¿Asesinato en Loma Pytã, o expresión sociopática juvenil?

A comienzos de enero del presente año ocurrió un hecho criminal que conmocionó a la sociedad paraguaya. Un joven de 19 años confesó haber violado, matado e incinerado a su expareja durante la realización de un supuesto rito “satánico” en el predio de la ex Caballería. Violar, matar, incinerar a una persona en un lugar al aire libre no es un crimen frecuente en nuestro país. Pero lo más peculiar del caso es el relato del criminal: el posible desarrollo de los hechos que se correlaciona fuertemente con los rituales de iniciación que suelen darse en una secta satánica tradicional. Además, se presenta la dificultad de que una sola persona pueda haber hecho semejante crimen. Secta satánica, ¿realidad o fantasía?

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La mayoría de la gente piensa que solo es parte de ficción de novelas o películas de terror, pero la verdad sobre el asunto es mucho más perturbadora. Una conocida periodista de este diario realizó una investigación sobre el tema y pudo confirmar la existencia de sectas de este tipo en nuestro país. Por lo tanto, los investigadores del asesinato no deberían descartar la hipótesis de un asesinato ritual, ya que en este tipo de crimen suelen haber varias personas involucradas y, por consiguiente, varios responsables.

¿Cuáles son las características de un asesinato ritual? Primeramente hay que entender lo que es un grupo de “culto”: es un grupo de personas con una excesiva devoción o dedicación a ideas, objetos o personas, consideradas como poco ortodoxas y cuyo objetivo principal es el sexo, poder y/o dinero y que son desconocidas por la mayoría de las personas. Una secta satánica sería un ejemplo de este tipo de organización.

En un asesinato ritual, los miembros de la secta pueden elegir una víctima al azar, aunque es más común que sea alguien que es miembro del grupo en cuestión. También pueden ser múltiples víctimas a la vez. En la escena del crimen pueden aparecer objetos simbólicos, que son inexplicables muchas veces. La disposición del cuerpo de la víctima depende del propósito del asesinato. Si el mismo es realizado con la intención de “dar un mensaje” el cadáver no suele ser escondido.

Cuando el grupo criminal es más organizado, usualmente el cuerpo es escondido para evitar su detección. Generalmente la locación de la escena del crimen suele ser un lugar apartado como una granja, un bosque, un lugar poco accesible o poco frecuentado.

En varios asesinatos rituales se han encontrado fosas comunes en el área donde la secta tiene su base. La evidencia forense más común en este tipo de asesinato suele ser: herida por armas de fuego, traumatismo por objetos contundentes y puntiagudos, sumandos a agresiones sexuales. Puede verse, en ocasiones, mutilaciones. Los líderes de la secta suelen estar metidos en estafas y pueden tener antecedentes criminales, aunque no es el caso cuando el culto es de un grupo disidente de alguna religión convencional (grupo religioso conocido por la sociedad). En ambos casos, el líder evidencia mucha habilidad para atraer y manipular personas, aprovechándose de sus debilidades o necesidades. Un aspecto importante a tener en cuenta para los investigadores es que el asesinato puede aparentar no tener ningún tinte ritualístico y/o ocultista.

El motivo del crimen frecuentemente es revelado en la asamblea de la secta como parte de la creencia del grupo. La motivación del líder podría ser el tener el control del grupo, eliminar miembros problemáticos o con poca “devoción” hacia su autoridad. Dentro de los asesinatos rituales podemos encontrar a criminales muy famosos como Charles Manson, Jim Jones, David Koresh y Adolfo de Jesús Constanzo. También es dable mencionar que en países como EE.UU., Italia, por dar un ejemplo, existen dentro del cuerpo policial agentes especializados en asesinatos relacionados con el satanismo y/o ritualismo.

Volviendo al caso del asesinato de Karina Sánchez (17) ejecutado por Juan Ramón Solís (19), intentaré realizar un análisis criminológico del caso, y trazar un perfil psicosocial del autor del crimen, según los datos que aparecieron en la prensa; aunque lo ideal sería tener información policial y forense de primera mano, como fotografías de la escena del crimen, informe de la autopsia, relatos de posibles testigos, etc. En primer lugar, y con base en las evidencias encontradas, clasificaríamos el caso como un crimen con tendencia “organizada”, y por lo tanto su autor es un asesino también organizado. ¿Que explicación tiene este concepto? Significa que en la escena del crimen y en el criminal mismo existen planificación, premeditación, de ahí el nombre de organizado.

