CARAGUATAY

Sus pobladores tienen vedada la visa para viajar a los Estados Unidos luego de años de gran migración ilegal a ese país. Pero no solo de remesas vive Caraguatay, su gente también se dedica a la agricultura, ganadería, y a algo de comercio y turismo.

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La emigración de los pobladores de Caraguatay hacia los Estados Unidos se inició, aproximadamente, 50 años atrás, estima el intendente de la localidad, Blas Añazco. Pero en los últimos años, los lugareños dejaron de ir porque ya no les resulta ventajoso, pero fundamentalmente porque la embajada estadounidense ya no les concede la visa. “Es que tenemos la mala fama de que las personas se van de acá como turistas, pero se quedan allá”, describe Añazco, y acota: “De hecho, la gente de la Embajada de los Estados Unidos vino para saber cuál era la situación, y le conté que el 98% de los que solicitaron la visa se quedaron allá”.

Recuerda que antes de los atentados perpetrados contra las neoyorquinas Torres Gemelas, el 11 de setiembre de 2001, los familiares de emigrantes recibían remesas mensuales de hasta USD 1.000, las que después decayeron mucho. “Ahora se recibe entre USD 200 a USD 300 por mes nomás ya”, dice.

Rememora que, inclusive, los niños llevaban dólares al recreo escolar y que había competencias entre las mejores fiestas de 15 años. “No van a creer qué casas tenemos en ciertas compañías; solo si ven”, señala Añazco en referencia a sus dimensiones y majestuosidad.

Caraguatay alberga a 12.000 habitantes, y el 80% vive en zonas rurales y trabaja en agricultura, con énfasis en horticultura, así como ganadería. Saturnina Ovelar de Kimura y su esposo, Ywao Kimura, cultivan hortalizas en el distrito desde hace 29 años. Empezaron con limones Tahití, bananas y verduras, como locotes, tomates y pepinos. Luego, incluyeron en su producción choclos verdes y variedades de tomates cherry, que llevan 17 años comercializando en el Agroshopping del Shopping Mariscal.

La pareja posee 50 ha de plantación y emplea a más de 50 personas. “Si producís con calidad, siempre tenés mercado”, afirma Ovelar de Kimura, cuya producción también se vende en un local del mercado Abasto Norte.

Migración interna. Como esta localidad del departamento de Cordillera carece de industrias y universidades para capacitarse, los jóvenes se trasladan hasta Caacupé u otras ciudades próximas. Además, una sola empresa de transporte –sobre la cual pesan numerosas quejas por el trato de los conductores y las condiciones en las que circulan las unidades–, comunica al municipio con otros.

Descuidado atractivo. Muchos visitan Caraguatay para conocer el Parque nacional Vapor Cué, donde se exponen seis buques de guerra incendiados y abandonados durante la Guerra contra la Triple Alianza. El museo presenta un estado de dejación casi total por falta de título inmobiliario y porque nadie se hace cargo de él. “No podemos gastar en mantenerlo, porque podría interpretarse como malversación de fondos”, dice el intendente.

El Hotel Nacional de Turismo Vapor Cué es el único albergue de Caraguatay. Con casi 100% de ocupación durante los cuatro meses de temporada alta, ofrece 20 habitaciones con televisor, wifi, aire acondicionado, restaurante, salón de eventos, entre otros.

G. 10 millones cuesta por hectárea un terreno rural, en tanto que uno urbano, de 12 x 30 m2, se comercializa a G. 50 millones, aproximadamente.

300% aumentó el impuesto inmobiliario en Caraguatay, situación que los contribuyentes resienten y les dificulta el pago a la municipalidad.

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