Sobrevivientes y mensajeros

Un viaje de 1.858 kilómetros entre Concepción y el Chaco paraguayo puede llevar a encontrar valiosos tesoros verdes. Añosos e imponentes árboles que sobreviven al tiempo son mucho más que especies de la flora paraguaya, son mensajeros y agentes sociales que desde sus raíces hasta sus hojas nos cuentan historias.

Árbol samu'u o palo borracho concursante de Los Colosos de la Tierra 2021. Su nombre cientifico es Ceiba chodatii comúnmente y este ejemplar se erige en la comunidad indígena San José Estero, departamento de Boqueron, Chaco Paraguayo, a 6 kilómetros de la frontera con Argentina.
Árbol samu'u o palo borracho concursante de Los Colosos de la Tierra 2021. Su nombre cientifico es Ceiba chodatii comúnmente y este ejemplar se erige en la comunidad indígena San José Estero, departamento de Boqueron, Chaco Paraguayo, a 6 kilómetros de la frontera con Argentina.MARTA ESCURRA

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Una estela de polvo se levanta al compás de la marcha de las guardianas nivaclé; ves­tidas en vivos colores entonan cánticos indescifrables a nuestro idioma, mientras golpean con fuerza sus bastones cere­moniales contra el piso de tierra… más polvo.

En su an­dar acompasado forman un semicírculo frente al enorme samu’u en flor. Abruptamente, el cántico cesa. Por unos segundos el silencio se apodera de la comunidad indígena chaqueña nivaclé de San José Estero, erigida en el depar­tamento de Boquerón, 540 km al noroeste de Asunción, la capital paraguaya.

En ese lugar se encuentra uno de los cinco árboles fi­nalistas que fueron visitados en la primera de las tres ex­pediciones que componen la décima edición del concurso de árboles conocido como Los Colosos de la Tierra de la fundación A Todo Pulmón.

Este samu’u conocido también con el nombre de palo borracho fue postulado por Rogelio Peña, quien vive en la comunidad. Pero este árbol es más que un árbol, es la forma en que los pobladores buscan visibilizar sus proble­mas sociales y carencias en un lugar tan lejano golpeado con fuerza por las restricciones de la pandemia.

“No tene­mos trabajo, la frontera con Argentina (a solo 6 km de la comunidad) está cerrada y no podemos ir a trabajar. En la zona tampoco tenemos trabajo y nos falta todo”, dice Peña. La esperanza de este poblador es que el Estado por fin “les mire” y les ofrezca soluciones definitivas a las ca­rencias que vienen viviendo desde hace tiempo: falta de comida, de oportunidades y educación.

Otros dos ejemplares de samu’u (Ceiba chodatii) del Chaco están en competencia, al igual que un quebracho colorado (Schinopsis balansae), especie endémica de la zona chaqueña. Los mismos están distribuidos en los poblados de Neuland, Loma Plata y Tte. Irala Fernández, respectivamente.

El de Neuland, postulado por Nicolás López, preside una plaza de la comunidad indígena nivaclé conocida como “Picaflor Blanco”. Tiene grandes rugosidades esferoides que emulan a pelotas o muñones de brazos que se abren para recibir a quien quiera abrazarse a él. Esos muñones son cicatrices de cuando quisieron derribarlo, pero resistió hasta ahora a los embates.

Un poco más lejos, en Loma Plata, otro samu’u está en competencia, y pertenece a la familia Sawatzky. Otra familia, la de Tomy Braun, postuló al quebracho colorado de Tte. Irala Fernández. El ejemplar se encuentra en medio de la pastura y sirve de sombra al caminante que pasa por la propiedad que dicha familia acaba de adquirir.

Paso Barreto

Como una gran maraña entrelazada, tejida una so­bre otra como piolas gigantes, la estructura del árbol de guapo’y sorprende a primera vista. En el centro, desde donde nace la infinidad de ramas, hay una especie de le­cho en el que quienes tienen la pericia de trepar pueden sentarse a otear el horizonte.

En los recovecos de sus ra­mas hay un condominio de nidos y casitas de hornero que conviven armoniosamente; algunos de sus inquilinos has­ta se animan a saludar como el tucán arasarí o tucanillo, también conocido como tucaneta parda.

Esta maravilla de la naturaleza se encuentra en la pro­piedad de la familia Robinson en Paso Barreto, departa­mento de Concepción.

El concurso

Esta es la décima edición del concurso de árboles que lleva adelante A Todo Pulmón, una iniciativa que bus­ca visibilizar la importancia de preservar los bosques de nuestro país.

La competencia consiste en la inscripción de cada árbol y hay una selección que tiene en cuenta la altura, la circunferencia de copa y la circunferencia de cor­teza y otras variables cuyo promedio se calcula en base a criterios científicos forestales. De la lista de inscriptos salen los árboles finalistas.

La visita a cada finalista se hace vía expediciones en las que participan miembros del jurado, ingenieros fores­tales, auspiciantes, influencers y periodistas.

El pasado domingo 15 de agosto finalizó la primera ex­pedición en la que se recorrieron 1.858 km por los depar­tamentos de Concepción, Boquerón y Presidente Hayes.

La segunda expedición inició el jueves 19 de agosto, cuyo recorrido incluye los departamentos de Canindeyú, Alto Paraná, Caaguazú, San Pedro y Cordillera y hay una tercera en puerta.

mescurra@abc.com.py

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