Mala diplomacia, lacayos promocionados y patriotas desplazados

¿Qué está mal en Itaipú? O dicho de otra manera ¿Qué está mal en el sector energético? Repitiendo expresiones de Rafael Barrett y acuñadas luego por Augusto Roa Bastos en la famosa oración: el infortunio se enamoró del Paraguay, no podemos pensar tan diferentes.

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De Paraguay se enamoraron los malos políticos y los buenos bandoleros. En Paraguay se enquistaron los chupasangre en la administración pública y las sanguijuelas en los tres poderes del Estado. Una clientela perversa que mama en cada elección y fagocita la res pública, entre ellas. Es una fauna obligatoria que gasta el 95% del Presupuesto, se suma en cada interna y es defendida por los sindicatos y partidos políticos. Esta juventud, que desconoce su historia, sus raíces heroicas, sus ancestros gloriosos y su tradición de coraje y solidaridad, debería hacer más.

Hace unos años discutía con un amigo, que tuvo la desgracia de ser nombrado director de Itaipú en un mal momento político; y digo desgracia porque el presidente que lo nombró, así como sus antecesores, no tenía autoridad moral para reclamar nuestros genuinos derechos en la binacional. Tuve razón.

El amigo se quemó en un colegiado entreguista y claudicante; en el mejor de los casos pasó inadvertido y luego sufrió la soledad del poder. Hoy tiene dinero, pero no tiene amigos, su familia dispersa, su matrimonio destrozado y su moral por el suelo.

Asimismo ocurrió con otros que lideraron la Cajubi, porque hoy están solos en un juicio oral y público, y lo están ante una población harta de tanta corrupción y ávida de justicia. Lo que podemos ofrecer a estos compañeros, por una cuestión humanitaria, es la compasión. El acto de escribir también trae enemigos y soledad, también requeriré lo mismo.

A un director o consejero de Itaipú es difícil hablarle de patriotismo, de abnegación y valor; de principios y valores patrios. Es que el poderoso caballero “don dinero” lo enceguece, lo obnubila, trastorna su corazón y desequilibra su alma.

Si tocas el tema de la soberanía energética con uno de ellos, te derivan a otro pueril o te brindan sus lomos. No te atienden el teléfono porque sienten vergüenza de su poco coraje o su mezquina manera de vivir.

Sus neuronas están condicionadas por dos eventos históricos, liderados, abierta o solapadamente, por el condómino: una mensual, la reunión del Directorio y otra bimensual, la reunión del Consejo de Administración. ¿Qué se trata en estas reuniones colegiadas?

La población normal, aquella de los mercados, los estadios de fútbol, de las tertulias domingueras; el hombre de la calle y de las oficinas, seguramente tiene el concepto de que una usina hidroeléctrica es un ingenio de miles de cables y un millón de problemas diarios.

Consecuentemente cree que cada reunión es un hervidero de neuronas. Errado. Por ello es menester hacer una aclaración. La hidroeléctrica de Itaipú es una de las fábricas más eficientes de energía renovable del mundo. Camina sola; tiene un botón de piloto automático y solo necesita de cuidados preventivos y algunos correctivos. Por lo menos es lo que se vio en estos 32 años de generación y varios “récords anuales” de producción.

¿Por qué tanta eficiencia? Porque tuvo la dicha de ser proyectada por genios mundiales de la ingeniería; porque tuvo la suerte de ser construida (a pesar del elevadísimo costo) por gente sencilla, que creía en lo que hacía. Porque madre natura lo puso en una cuenca única, de costas elevadas y gran caída entre sus extremos. Entonces, amable lector, no se engañe cuando le dicen que es urgente una actualización tecnológica.

Un vehículo Rolls Roice será viejo, pero no necesita “actualización tecnológica” cada rato. Si usted fuese un banco ¿cómo haría para que su cliente continúe? Le prestaría más dinero. La hegemonía de Itaipú continuará por siglos y siglos mientras no tengamos los pantalones largos para reclamar nuestra mitad del agua, vender la energía a precio de mercado y abaratar los costos. Decir “no gracias” a las migajas que nos ofrecen es el inicio de nuestra independencia.

Por analogía, considero que sería un tremendo error geopolítico en la futura construcción de Corpus si permitimos que los argentinos vuelvan a poner “aporte” y luego nos reclamen como préstamo; aguantemos posteriormente los intereses leoninos, la dominación y finalmente, la sodomización.

Entonces ¿qué está mal en Itaipú? Si no están mal sus obras civiles y sus circuitos electromecánicos y electrónicos ¿Qué está mal en este gigante energético? Sencillo: la equidad en la distribución de sus dividendos, lucros o beneficios.

Nadie puede negar que Paraguay puso lo más preciado de un proyecto hidroenergético: la mitad del agua; es decir, la mitad de 14.000 MW. Y esto no es poca cosa; 7.000 MW de potencia es genuina y enteramente paraguaya; sin una chispa de más o de menos. Esta energía es equivalente a millones de barriles de petróleo... pero ¡limpia! Es equivalente a toneladas de uranio radiactivo, o millones de toneladas de carbón mineral o vegetal necesarias para generar electricidad.

Esta cantidad de electricidad es equivalente a millones de empleos en miles de industrias; a centenas de vagones, superficiales y subterráneos, en trenes eléctricos, de carga y de pasajeros. Es equivalente a toneladas de CO2 que no se hubieran lanzado a la atmósfera, creando cientos de enfermedades. En fin, es equivalente a millones de millones de dólares que hubiéramos recibido por venta o trueque de una mercadería muy preciada.

¿Qué haría si soy el presidente de la República? Sencillo, haría solamente dos cosas:

1. Solicitar vía cancillería una revisión del Tratado, lo haría formalmente, sin que se inmiscuyan las otras relaciones comerciales con el Brasil. Lo haría pensando en el 2023. Lo haría así como lo hizo Evo Morales con su gas.

2. Consideraría la propuesta de Jeffrey Sachs, de someter nuestra contabilidad a un arbitrio o fiscalización de un ente de peso mundial, como las NN.UU., la OEA, el Banco Mundial. Si el Brasil se opone, confesaría que teme al resultado. Si acepta, la cuestión está solucionada; los números son fríos y precisos, no mienten.

Haría también algunos ajustes menores, como pagar salario mínimo a los consejeros, reducir a tres las seis direcciones actuales y dejaría las otras como asesorías. Achicaría también el área prioritaria, de manera a dejar nuestra subestación en territorio genuinamente paraguayo y a cargo de la ANDE. En fin, como lo hacen todas las represas hidroeléctricas del Brasil y del mundo, cuando termina la construcción, se minimizan los costos y se maximizan los beneficios.

Los “gastos sociales” así como están, hipotecan nuestro futuro, sacan autoridad a nuestros representantes (ya que no pasan por el Congreso) y restan soberanía a todo el país. Este recurso anual, de aproximadamente 100 millones de dólares, aún financiando viaductos, casas sociales y reforestaciones, representan una milésima parte del presupuesto general de Itaipú.

En Yacyretá es similar y ambos tienen tanto poder político que saca brillo a cualquier ministro, senador o a toda nuestra historia. Con los gastos sociales, Paraguay apagan sus incendios partidarios, efímeros e insignificantes, mientras nuestros socios continúan su hegemonía y desarrollo. ¡Que buen negocio ... para ellos!

(*) Electricista e Ing. Agr., exsuperintendente de Energías Renovables de Itaipú.

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