Maestro de la talla

Elías Orrego Páez es un joven artista que utiliza la madera como lenguaje. A través de su talento expresa mucho. En China continental logró ubicarse entre los siete mejores artesanos de todo el mundo, pero a nivel local espera mayor apoyo de las autoridades e inversión en la artesanía.

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Desde pequeño tuvo gran inquietud por los trabajos en madera. Esta actitud no es de extrañar, ya que sus padres se dedicaban a este menester y le heredaron la pasión por el oficio. De ahí que la madera es un material con el que Elías realmente se siente cómodo, porque le es “muy familiar”. Conoce “sus poros”, entiende cómo “ir a favor” o “en contra” de la veta.

Recuerda que, cuando niño, le daba “los toques finales” a los trabajos de sus padres. “Hacía flores, las aureolas de los santos... Después ya comencé a tallar mis propios juguetes o el de mis amigos. Hacía camioncitos o avioncitos; tenía seis, pero cuando cumplí 10, ya hice mi primera venta y fue un trabajo hecho con porongos”.

Con el tiempo fue adquiriendo habilidad y proyectándose profesionalmente. Dice que eligió la madera no solamente por herencia familiar, sino también por ser un material cálido, ligero y noble. “Me ayuda a enfatizar mis ideas o lo que pretendo expresar con mi obra”, admite.

Le gusta tallar imágenes sagradas, religiosas y transportar, a quienes aprecian este estilo de arte, a tiempos remotos. Una obra suya se encuentra en el Museo de las Américas. “Es una imagen muy importante en tamaño, la cual le fue entregada a Ricardo Alegría”, comenta con orgullo.

Puerto Rico, México, España y Perú son otros suelos adonde llegó con su arte. Pero su mayor logro fue el que obtuvo en China continental, adonde fue a concursar en el marco de las celebraciones de los 50 años del World Crafts Council (WCC) o Consejo Mundial de Artesanía.

“Me enteré del concurso a través de internet y no dudé en contactar con el Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA), y me postulé contando con el apoyo de sus directivos”. El encuentro mundial congregó a artesanos de Europa, Asia, África, Australia y América. “En total, concursamos 40 artesanos. Fue una experiencia muy enriquecedora. Tuvimos la oportunidad de asistir a la Universidad de Arquitectura y Diseño, de donde egresan los mejores profesionales de China. La organización que tienen es impresionante y uno se llena de entusiasmo, pero nuestra realidad es muy diferente”, lamenta.

Elías Orrego Páez saca a relucir el poco o nulo apoyo de las autoridades hacia el arte. “Sin apoyo, nuestra cultura se va extinguiendo desafortunadamente. Las autoridades demuestran poco interés por rescatar nuestra artesanía o proyectarla en las actividades que realizan los entes municipales, por ejemplo.

Confío en que las autoridades puedan abrir más espacios para preservar la cultura o que en las escuelas puedan enseñarse los diversos oficios. Realmente, aspiro a que no se pierda la tradición del tallado en madera”.

El premio

La danza de la semilla. Así llamó a la escultura que talló y que ahora forma parte del patrimonio del Museo de la Historia de la Artesanía, en Dongyang, China continental. Hasta nuestra redacción llegó con sus trofeos. Su talento innato lo ubicó entre los siete mejores lugares. La imagen que talló está hecha en una pieza de madera de 1,5 m. “Trabajé mucho durante cinco días, pero valió la pena”, admite.

Su trabajo representa la unión de dos culturas: la hispana y la guaraní. Es la danza de los nativos alrededor de una semilla para que germinen nuevos árboles, en medio de tanta deforestación. Ese es el mensaje a través de mi obra, que haya más alimentos, que no se destruya la naturaleza y que exista paz”.

También se ganó un premio de la Unesco. “Fue un reconocimiento sobre tallado en madera”, cuenta.

Un artista de vocación es, sin dudas, Elías Orrego Páez, tobateño, quien a sus 35 años de vida logró esculpir gran diversidad de sentimientos e ideas a través de su cincel. Considera al arte como su vida, ya que gran parte de su tiempo dedica a crear obras originales, en las que logra transmitir sus emociones y pensamientos, que, incluso, fueron apreciadas y adquiridas por personalidades de varias partes del mundo. “Lo que me pidan puedo tallar”, exclama, haciendo gala de su destreza y con justa razón.

Aquello que aprendió de sus padres, hoy le permite mantener a su familia y llevar por el mundo el arte paraguayo. “Mi oficio me gusta muchísimo y me siento orgulloso de ser tallador”.

Sepa más

En Tobatí: avda. Cap. Pedro Juan Caballero esq. Presbítero Guairaré. Tel.: (0516) 262-745 / (0983) 493-694

 

ndure@abc.com.py • Fotos ABC Color/Claudio Ocampo/Gentileza.

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