Alto Paraná: una economía de contrastes, pero con diversas potencialidades

Alto Paraná es un departamento de contrastes y velocidades distintas. La economía urbana de Ciudad del Este y de las ciudades conurbadas (Hernandarias, Presidente Franco y Minga Guazú) es eminentemente comercial y, por lo tanto, extremamente dependiente de la clientela brasileña. Periódicamente Brasil realiza controles, tanto fiscales como ejercicios militares, en la frontera para presionar este esquema de comercio fronterizo que le afecta. En efecto, la caída del comercio fronterizo impacta en la disminución de ingresos de una gran cantidad de familia de forma directa e indirecta.

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Lo más preocupante, sin embargo, es que esta crisis no es nueva y se anunciaba desde hace mucho tiempo, pero tanto los actores privados como las autoridades locales, regionales y nacionales no parecen haber percibido las señales que indicaban que el sistema de comercio fronterizo si no estaba perimido, debía complementarse con otros modelos de crecimiento económico. La comodidad de esperar que las crisis pasen solas y que vuelvan los compradores no es más que una imagen idílica que se hace añicos ante la ausencia cotidiana de compradores. La caída sostenida de las importaciones de productos informáticos, para su posterior reexportación, es una señal inequívoca del proceso en curso.

No debe olvidarse que la economía brasileña continúa un periodo de escaso crecimiento, afectando notablemente al consumo de los hogares. De esta forma, el problema de la economía urbana de Alto Paraná, y especialmente de Ciudad del Este, no es solamente la dificultad de que vengan los potenciales compradores, sino que estos disponen cada vez de menor cantidad de dinero para las compras.

Por el lado de las actividades agrícolas, el escenario productivo es diferente. El departamento cuenta con una estructura productiva estable, moderna y con crecientes niveles de eficiencia, pero los precios de los commodities agrícolas, principalmente la soja y el maíz, presentan tendencias a la baja, afectando significativamente el nivel de ingreso de los agricultores. Los anteriores años agrícolas fueron muy positivos para la agricultura, pues se combinaron rendimientos satisfactorios con precios altos, principalmente en soja, y condiciones climáticas adecuadas.

Más de 900.000 hectáreas de soja se cultivan en el departamento, siendo el cultivo de mayor relevancia, seguido muy por detrás por el maíz y el trigo, con menos de 300.000 hectáreas cultivadas. La agricultura empresarial es el motor principal de la economía rural en el departamento, acompañado por todos los demás eslabones de la cadena: empresas de semillas, proveedores de insumos, silos, logística, transporte e industrialización de la soja.

La agricultura familiar no tiene un desempeño muy dinámico en el departamento. Las cadenas productivas del sésamo, la mandioca y de las frutas no tienen una trascendencia mayor en el departamento. Solo la mandioca mantiene sus niveles de producción especialmente en los distritos donde aún persiste este tipo de agricultura.

El avance de la agricultura fue incorporando nuevas parcelas y restringiendo la actividad ganadera. En 2003 Alto Paraná contaba con casi 400.000 cabezas de ganado bovino para luego disminuir y situarse en torno a las 230.000 cabezas. La disponibilidad de proteína vegetal, soja, y de carbohidrato, maíz, abre interesantes posibilidades de cadenas cárnicas, principalmente avícola y porcina. Tampoco debe olvidarse el engorde bovino a corral que puede generar nuevos circuitos productivos e integrar la agricultura con la ganadería, sobre todo en un periodo de bajos precios del maíz y de la soja.

Nuevas dinámicas urbanas fuera de las ciudades tradicionales

En un contexto nacional de urbanización acelerada, numerosas son las ciudades del Alto Paraná que experimentan una intensa fase de crecimiento (Hernandarias, Minga Guazú, Santa Rita, San Alberto, etc.), mientras que otras presentan notables potenciales de desarrollo (Mbaracayú, Presidente Franco con el futuro puente, etc.). En definitiva, uno de los principales retos para el futuro del departamento será el de pensar nuevas formas de ocupación del espacio y de convivencia social: una red de ciudades deberá ser pensada en pos de este objetivo.

Desde Asunción, el centro urbano de Santa Rita es percibido como particular, exclusivamente apropiado por “brasiguayos”, o paraguayos de origen brasileño. Si bien no todo es falso en estas consideraciones, es de notar que esta urbe señala cambios radicales en lo que respecta a la integración social de estos “bi-nacionales” en el Paraguay. En efecto, los lazos que estos mantienen con el Brasil son cada vez menos estrechos. Anteriormente, estos contaban a menudo con dos residencias principales, una en el Brasil y otra en la explotación agrícola en el Paraguay. De ahora en adelante, la nueva generación de paraguayos con origen brasileño parece haber adoptado definitivamente al Paraguay como su país de proyección: la realización de estudios universitarios, las inversiones en el sector comercial y de servicios, así como la construcción de nuevas viviendas son una señal evidente de que el Paraguay representa algo más que un espacio de generación de renta agrícola.

La disminución de la cota de compra para el turismo comercial transfronterizo agudizará la crisis comercial del centro de Ciudad del Este. Esto exigirá sin dudas el diseño de verdaderas estrategias de reconversión económica para el gran Ciudad del Este. Por el momento, las nuevas inversiones en el sector comercial y de servicios destinadas a una emergente clase media esteña han diversificado la economía local limitando los estragos de la crisis del comercio de frontera. De alguna manera, la segunda aglomeración del país ha hecho prueba de resiliencia territorial.

