Viaje por España (IV)

A la hora combinada, 10:30, puntualmente llegué a la bodega acompañado de dos amigos enófilos. Era una oportunidad única la de ser recibido por el propio Carlos Artadi (el enólogo actual), hijo de un enólogo de gran trayectoria y que sigue los mismos pasos de su padre, mejorando cada vez más los vinos e involucrándose en la parte comercial.

Artadi es una bodega de historia corta, si se puede decir así, ya que en el año 1985 fue creada una cooperativa con la unión de varios viticultores de Laguardia que no llegó al objetivo deseado, así que antes de que la empresa fuera disuelta, el señor Artadi (uno de los socios cooperativistas) propuso comprarla y quedar como socio mayoritario. Es a partir de ese momento que coloca toda su experiencia enológica en hacer un vino de Rioja con calidad superior y, más aún, llamativo, diferente, gracias a sus conocimientos adquiridos en Burdeos, Francia.

Una bodega orgánica y biodinámica

La primera acción en ser implementada fue trabajar las viñas de forma orgánica para que las mismas brinden racimos de uvas de calidad con el auténtico sabor del terroir, que para la familia Artadi es algo de mayor importancia. Segundo, respetar al máximo la vida de la vid y tratarla de forma biodinámica, para lastimarla lo menos posible y que toda la vida y potencia que ella puede tener sean trasmitidas a la salud de la planta y, por ende, llevadas a sus racimos. Ni el trabajo ni el resultado fueron inmediatos. Educar las viñas con este nuevo sistema de vida sin pesticidas ni agregados químicos hizo que las mismas, al comienzo, sufrieran muchísimo, dando como resultado añadas enteras sin uvas de calidad. Pero la transición entre estas dos etapas fue recompensada largamente; hoy las viñas de Artadi lucen saludables, con óptimos rendimientos de uvas de grandísima calidad que se trasmite directamente a sus vinos.

Vinos de altísima calidad

Antes de ir a la degustación visitamos cada uno de los detalles de su moderna bodega, en donde todos los procesos de vinificación son verificados y cuidados con sumo cuidado. Los vinos que se venden en la bodega son únicamente de sangrado (es decir, del mosto de uva que se obtiene por gravedad del peso mismo de la uva sin necesidad de prensarlo) lo que ya delata la calidad de los mismos.

Seguidamente, fuimos a su sala de barricas, donde solo hay barricas de primero y segundo uso, para darle siempre una complejidad aromática y gustativa al vino, sin hacer vinos Crianza, Reserva o Gran Reserva, ya que ellos, más que seguir reglas del DO Rioja, interpretan el terroir y las necesidades que los vinos obtenidos les están pidiendo, siendo los mismos siempre muy diferentes de añada en añada.

Carlos, gentilmente, —antes de invitarnos a degustar los vinos en uno de sus lugares preferidos, las cuevas subterráneas del pueblo de Laguardia (a tan solo 600 m) — nos invitó a conocer una viña que fue comprada por su abuelo con plantas de más de 150 años, el terroir de El Pisón, 2, 4 ha de suelo calcáreo en sus profundidades, lodoso en su cobertura, y al que nunca le falta agua, debido a un arroyo subterráneo que cruza la viña de forma perpendicular, dándole al mismo características únicas para producir el mejor vino de la casa. Así también, en el medio del viñedo hay un molino de agua de más de 300 años de edad, que dejó de funcionar pero aún está en pie, ya que dentro de él se guardan materiales de trabajo agrícola.

Terminamos degustando tres diferentes vinos de la casa en una elegante sala de degustaciones cavada bajo el pintoresco pueblo de Laguardia. Los disfrutamos en copas Riedel, como los vinos se lo merecían, ya que todo era perfecto.

A todos los lectores, ¡Feliz Pascua! y hasta el próximo sábado. ¡Salud!

Los vinos que se venden en la bodega son únicamente de sangrado (es decir, del mosto de uva que se obtiene por gravedad del peso mismo de la uva sin necesidad de prensarlo) lo que ya delata la calidad de los mismos.

oligayet@hotmail.com