En las postrimerías de la guerra

Orillas del arroyo Itandey. Las tropas del mariscal López acamparon en este lugar el 10 de setiembre de 1869. López abandonaría este campamento el 17 de octubre para dirigirse a San Isidro de Kuruguaty. Fotografía de Pablo Medina, periodista de ABC asesinado en esta misma zona, el 14 de octubre de 2014, en cumplimiento de su deber.
Ykua Madama. Paradisiaco lugar en las faldas de la serranía de los Altos a 800 metros del Campamento de Cerro León. El nombre le habría sido dado porque Elisa Lynch acostumbraba disfrutar de sus aguas.
Antigua imagen del corredor norte de la Iglesia de Piribebuy. Frente a una de estas columnas fue desmembrado hasta morir, el coronel Pedro Pablo Caballero después de la batalla del 12 de agosto de 1869.

La doliente caravana llegaba a Ygatimi el 31 de octubre para instalarse al norte de la villa. El Mariscal eligió para su habitación una casa con techo de pajas “a un costado del camino real”.

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A dos cuadras de distancia en dirección al pueblo, se instaló la Mayoría. El ejército en cambio, se estableció al otro lado del enclave, en la margen izquierda del arroyo Itanarami.

“Dos o tres días después”, López convocó un consejo de jefes y oficiales para dar un corte definitivo a la causa incoada a su madre y hermanas. Reunido el dicho consejo, todos opinaron que doña Paula debía ser perdonada. Solo Silvestre Aveiro aventuró una opinión distinta a favor de un castigo, pero el Mariscal no tomaría ninguna decisión.

A esas alturas, en Concepción, se habían reunido “más de 4.000 paraguayos” en los campamentos brasileños. Hombres y mujeres, heridos, ancianos y niños que “se morían de hambre”, según el informe que Cámara brindaba al Gral. Manuel Osorio el 5 de noviembre de 1869. “Si el Gobierno Provisorio no toma en serio el estado de estos desgraciados –detallaba la nota– tendrá que verlos morir de hambre”. En tanto que la situación en el campamento de los paraguayos de Ygatimí, era todavía peor, si eso se pudiera. Cerca de allí, en Espadín las mujeres “destinadas” ya habían terminado de comerse a los burros, los bueyes y hasta a los perros. Ya sin alternativas para la carne, comerían más tarde, sapos, serpientes y lagartos, de acuerdo a varios testimonios.

El campamento de Ygatimí –o Terekañy, como también era conocido el poblado– fue abandonado el 28 de noviembre. El nuevo destino era el Arroyo Guasu donde la columna arribó el 2 de diciembre. El Mariscal estableció su campamento sobre la margen derecha de la corriente. Tres días más tarde, de allí partirían “el coronel Genes y los mayores Carmona y Salinas” para relevar al coronel Romero y al mayor Páez de la jefatura de las tropas del Norte. Estos serían fusilados el 11 siguiente por el intento de pasarse al enemigo.

En el aniversario de la Virgen de Ka’akupe, “venerada por el ejército”, hubo en el campamento “una parodia de banquete” de acuerdo a la calificación del coronel Centurión. Según O’Leary, el Mariscal quiso compartir con sus jefes y oficiales, “su mísero pan” en el intento de inyectarles “el fuego de su entusiasmo”.

El 11 de diciembre, se traslada a Zanja Hû, cerca de Panadero, frente al paso del Aguaray Guasu. Las penurias del hambre y la diaria mortandad seguían acompañando la marcha. En este campamento, López finiquitó la causa de su madre, hermanas y Venancio, su hermano, con esta providencia: “Sea interponiendo desde ahora para su tiempo, todo mi valer en favor de mi madre y hermanos, aquello que la ley aún pudo permitirme”.

El 28 de diciembre siguiente, abandonaría Zanja Hû. Se proponía cruzar al lado Este del macizo del Mbarakaju para seguir hacia Chirigüelo, al Norte, en paralelo a las sierras del Amambay.

En “medio de una lluvia incesante que duró más de un mes” era imposible aquella marcha con los numerosos heridos y enfermos de la columna. Se decidió entonces que en el “hospital” del lugar –como ocurriera el 16 de Agosto anterior, cerca del Yhaguy– quedarían confiados a la caridad del enemigo, cerca de 700 heridos y mujeres que los cuidaban. Como los brasileños ya habían abandonado la persecución de López, todos estos infelices morirían de inanición. Sus huesos fueron encontrados recién en 1873, por miembros de una Comisión Demarcadora de Límites.

jorgerubiani@gmail.com

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