El sabio y el perdido nunca faltan en el grupo de trabajo

El profe pide un trabajo grupal y vos ya tenés tu equipo conformado, en el que no falta el sabio griego perfeccionista, que todo lo sabe y siempre busca sorprender al maestro. No se quedan atrás el criticón, cuyos gustos son imposibles de complacer, ni el pillo que desaparece desde el inicio hasta casi el final de la labor. Pese a que nadie escapa de las tareas en conjunto, se puede ver el lado entretenido.

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Cada uno tiene su forma de ser, lo que lo hace único, pero la singularidad también está presente en el momento en el que los compañeros se reúnen para hacer la tarea. No falta el sabelotodo, quien realiza casi el 99 % del trabajo. Este hecho puede darse por razones: el personaje es perfeccionista y piensa que si varios quieren ayudar, se convertirán en molestia antes que en colaboradores; o lo que es peor, tal vez, todos desaparecieron y le dejaron solo con la carga.

Tampoco se ausenta el que dice que va a ayudar y se compromete con explorar en libros e internet; nadie es más entusiasta que él. No contento con hacer la parte investigativa, también dice que cuentan con él para las diapositivas, carteles y lo que hubiere lugar. Es la iniciativa hecha carne, pero al final no hace nada. Sus excusas van desde "mi gatito se enfermó" hasta "el primo del hermano de mi vecino falleció"; en síntesis, a sus palabras iniciales se las lleva el viento.

Como el perro en la cancha de fútbol, es infaltable aquel que no sabe más que el tema del que se está tratando y eso ya es plausible para él. El personaje solo se deja llevar por la corriente; va a las típicas reuniones que se hacen con el objetivo de arreglar los detalles del trabajo, pero no presta ni la más mínima atención.

Jamás se le puede dar el gusto al indispensable criticón. En el momento de las iniciativas nunca pone sus cartas sobre la mesa, sin embargo, para desechar las opciones propuestas por los demás, no cierra la boca; es el contrera por excelencia. Asimismo, "existe" el que desaparece desde el inicio hasta casi el final del trabajo. No hay rastros de él, pero en el último tramo del esfuerzo, cuando ya todo está por terminarse, el individuo se digna en manifestarse.

En fin, los trabajos en equipo también son útiles para conocer más a fondo a los compañeros. Pese a las peripecias que uno pasa en el transcurso de la tarea, se puede buscar el lado divertido, tomar con más ligereza la labor y entretenerse con los amigos.

Por Dayhana Agüero Brítez (19 años)

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