Costo de oportunidad

El trabajo del pensamiento se parece a la perforación de un pozo: el agua es turbia al principio, mas luego se clarifica. Proverbio chino

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El costo de oportunidad o costo alternativo es el valor de la mejor alternativa posible a la que se renuncia para llevar a cabo una acción o decisión económica. Designa este concepto el valor de la mejor opción no realizada. El término fue acuñado por Friedrich von Wieser en su Theorie der gesellschaftlichen Wirtschaft.

Cuando los individuos son racionales, toman multitud de decisiones en las que intervienen los costos de oportunidad de forma más o menos permanente. También la no realización de la inversión es un costo de oportunidad. Para los ingleses, el costo era un concepto técnico, el gasto necesario para producir algo. Para los austríacos, el costo era resultado de la demanda, puesto que esta fijaría el nivel de producción.

Para ejemplificar mejor, usemos una superficie de tierra en el Alto Paraná. Si decido usar 1 ha de tierra rural en la producción de soja, mandioca, hortalizas o de pastura para ganado, estará dada por mi gusto personal o tal vez por el mercado, por el nivel de tecnología disponible, por la calidad de la tierra, por el clima, etc. Pero el costo de oportunidad se entiende en este caso por la diferencia entre plantar soja, que podría darme un lucro neto de US$ 800 por ha por zafra, contra un cultivo de mandioca, que tal vez podría darme US$ 900, también neto y en el mismo tiempo, pero con mayor utilización de mano de obra desde la siembra, pasando por la limpieza, sanitación, hasta la cosecha final. El costo de oportunidad entre la soja y la mandioca es de US$ 100 por ha, que dejé de “ganar” al plantar soja, sin contar el efecto multiplicador social al generar mayor cantidad de mano de obra. En este caso, existe un costo de oportunidad directo (dinero) y otro indirecto, social (mayor mano de obra).

Asimismo, en el sector energético podríamos hablar de varios costos de oportunidad. La primera que se me ocurre es el del “uso económico” del excedente paraguayo. Si lo “cedo” al Brasil, según el Tratado, lo estoy haciendo a un costo aproximado de 5 US$/Mwh; si lo vendo a US$ 50/MWh al mercado brasileño, mi costo de oportunidad pasa a ser de -45 U$/MWh. Es decir estoy perdiendo US$ 45 por cada MWh de 50 Hertz cedido al Brasil, propiedad genuina del Paraguay. Si esto a su vez lo multiplicamos por la cantidad de días, meses o años que venimos regalando esta energía limpia y barata, ¿cuánto fue nuestro costo de oportunidad en 33 años de generación.

Existe otro costo de oportunidad mayor que se pierde al comparar entre lo “cedido” al Brasil, contra el uso en la industrialización paraguaya, con miles de empleos generados y su bonanza derivada. Muchos hablan de que llega hasta 100 veces más el lucro usando en el desarrollo local.

Podemos hacer otro análisis de pérdidas en nuestro Sistema Interconectado Nacional (SIN). ¿Cuánto pierde la ANDE al dejar de proveer a sus clientes por culpa de un incendio en una subestación, por culpa de un apagón debido a la sobrecarga o un accidente que echa una columna? ¿Cuánto pierde la ANDE al tener miles de conexiones clandestinas, medidores puenteados y una red obsoleta; es decir, el robo descarado y la pérdida técnica?

¿Qué sentido tiene correr cuando estamos en la carretera equivocada? Es lo que venimos haciendo hace años en el sector energético. Corremos por carreteras equivocadas, tal vez paralelas, a veces perpendiculares, oblicuas o en sentido contrario. Unos quieren vender la energía a mejor precio; otros quieren usarla para generar empleos, transporte más barato (trenes eléctricos) o mejorar la calidad de vida del ciudadano común. Otros quieren dejar todo así como está, porque les conviene a su economía particular. Son los gerentes y directivos de las binacionales. Con el salario y las prerrogativas que tienen al ser obsecuentes y entreguistas al Brasil o la Argentina, su “costo de oportunidad” contra ser patriota es demasiado grande.

Cualquiera sea la decisión que tomemos con nuestra energía, la tendremos que hacer dentro del concepto que se denomina “política de Estado”. Hasta ahora lo que venimos haciendo no pasa de “políticas de gobierno”, que dependen del humor, de la moral o de la sapiencia de cada presidente. Un verdadero estadista no dudaría un instante, ni escatimaría esfuerzo para recuperar nuestra soberanía energética. Accionaría así como lo hizo Evo Morales con el gas boliviano, o como Omar Torrijos en la recuperación del Canal de Panamá. Tiene costos diplomáticos y políticos, ¡pero por supuesto! Pero el “costo de oportunidad” perdido es muy grande. Imagínense los lectores si pudiéramos vender nuestros excedentes de Itaipú y Yacyretá a precio del mercado regional.

Al leer este punto saldrán los perifoneros de Itamaraty, que critican en las páginas electrónicas con perfil falso, a decir que el costo de la electricidad en Brasil está menos que US$ 44/MWh; que Paraguay debe agradecer porque “solo puso el agua”; que “pacta sunt servanda”; que etc. Siempre usarán un discurso apropiado para combatir la teoría de Jeffrey Sachs y el acuerdo presidencial Lugo-Lula, los documentos más próximos a una equidad energética.

Siempre querrán llevar nuestra energía a precio de costo, siempre querrán que nuestro SIN continúe en la miseria; siempre querrán que nos peleemos entre colorados y liberales, entre reeleccionistas y no reeleccionistas; entre cerristas y olimpistas. Lo importante para ellos es seguir llevando energía barata y segura, a precio de migajas, ¡y de ser posible en forma vitalicia! Harán cualquier artificio por mantener el stato quo. El día que en Paraguay asuma un estadista y que ponga a patriotas en las direcciones y consejos binacionales, nuestros socios condóminos entrarán en pánico.

La ANDE tiene tres fuentes: Acaray, Itaipú y Yacyretá y usa 2.950 Mw en hora pico, 1,14% más que en la misma época del año pasado. ¿Creció nuestra industria? Es obvio que no. ¿Dónde están los inversionistas industriales de que tanto se habla? El costo promedio de la tarifa actual derivada de estos tres generadores es de US$ 30/Mwh. Esto se logra con la “complacencia interesada” de Brasil, la energía “sin precio” de Yacyretá y el costo de una usina ya amortizada, con más de 60 años de antigüedad: Acaray.

¿Cuánto será el costo de nuestra energía en el 2023, año en que cancelaremos la deuda en Itaipu? Si esta hidroeléctrica hoy está produciendo una energía a US$ 44/MWh, incluyendo el pago de la deuda, en el 2023 lo hará aproximadamente a US$ 17/MWh. ¿Cómo lograremos mayor ingreso en Itaipu? Sencillo, vendiendo nuestros excedentes al mercado brasileño, ¡ávido de energía! Se contrata a 17 y se vende a US$ 50/MWh. Si no quieren, le vendemos a la Argentina, que hoy raciona su gas, su electricidad y su petróleo. Otra opción es Bolivia; un trueque por petróleo y gas estaría óptimo. Si los brasileños se oponen habremos descubierto su verdadera intención. Pero para eso debemos poner nuestro SIN en condiciones razonables de explotación, de lo contrario estaremos cargando en saco roto, como lo venimos haciendo hasta ahora.

* Exsuperintendente de Energías Renovables de Itaipu

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