En cuanto a las ciudades del interior del Alto Paraná, la instalación de una industria maquiladora en Santa Rita debe llamar la atención. Este tipo de emprendimientos despierta expectativas respecto de la vocación futura de Santa Rita como centro urbano. Definitivamente, es posible imaginar que esta no solo será una ciudad especializada en el agro-negocio, y que diversificará sus sectores de producción. Por su potencial en la creación de mano de obra, los emprendimientos industriales despertarán la capacidad de atracción de esta ciudad. De este modo, la inminente llegada de nuevos habitantes será un desafío de primera importancia: para ello habrá que “construir ciudad”, lo que significará instalar equipamientos públicos adaptados y de calidad, así como construir nuevos barrios que favorezcan la integración social.

Con políticas públicas adaptadas, numerosas ciudades del departamento podrían seguir el mismo camino, lo que otorgaría mayores facilidades para construir una red urbana que se despliegue de manera homogénea en el Alto Paraná. Para fortalecer las ciudades y equilibrar la red urbana paranaense, habrá que hacer un análisis minucioso de las oportunidades y fortalezas de cada ciudad, construyendo proyectos adecuados para cada uno de ellos (infraestructura, servicios, equipamientos, orientación estratégica de inversiones privadas, etc.).

Otro elemento a señalar en materia de transformaciones urbanas es, sin dudas, el dinamismo de pequeños pueblos, como San Cristóbal, que se presentan como pequeños pueblos con todas las características de una ciudad. Estos nuevos “objetos territoriales” constituyen pequeñas plataformas logísticas para la producción mecanizada y para sus actores: venta de insumos, reparación de tractores, supermercados, carnicerías, así como también servicios de bienestar (spa, masajes, etc.).

De este modo, aparece evidente que los ingresos generados por los actores de la agricultura mecanizada son lo suficientemente importantes para ser reinvertidos en las ciudades (Santa Rita, San Alberto, etc.), o en los pequeños pueblos como San Cristóbal. Sin embargo, una de las limitaciones estructurales al crecimiento de estas zonas y su integración al resto de las dinámicas regionales es la mala calidad de los caminos. El Eje San Cristóbal-Naranjal-Ruta 6 es una necesidad urgente y de concretarse afectará positivamente no solo a estas comunidades, sino sobre todo a los distritos del Este de Caazapá y del Norte de Itapúa. Las rutas siguen siendo vectores de desarrollo cuando se instalan en zonas dinámicas.

Definitivamente, las nuevas recomposiciones urbanas en el Alto Paraná deben ser consideradas por los diseñadores de políticas públicas. Es necesario tomar en cuenta estos cambios en los patrones de ocupación del espacio, impulsándolos y orientándolos. Las ciudades en crecimiento o en gestación deben actuar como plataformas de integración social y de inserción económica. En este sentido, algunas de las ciudades-puerto ubicadas aguas debajo de la represa de Itaipú están llamadas a desarrollarse. Es el caso de Martínez de Irala y de Ñacunday, que se verán beneficiadas por la nueva ruta denominada “corredor de exportación”: esta irá desde Los Cedrales hasta Natalio, en Itapúa.

Dos desafíos mayores deben enfrenta el departamento: volver a la agricultura menos dependiente del clima, con inversiones y diversificación productiva, mientras que el modelo urbano de comercio fronterizo requiere de soluciones más complejas, pero que deben incorporar necesariamente una toma de conciencia de que el futuro se jugará con cartas nuevas y de muy poco servirán las prácticas y roles del pasado.

Desafío

Un desafío del departamento es volver a la agricultura menos dependiente del clima, con inversiones y diversificación productiva.

Fase

En un contexto nacional de urbanización rápida, numerosas son las ciudades del Alto Paraná que experimentan una fase intensa de crecimiento.

Urbanas

Las nuevas recomposiciones urbanas en el Alto Paraná deben ser consideradas por los diseñadores de políticas públicas.

Modelo

El modelo urbano de comercio fronterizo requiere de soluciones más complejas, pero que deben incorporar necesariamente una toma de decisión.

Objetos

Los nuevos “objetos territoriales” constituyen pequeñas plataformas logísticas para la producción mecanizada y para sus actores.

Evidente

Es evidente que los ingresos generados por los actores de la agricultura mecanizada son lo suficientemente importantes para ser reinvertidos.

Restricción ganadera

El avance de la agricultura fue incorporando nuevas parcelas y restringiendo la actividad ganadera. En 2003 Alto Paraná contaba con casi 400.000 cabezas de ganado bovino, para luego disminuir y situarse en torno a las 230.000 cabezas. La disponibilidad de proteína vegetal, soja, y de carbohidrato, abre interesantes posibilidades.

Más de 900 mil hectáreas

Más de 900.000 hectáreas de soja se cultivan en el departamento, siendo el cultivo de mayor relevancia, seguido desde muy lejos por el maíz y el trigo, con menos de 300.000 hectáreas cultivadas. La agricultura empresarial es el motor principal de la economía rural en el departamento.

* En cuanto a las ciudades del interior del Alto Paraná, la instalación de una industria maquiladora en Santa Rita debe llamar la atención. Este tipo de emprendimientos despierta expectativas respecto de la vocación futura de Santa Rita como centro urbano de la zona.

* La inminente llegada de nuevos habitantes será un desafío de primera importancia: para ello habrá que “construir ciudad”, lo que significará instalar equipamientos públicos adaptados y de calidad, así como construir nuevos barrios que favorezcan la integración social.

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