#UnaManoDeAmor

Quienes rondamos las cuatro décadas (y también un poco más y un poco menos) podemos decir que somos hijos del rigor. Me explico: conocemos las zapatillas (chancletas) como algo más que un accesorio del vestir utilizado para no andar descalzos por la vida. En nuestra infancia la veíamos con miedo como si se tratara de un arma letal; para nuestros padres hacía las veces de “correctivo pedagógico” y argumento contundente para imponer sus reglas e ideas que, así las cosas, eran difíciles de contradecir. 

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Ahora de grandes, hasta caemos en el error de matarnos de risa recordando esos episodios en los que la zapatilla nos pasaba rozando a velocidad de un saque de Nadal en cancha rápida o se incrustaban a sangre los patrones del diseño en nuestro “cuarto”. Pero la violencia no es graciosa, mucho menos cuando es hacia una persona menor de edad, indefensa. 

Todo esto viene a cuento de que el viernes llegó a mi escritorio un particular obsequio. Se trata de un llavero pequeño tiene la forma de una de esas zapatillas olvidables de la infancia. De ornamento tiene el emblema tricolor (rojo, blanco y azul) y una inscripción que reza: “Rdo. De mi Niñez” (recuerdo de mi niñez). Sin leer el díptico que lo acompañaba, mi primera reminiscencia fue justamente el ardor que se sentía en la piel cuando -acompañado del sonido característico agudo y seco- hacía contacto violento contra mi infante humanidad. No sabía si reír, sentir indignación o ambos en ese orden o solo lo último. 

Cuando iba a hacer a un lado algo me detuvo en ese papel color naranja: se trataba de una campaña de Global Infancia que apelaba a esos malos recuerdos para, a su vez, recordarnos que si se pueden criar hijos con cariño y respeto y también se pueden imponer pautas sin necesidad de recurrir a los golpes. 

La campaña recuerda que se cumple un año de la promulgación de la Ley 5659, del Buen Trato y nos habla que el 61% de las personas ha sufrido alguna vez algún tipo de maltrato durante su infancia en Paraguay. 

Ni hablar de las violaciones, abusos y muertes que no sé si entran en la estadística de la que habla Global Infancia pero que nos recuerda el estado de vulnerabilidad de esos pequeños seres quienes depositan en los mayores (padres, madres, tíos, hermanos, primos) su confianza y se ven traicionados por hacer uso de esa situación de ventaja para hacerles daño de por vida. 

Ver esa estadística me recordó que no todos han tenido la oportunidad de vivenciar una infancia inocente y feliz lejos de los abusos. Pero sí han tenido la suficiente entereza para superarlos y salir adelante. 

Así que es bien oportuno el mensaje de Global Infancia que dice que la crianza positiva se basa en el amor y no debe estar marcada por ningún tipo de castigo y yo le agregaría abuso y ninguneo familiar. Cuidar y proteger a personas menores de edad está en nuestras manos, así que #DemosUnaManoDeAmor.

mescurra@abc.com.py

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