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Somos como una olla llena de maíz, el Gobierno nos “calienta” con sus acciones imperdonables hasta que explotamos como el pororó y hacemos mucho ruido, pero este es tan insignificante que no logra ejercer presión para mover la tapa que nos tiene atrapados. La verdad es que estamos listos para que los candidatos devoren nuestras esperanzas en las próximas elecciones porque cuando mayor es nuestra indignación, más vulnerables somos a caer en sus promesas.
Algún descuido puede destapar la olla, pero el Gobierno se encarga de hacer desaparecer al revolucionario que pudo mostrar la verdad al pueblo, como es el caso del fiscal Carlos Arregui, quien fue trasladado de su puesto justamente cuando llevaba a cabo una investigación a los parlamentarios.
Cuando unos cuantos pororós salen a buscar el bien para todos, los demás, por miedo o por resignación, quedan en la cacerola haciendo simple ruido. La mayoría le da “me gusta” a las páginas que están en contra o a favor de las manifestaciones como se dio el 26 de marzo de este año cuando se convocó a huelga general. Llovieron los comentarios de personas que se quejaban del paro de actividades “¿Por qué no hacen algo de su vida?” escribían, mientras otros fueron a arriesgarse por defender nuestros derechos.
Lo ideal sería una verdadera conciencia en el día de las elecciones cuando destapen la olla y tengamos que elegir al “cocinero”. Los políticos estarán desarmados y nos necesitarán para llegar al poder, entonces, es ahí cuando no debemos dar el voto a una persona solo para nuestra conveniencia, sino porque en verdad creemos que hará al menos un pequeño cambio positivo en el país.
Por Lía M. Barrios (18 años)