jefe espiritual? ¿El MOPC llamó a licitación para el hermoseamiento de los edificios históricos? ¿Quién controlará los gastos públicos por la visita del Pontífice? ¿Cómo se seleccionará el presupuesto? ¿Por qué los no católicos deben pagar por una visita que compete solo a los seguidores de Jesús? El Estado debería encargarse de la seguridad, ya que además de la figura central, habrá miles de visitantes de países limítrofes y el desplazamiento interno también se verá afectado. Pero, el dinero público no puede destinarse a otra cosa.

Es innegable el movimiento económico para esas fechas, de la misma forma que es imperativo impulsar realmente el desarrollo en el país. Con una bendición o gestos de solidaridad por parte del Papa lamentablemente el país no saldrá adelante. La Universidad Nacional de Asunción, principal universidad de Paraguay, invierte en diez años 1 millón de dólares en investigaciones, según su propia Dirección General de Investigación Científica y Tecnológica. Son aproximadamente 5.000 millones de guaraníes. La visita del papa equivaldría a 20 años de inversión en ciencia y tecnología de la UNA. Sería un gasto si el Estado pusiera mucho dinero, además, se estaría violando el Estado laico.

Francisco vendrá a un país en crisis, donde existen miles de niños con desnutrición o estudiando bajo un árbol. Verá un país corrupto, donde los fondos que deben ser destinados a educación van a parar a campañas políticas o bolsillos privados de manera impune. Visitará una sociedad hipócrita, que prefiere escucharlo antes que ocuparse de problemas graves y urgentes, como la falta de insumos hospitalarios o médicos en los centros sanitarios estatales. Vendrá a un Paraguay donde el machismo, la misoginia y la homofobia reinan en medio de tanta doble moral cristiana, donde el aborto está prohibido, a pesar de ser una de las principales causas de muerte en mujeres de todo el territorio nacional.

¿La Iglesia pondrá dinero de su bolsillo? Resulta sorprendente y difícil, ya que su obispado de Alto Paraná y Canindeyú está en quiebra; los pocos seminaristas que hay, estudian gracias al apoyo de los vecinos y realiza una colecta anual para solucionar problemas de déficit. Muchos de sus colegios dependen del dinero estatal para sobrevivir.

Si Francisco tiene una opción por los pobres, si quiere hacer efectiva su filosofía tiene que oponerse a este despilfarro injusto e innecesario que hoy involucra a la Iglesia Católica paraguaya y al Estado nacional. Que venga a solucionar el problema de malversaciones en la Iglesia de Ciudad del Este; a sacudir a sus colabores locales por los casos de pederastia en el seno de la jerarquía católica; que visite el país para motivar a sus fieles a que no dejen las misas para acudir a templos evangélicos, pero que lo haga sin utilizar dinero de todos los paraguayos. Que celebren los católicos a su modo, pero sin violar el Estado laico. Precisamos entender que Paraguay es diverso, que una mayoría no debe imponerse por la fuerza, sin tener razón y que hay que aceptar un país heterogéneo. Además, ya es tiempo de cortar el chorro a una Iglesia que por varias décadas sometió a los paraguayos a la oscuridad de la ignorancia institucionalizada.

equintana@abc.com.py

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