Paulo Freire, educación para el cambio

Nacido en Recife, capital de Pernambuco, provincia brasileña de la región noreste del país, Paulo Freire es considerado uno de los teóricos de la educación más influyentes del siglo XX.

Paulo Freire (19 de septiembre de 1921 - 2 de mayo de 1997)
Paulo Freire (19 de septiembre de 1921 - 2 de mayo de 1997)

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A mi maestro, Julio F. Carmona.

El libro La educación como práctica de la libertad se publicó en 1965 en Chile, donde su autor, Paulo Freire, estaba exiliado. Hasta su exilio –debido a sus actividades pedagógicas, que fueron consideradas subversivas tras el golpe militar apoyado por Estados Unidos que en 1964 derrocó el gobierno de Goulart en Brasil–, Freire fue profesor de Historia y de Filosofía de la Educación en la Universidad de Recife, pero el comienzo de sus trabajos en el Nordeste, entre analfabetos, se remonta a 1947. Freire se percató de que la enseñanza tradicional se prestaba a la manipulación del estudiante, a su domesticación. La educación es ante todo un acto de amor y valentía, una práctica de libertades dirigidas hacia la realidad con el propósito de transformarla. Para 1962, el pedagogo pernambucano había puesto en práctica el método que le daría renombre nacional e internacional. En unos 45 días un analfabeto había aprendido a escribir su nombre. Los resultados del método de Freire llamaron la atención de la opinión pública y su pedagogía comenzó a extenderse por Guanabara, Río Grande del Norte, São Paulo, Bahía, Sergipe y casi todo Brasil. El plan central era la creación de 2000 «círculos de cultura». De esta manera se iniciaba una verdadera revolución en la enseñanza que alcanzaría a sectores urbanos y rurales e incomodaría a las clases dominantes al poner a los oprimidos como protagonistas de un proceso político liberador.

En 1975 Freire recibe una invitación oficial del gobierno de Guinea-Bissau para colaborar en la alfabetización de adultos. Ese encuentro, y su experiencia previa en Tanzania, significó un nuevo aprendizaje en Freire, que por esos años entabla relación con el revolucionario e intelectual africano Amílcar Cabral. Mediante la lucha armada, Guinea-Bissau y Cabo Verde se habían liberado de los colonialistas portugueses, proceso que Cabral llamó «un hecho cultural y un factor de cultura». Más tarde, Cabral sería asesinado.

Freire planteó que era imposible diseñar desde Ginebra un plan de alfabetización para Guinea-Bissau: «tenía que nacer allí, pensado por los educadores nacionales en función de la práctica social que se da en el país». Había que partir «de una postura radical: la del rechazo de cualquier tipo de solución “empaquetada” o prefabricada, y de cualquier tipo de invasión cultural, así la clara como la mañosamente escondida». Para Freire, su misión no era enseñar a los educadores y educandos de Guinea-Bissau, sino aprender con ellos. El educador tiene que inventar y reinventar estrategias de enseñanza porque se enfrenta a distintos contextos culturales, sociales y políticos. La tasa de analfabetismo en Guinea-Bissau era 90%, pero la guerra de liberación había creado una gran conciencia política. Esta experiencia confirmó a Freire que hay una primera lectura, la del mundo: «La lectura del mundo precede a la lectura de la palabra, de ahí que la posterior lectura de ésta no pueda prescindir de la continuidad de la lectura de aquél. Lenguaje y realidad se vinculan dinámicamente».

Analfabetismo y «educación bancaria»

Si la educación no es liberadora, no es educación. Los métodos de alfabetización que rechazaba Freire respondían a una política educativa que se aplica en la primaria, la secundaria e incluso la universidad. Es finalmente lo que buscan las clases dominantes: juventudes domesticadas y a su servicio. Es decir, los educandos son víctimas de la manipulación de los educadores, que a su vez responden a las estructuras de dominación de cada sociedad, sea Paraguay, España, Perú o cualquier otro país. La alfabetización va más allá de brindar un mecanismo de expresión al educando: es un proceso de concienciación, de liberación, con la vista puesta en integrarse en la realidad nacional para su transformación. Esta es una consecuencia inevitable de la praxis de la libertad, como lo es también la revuelta o la revolución. Lo que propone la «pedagogía bancaria» es que el educando solo sea un depósito de conocimientos, una cosa. Frente a esto, Freire plantea una educación que se sostiene a sí misma con el diálogo. Poco a poco el educando puede ir dejando de lado la conciencia mágica e ingenua para dar paso a la conciencia crítica. El educando que ha tomado conciencia de su condición de oprimido y de su lugar en la historia intentará acabar con esa condición. La revolución es el resultado natural de la toma de conciencia de los oprimidos: «No es posible dar clases de democracia y al mismo tiempo considerar como absurda e inmoral la participación del pueblo en el poder».

En La educación como práctica de la libertad Freire –de formación cristiana– aún no tenía una posición marxista, como sí la tiene en la Pedagogía del oprimido. Lo que Freire propone es que nadie es más culto que los demás, que muchas veces el oprimido no sabe que sabe y tiene que reconocer su saber a través de una pedagogía liberadora, no «bancaria».

La alfabetización no es solo el acto mecánico de aprender a leer y a escribir. Se debe ir más allá, ya que necesitamos una alfabetización crítica, una política cultural. Hay que nombrar la realidad para poder transformarla. Alfabetizar es facilitar herramientas para esa liberación. Hay que defender la alfabetización crítica como construcción ideológica y movimiento social. Debe estar relacionada con un proyecto ético y político que dignifique al ser humano e incentive la transformación de su sociedad. La alfabetización es una de las condiciones de la emancipación social y cultural, una de las bases de los procesos revolucionarios. Estar alfabetizado no significa ser libre: lo que hace la alfabetización es poner al sujeto en un rol activo en la lucha por la recuperación de su voz.

El martes se cumplió un nuevo aniversario luctuoso de Paulo Freire, fallecido el 2 de mayo de 1997. Este artículo no es solo un homenaje a uno de los más grandes pedagogos del siglo XX, sino también a todos los maestros y maestras que, sin caer en el proselitismo, han asumido una posición política activa en escuelas y universidades, cumpliendo así, como educadores, su papel transformador.

Referencias

Freire, P. (1975). Pedagogía del oprimido. Madrid, Siglo XXI.

Freire, P. (1977). Entrevistas con Paulo Freire. México, Gernika.

Freire, P. (2009). La educación como práctica de la libertad. Madrid, SIGLO XXI.

Freire, P. (1978). Cartas a Guinea-Bissau. Madrid: Siglo XXI.

Freire, P. (1984). La importancia de leer y el proceso de liberación. Madrid, Siglo XXI.

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