Ciberdelitos íntimos

Sextorsión, vampiresas electrónicas, cazadoras de infieles, venganzas sentimentales por internet. Los tentáculos de la ciberdelincuencia moderna invaden nuestra vida más íntima de formas cada vez más variadas, innovadoras y sorprendentes.

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Las actividades delictivas y maliciosas mediante equipos informáticos o a través de internet han evolucionado mucho desde los primeros casos de robos de datos, sabotajes de ordenadores, virus informáticos o espionaje industrial y son una amenaza creciente, ya que cada vez más usuarios están conectados a la red.

Las malas prácticas y los delitos cibernéticos llegan a todas partes a través de los ordenadores, equipos portátiles, smartphones y tabletas e, incluso, se cuelan en nuestras camas y vida de pareja.

La proliferación de la moderna ciberdelincuencia invade el terreno más privado de los usuarios, incluida su vida sexual, dando paso a todo un escenario de nuevos términos que engrosan día a día el Diccionario de Delitos Cibernéticos, publicado en línea por el periodista especializado en actualidad, sucesos y ciberdelitos Francisco Canals (www.fcanals.com).

Canals ha seleccionado y describe para Efe algunos ciberdelitos y actividades cuestionables relacionadas con nuestra vida íntima, que ha incluido recientemente en su diccionario o tratado en su canal de YouTube (channel/UCFA4PtFILwVDGVUj5C-qn4A).

“Algunos de estos casos son delitos, otros son malas prácticas, ya que la legislación no los ha clasificado aún como delito, y otras de estas actividades podrían definirse como actos de ‘gamberrismo’ electrónico”, explica a Efe este investigador de los callejones más oscuros del mundo digital.

“Algunas prácticas, como publicar fotografías o datos personales de la expareja en un sitio web, espiar la cuenta de Messenger del cónyuge en busca de posibles infidelidades o llevar a cabo acciones de ciberacoso, forman parte del moderno cibercrimen”, puntualiza.

Sextorsión

“Es una modalidad de chantaje mediante la cual un ciberdelincuente pide dinero a un usuario de internet a cambio de no divulgar imágenes sexuales de su vida privada”, señala Canals. Explica que el dispositivo electrónico de la víctima, por ejemplo su ordenador o tableta electrónica, es infectado previamente con un malware; es decir, un programa informático malicioso que contamina el disco duro, y permite al malhechor controlar su webcam de manera discreta y a distancia.

“Así, el ciberdelicuente obtiene imágenes comprometedoras de la víctima, grabándolas sin su consentimiento, por ejemplo de cuando está desnudo, consumiendo imágenes de contenido pornográfico, flirteando o ligando por internet, o practicando el cibersexo (intercambio de mensajes sexualmente explícitos por internet)”, señala.

“Por último, el atacante envía un mail a la víctima a su cuenta de correo, informándole que tiene grabadas imágenes suyas comprometedoras y que si no paga una determinada suma de dinero o rescate, que puede oscilar entre los USD 500 y 1000, según el caso, las publicará y divulgará a toda su lista de contactos, incluyendo amigos y familiares”, apunta.

Vampiresas electrónicas

Según Canals, son mujeres jóvenes, apuestas y con gran facilidad de palabra que operan desde paraísos fiscales, China o América Latina, expertas en atraer y seducir a sus interlocutores vía internet, pero cuyas intenciones van más allá de una simple relación amorosa. 

“Entran a diario en salas de chat de grandes ciudades europeas en busca de alguno de los miles de hombres de mediana edad que esperan encontrar a una bella internauta”, explica este investigador. 

Añade que sus conversaciones duran días o, incluso, semanas y, también, pueden comunicarse mediante la voz y webcam en tiempo real, hasta que llega el inevitable momento del encuentro presencial. 

“La mujer, al pertenecer a un país menos desarrollado, argumentará no disponer del dinero suficiente para pagar un billete de avión a Europa, por lo cual el pretendiente decidirá abonar una transferencia bancaria y ver así cumplido su deseo”, asegura el autor del Diccionario de Delitos Cibernéticos. 

“En el instante del cobro, la vampiresa electrónica desaparecerá del mundo digital, cancelará su cuenta de Messenger y borrará todo rastro de presencia”, concluye.

Cazadoras de infieles online

Algunos sitios web en los que las mujeres engañadas se ponen en contacto, se apoyan mutuamente, e intercambian consejos e información para detectar la infidelidad pueden convertirse en una pesadilla para miles de infieles electrónicos, de acuerdo a Canals.

Añade que algunas mujeres han empezado a asociarse para desarrollar softwares y portales que permitan cazar al infiel, y la industria de la informática ya pone a su disposición todo tipo de programas antiinfidelidad.

“Son programas espía que la mujer instala en el ordenador del marido y copian todo lo que él pulsa en el teclado, para enviarlo discretamente a una dirección de correo electrónico”, indica. “Además, estos programas cazan ‘palabras potencialmente sensibles’, términos cariñosos que el cónyuge no suele decir a su pareja tradicional y pueden ser motivo de sospecha o alarma”, añade el experto. 

“Otros sitios web han comenzado a crear bases de datos de infieles, en los que una mujer que sospeche de un atento hombre en un chat podrá introducir la dirección de mensajería o email del individuo bajo sospecha y comprobar si ese usuario ha engañado o no a otras mujeres”, según Canals. “Se trata de reunir más datos y aprovechar la tecnología para luchar contra la infidelidad”, recalca.

Según Canals, se calcula que un 15 % de los casos que llevan los detectives privados en España ya guardan relación con “In bed with the web” (“En la cama con la red”), es decir, aquellos asuntos que guardan relación con el amor, el sexo y el ligue en los entornos telemáticos.

Venganzas sentimentales

“El juego sucio también llega a la red. Mujeres despechadas y hombres abandonados a su suerte pueden volcar su ira en territorio online”, asegura Canals, y añade que los juzgados y comisarías ya reciben numerosas denuncias por abusos y venganzas en entornos telemáticos.

Según este experto, publicar un anuncio en un sitio web dedicado a los contactos sexuales indicando el móvil de la pareja o divulgar fotos íntimas del cónyuge en un foro con el ánimo de ridiculizarlo son formas de venganza sentimental. 

“Además, un hombre o mujer despechados pueden vengarse de la contraparte entrando en el email del cónyuge y malutilizando la información existente en ella”, señala. “Esto se ve facilitado por la actividad de un gran número de ciberdelincuentes que informan de sus servicios discretos en salas de chat, ofreciendo violar cuentas de email y contraseñas a cambio de pequeñas aportaciones económicas”, explica.

Canals advierte que el espionaje de cuentas de correo o hurgar en el Messenger del cónyuge para saber con quién habla “son prácticas que constituyen un delito de revelación de secretos, debido a que vulneran la intimidad del usuario”.

EFE Reportajes 

Fotos: ABC Color/Archivo/Agencia EFE.

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