Dos semanas de viaje intercultural en Tranvía 13

Tuvo lugar una interesante residencia artística en Tranvía 13, Espacio de proyectos. A su cargo estuvieron los artistas Silvana Domínguez y Joaquín Sánchez. Desarrollaron 14 proyectos en tiempo récord, repasando varios quehaceres y momentos de la vida a través del arte y la cultura.

Residencia de arte.
Residencia de arte.ANGEL BARRETO

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La idea, desde el comienzo, fue generar un proyecto interdisciplinario al que tuvieran acceso jóvenes que vengan desde diferentes campos, explica Domínguez. Así lograron reunir a un grupo de artistas provenientes de la música, las artes visuales, el cine, arquitectura y otras ramas.

La residencia duró dos semanas de arduo trabajo en Tranvía 13. Las actividades presenciales contaron con la guía de Joaquín Sánchez y Silvana Domínguez como locales, y aparte tuvieron la participación de los curadores Patricio Vogel, de Chile, y Francis Naranjo, de España.

Hubo intercambio de obra, intereses, búsquedas. También trabajaron con actividades extramuros con personas referentes de diversos campos. “En realidad, normalmente cuando hablamos de residencia artística, las personas que participan de ella normalmente viven en el lugar; en este caso ellos no vivían acá, los participantes –que fueron 14 los que terminaron el proceso– iban y venían para sus actividades, de acuerdo al horario que les tocaba”, explica.

Aclara que en la convocatoria no pidieron un proyecto de antemano, sino que todo lo que se gestó se fue generando en el proceso de intercambio, y el resultado podía ser una obra personal o una colectiva. Los artistas a cargo entregaron como herramienta experiencias que tenían que ver con saberes; así fue que contaron con otros agentes para activar, de alguna manera, intereses respecto al cuerpo, a cómo estamos en la sociedad, cómo vivimos comunitariamente.

En torno al viaje

El eje conductor en un principio fue el viaje, es decir, “qué hacemos cuando viajamos, qué nos movilizan en un viaje, qué llevamos cuando viajamos, cómo volvemos de un viaje, ¿será que somos los mismos después?”. En la residencia se trabajó como en un taller en el que se proponen ideas, se debate; se ven materialidades, soportes, espacios. “A nosotros nos interesaba mucho incorporar la casa como un gran sistema que propone espacialidades que connotan cosas, entonces ellos se apropiaron también de los espacios de la casa, intervinieron los que les gustaban, o los objetos”, agrega.

También hay una importancia en el descubrir una nueva descartografía de lo que habitualmente es una casa, donde uno vive, conversa, llora, canta, donde uno está feliz o triste, comenta Domínguez y añade que ese fue el interés: una presentación contemporánea de las preocupaciones que ellos tenían, pero también en torno al contenedor, que era la casa.

Activadores en la urbe

También hubo una intervención urbana que transcurrió en los alrededores del espacio de Tranvía. Algo que tuvo un impacto muy positivo fueron los activadores de experiencia, que ayudan a desarticular lo que se viene haciendo. “Es una persona externa, por decir así, que viene a movernos la cabeza”. Algunos vinculados al mundo del arte, y otros no, como Ignacio Fontclara y Giovanna Pederzani, quienes realizaron masa madre con ellos, estudiando todo el concepto y la cultura que hay detrás de algo que se pasa de generación en generación, algo que necesita cuidado.

También tuvieron una experiencia sobre salud mental en la plaza 14 de julio, con Agustín Barúa Caffarena, para hablar de lo que ellos percibían sobre la salud mental comunitaria; con el arquitecto Solano Benítez hubo una charla de cierre y reflexión de todo lo que vivieron esas dos semanas, además de hablar de una arquitectura sostenible, de cómo vivimos comunitariamente, qué es habitar, por qué nosotros –los artistas– somos de alguna manera hacedores creativos.

Majo Angulo estuvo con una propuesta de construir prendas, de intervenirlas; hubo teatro experimental a cargo de Natalia Tibiletti, y también fueron hasta el taller de Amberé Feliciángeli, creador de instrumentos experimentales.

Entre las propuestas de obras que pudieron exhibir al final de la residencia hubo performance, intervenciones, instalaciones, y hasta el teaser de una serie. Fueron catorce proyectos que se ejecutaron en un tiempo récord, por artistas de entre 18 y 35 años. Desde el día uno recalcaron que con poco presupuesto se puede hacer algo creativo. “Creo que hay muchísimo potencial de parte de los jóvenes que con un poquito de acompañamiento pueden lograr discursos renovados en las artes visuales”, comenta y agrega que, tener nuevas voces, nuevas propuestas más contemporáneas, es supernecesario.

Más info

Instagram: @tranvia13 @silva_dominguez @art.joaquinsanchez

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