Alimentación adecuada para prevenir problemas con la vesícula biliar

En esta nota hablamos de los cálculos en la vesícula biliar, sus síntomas y cómo prevenirlos desde la alimentación.

Problemas en la vesícula biliar.
Problemas en la vesícula biliar.Shutterstock

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Hoy trataremos una afección bastante común, de la que todo el mundo habla aunque sin conocerla a profundidad: los famosos cálculos en la vesícula. Cómo reconocer los problemas que podrían relacionarse con la vesícula biliar y cómo prevenirlos con la alimentación adecuada.

¿Qué es la vesícula?

Es un órgano en forma de pera, ubicado en la superficie inferior del hígado. Su función principal es la de concentrar y almacenar la bilis que es producida en el hígado, lo que a su vez ayuda a digerir los alimentos con grasa. Durante y después de una comida, la vesícula se contrae para expulsar la bilis, la cual entra al conducto cístico y luego al conducto principal o colédoco para llegar al intestino (duodeno).

Cálculos en la vesícula biliar

Se forman cuando la bilis acumulada en la vesícula biliar se endurece y forma un material similar al de las piedras. Demasiado colesterol, sales biliares o bilirrubina (pigmento biliar) pueden causar cálculos. La eliminación demasiado lenta de sustancias por parte de la vesícula biliar también puede contribuir a este problema.

Existen dos tipos de cálculos en la vesícula biliar: los de colesterol y los de pigmentos. El 80 % de los cálculos en la vesícula son de colesterol. El tamaño puede ser desde el de un grano de arena al de una pelota de golf. Una persona puede tener un solo cálculo o varios de ellos.

Los cálculos de pigmentos tienden a desarrollarse en las personas que padecen cirrosis, infecciones de las vías biliares y trastornos sanguíneos hereditarios como la anemia de células falciformes. Las causas de este tipo de cálculos no se saben con certeza.

Factores de riesgo

- Obesidad, sobre todo en las mujeres.

- Exceso de estrógenos, debido al embarazo, terapia hormonal sustitutiva o píldoras anticonceptivas.

- Mujeres entre los 20 y 60 años tienen el doble de probabilidades de desarrollar cálculos en la vesícula que los hombres.

- Las personas mayores de 60 años son más propensas que las jóvenes.

- Los medicamentos que reducen el colesterol de la sangre pueden hacer aumentar el colesterol que se secreta en la bilis lo cual, a su vez, aumenta el riesgo de padecer cálculos.

- Los diabéticos con niveles elevados de ácidos grasos (triglicéridos).

- Adelgazamiento rápido, ya que cuando el cuerpo metaboliza la grasa de una persona que adelgaza rápidamente hace que el hígado segregue una cantidad extra de colesterol en la bilis.

- El ayuno reduce la movilidad de la vesícula biliar, causando que la bilis presente una concentración excesiva de colesterol.

Los síntomas de los problemas en la vesícula biliar

Al principio, la mayoría de los cálculos no causan síntomas. Sin embargo, cuando aumentan de tamaño o cuando empiezan a obstruir las vías biliares pueden aparecer síntomas o cólicos, generalmente después de comer alimentos grasos por las noches. Cada individuo puede experimentarlos de manera diferente, entre otras cosas, con:

- Dolor abdominal que aparece y desaparece.

- Náuseas.

- Vómitos.

- Fiebre.

- Escalofríos.

- Ictericia (color amarillo de la piel y los ojos).

- Intolerancia a los alimentos grasos.

- Eructos o gases.

Cuidados nutricionales

- Dieta hipograsa (baja en alimentos grasos).

- Evitar alimentos que produzcan flatulencias, como los aliáceos, ajo, cebolla, locote, brócoli o coliflor.

- No consumir chocolate porque se tolera muy mal (contiene oxalato).

- Valorar la ingesta de vitaminas liposolubles.

Recomendaciones

Si los cálculos no causan síntomas, generalmente, no se necesita tratamiento. Sin embargo, si el dolor persiste se recomienda una visita a su médico para realizar el diagnóstico correcto.

En caso de tener síntomas o presentar complicaciones, se suele indicar un tratamiento quirúrgico llamado colecistectomía (que significa extirpación de la vesícula con los cálculos), realizada mediante incisión quirúrgica o por laparoscopía.

Una vez extirpada, la bilis fluye directamente desde el hígado hasta el intestino delgado. Los efectos secundarios de este procedimiento pueden incluir la diarrea, debido a que ya no existe bilis almacenada en la vesícula.

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