Las características de este tipo de delincuentes son las siguientes: tienen tendencia psicopáticas, son inteligentes. Usan métodos de control. Se preocupan en eliminar las evidencias forenses. La agresión es planeada, no es un acto impulsivo. Controlan la escena del crimen. Cometen muchos actos agresivos; personalizan sus víctimas; necesitan una persona a la que humillar, controlar, agredir.

El agresor interactúa, se comunica con ella, tiene un significado. Esta clasificación no es rígida, pudiendo existir crímenes “mixtos”, es decir, en una escena del crimen o en un criminal se pueden encontrar aspectos de control al comienzo del asesinato, pero al final él mismo puede cometer errores por el nerviosismo o la falta de experiencia delictiva y terminar su acto de manera desprolija. La elección de la víctima (persona conocida por el asesino) por ejemplo, y elegir como lugar del crimen una escena cercana a la propia residencia es un aspecto “desorganizado”, tal cual aconteció en el presente caso, aunque como ya mencionamos, la tendencia es la organización. Con referencia al perfil de Juan Solís, podríamos decir que este tipo de persona carece de empatía para con los demás. No tiene culpa, no se arrepiente de sus actos. Es manipulador y narcisista. No es un loco o alineado, pues comprende perfectamente la realidad, la diferencia entre el bien y el mal. Tiene problemas con el control de los impulsos agresivos y sexuales. Solís ya había intentado violar a su expareja, tratando de atarla a una cama. Esto manifiesta sadismo, el placer por el control total de otro ser humano. Este sujeto es rígido e inflexible. Esconde una fuerte tensión en su interior, es rebelde con lo establecido. No se permite tener fracasos. Existe una inhibición de los sentimientos y baja capacidad para las relaciones interpersonales.

Estos aspectos dislocan la personalidad y provocan importantes perturbaciones psicológicas. Siente el mundo como un lugar nocivo del que hay que protegerse. Muchas veces este tipo de personas han sufrido eventos traumáticos en su desarrollo. Son muy susceptibles y cuando cargan con mucho estrés reaccionan de forma explosiva por cualquier hecho irrelevante, principalmente contra familiares o personas allegadas que hayan contribuido a engrandecer la tensión. Tienen una mala regulación de las emociones y por lo tanto mayor probabilidad de desequilibrase. Una persona como Juan Solís es producto de la interacción de ciertos genes anómalos sumados a la influencia del mal ambiente donde se desarrolló. Por lo tanto, los conceptos de imputabilidad e inimputabilidad se vuelven relativos –incluso el libre albedrío–, ya que la estructura determina el “Yo”; y solo si la persona la conoce podrá modificarla. En el aspecto criminológico, cabe mencionar que lo que atrae a los jóvenes involucrados en prácticas satanistas y/o ocultistas, son los “rituales”. Muchos violadores, pedófilos, narcotraficantes, cometen delitos que tienen un fuerte contenido ritual. Prácticas como el satanismo son formas de expresar conductas psicopáticas, donde se racionalizan consciente o inconscientemente  actos sádicos. La parte ritual o ceremonial del crimen de Karina Sánchez se limita a expresar el modus operandi del o de los asesinos y no tiene ningún significado espiritual. Refleja lo simbólico, manifestándose la fantasía sexual y el poder del criminal. Los motivos en este tipo de crímenes suelen ser el dinero, sexo, o los conflictos interpersonales, y no para satisfacer las necesidades del ritual.

La participación real del satanismo suele ser secundaria e insignificante. Los supuestos relatos de la influencia de la secta, o el estar poseído por algún espíritu demoniaco, suelen usarse para evitar la responsabilidad penal y evitar ir a parar a la cárcel. Lastimosamente, nos estamos convirtiendo en una sociedad cada vez más violenta, reflejo de la desestructuración familiar, la pérdida de valores, falta de orientación; de modelos sanos a quien imitar. La anomia reinante es la consecuencia lógica de tales influencias.

(*) Máster en Psicopatología Forense. Perfilador criminal.

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