"El compromiso de nuestro país con el pueblo ucraniano sigue siendo firme y decidido. Nuestra posición en el dosier de los activos rusos no lo pone en cuestión de ninguna manera", dijo el monarca en el tradicional discurso televisado.
La oposición de Bélgica fue el motivo principal de que la UE no lograse la semana pasada aprobar un préstamo financiado con el efectivo que generan los activos rusos inmovilizados por las sanciones, unos 210.000 millones de euros de los que 185.000 millones se encuentran custodiados por la entidad belga Euroclear.
Temeroso de las represalias económicas y jurídicas por parte de Moscú, el Gobierno liderado por el nacionalista flamenco Bart de Wever pidió una serie de garantías de cobertura mutua de esos riesgos que no fueron aceptadas por el resto de los Veintisiete, que finalmente optaron por financiar un crédito de 90.000 millones con la emisión de deuda conjunta.
En un discurso centrado en la defensa del "bien común", el rey Felipe de los belgas hizo hincapié en que la paz en Europa se ve hoy "amenazada por ambiciones hegemónicas, en particular en Ucrania" e instó a ser solidarios en el seno de la UE para defenderla.
"No dejemos que nadie nos divida. Juntas, nuestras democracias son mucho más robustas de lo que podríamos pensar", dijo en un discurso en el que también hizo un alegato en favor de la lucha internacional contra el cambio climático y por la preservación de la biodiversidad.
En clave nacional, el monarca belga se refirió a las "difíciles" negociaciones presupuestarias que permitieron lograr en noviembre un acuerdo que prevé un ahorro de 9.200 millones de euros a base de recortes en las pensiones y en ciertas prestaciones sociales, junto a un aumento de tributos como el IVA, que ha generado numerosas protestas sindicales en el último trimestre.
En este sentido, señaló que "no hay remedios milagrosos ni soluciones unívocas" para lograr una mejora de las finanzas públicas al tiempo que se preserva el modelo social del país, pero subrayó que "habrá que estar vigilante sobre la puesta en marcha de las medidas anunciadas y no perder de vista los objetivos iniciales, asegurando que la solidaridad sigue beneficiando a los que más la necesitan".
Felipe de Bélgica criticó además la duración "irrazonable" de las negociaciones para formar gobierno en la región de Bruselas, subrayando la sensación de "abandono" que genera en colectivos como la policía o los trabajadores sanitarios.
"El bien común (...) nos permite vivir juntos, dignamente, seguros, en un mundo sano y justo. Debe seguir en el centro de nuestra acción, aún cuando esto exija hacer elecciones difíciles. Tanto más cuando hoy se ve regularmente relegado a un segundo plano, incluso rechazado en beneficio de intereses particulares", afirmó el jefe de Estado belga.