Palito Ortega se despidió de Paraguay y dejó a todos con el corazón contento

Miles de personas se dieron cita anoche en court central del Yacht y Golf Club Paraguayo para un reencuentro con Palito Ortega, quien se despide de los escenarios tras más de 50 años de carrera. Un emotivo show ofreció el argentino, quien en todo momento destacó el poder de los sueños y el sustento del amor familiar.

Palito Ortega recordó las épocas doradas del rock and roll en un recorrido por su historia musical.
Palito Ortega recordó las épocas doradas del rock and roll en un recorrido por su historia musical.

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Un Yacht y Golf Club Paraguayo casi lleno recibió a La Retroband como antesala al esperado show de despedida de Palito Ortega. El grupo paraguayo puso a la gente a bailar con clásicos retro, dejando el ambiente a punto para la aparición de la figura argentina.

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La impaciencia reinaba en el lugar. Varias rondas de aplausos y el grito al unísono de “¡Hora, hora!” se escuchaban. Cuando pasaron unos cinco minutos de las 22:00 apareció la banda seguida de Palito Ortega, enfundado en un traje blanco y camisa, frente a una gran pantalla que mostró coloridas imágenes.

“Un muchacho como yo” fue el puntapié inicial de este que sería un viaje en el tiempo y a la celebración de aquellos recuerdos alegres de toda una generación. Al finalizar la interpretación, Palito se dirigió a la gente y agradeció por acudir a la cita. “Siempre guardé el recuerdo amoroso de mis visitas anteriores. Bienvenida familia, gracias”, se expresó.

“Bienvenido amor”, “Viva la vida” y “Corazón contento” empezaron a hacer de este un recorrido hacia épocas doradas del rock and roll, mientras la gente se mostraba efusiva y contenta.

En otro tramo de la noche, Palito manifestó que la primera vez que vino a Paraguay estrenó una canción muy especial para él. Dijo que no sabía todo lo que iba a pasar luego con ella y los lugares a los que le llevaría. Así llegó el momento de hacer “Despeinada”, seguido por “La felicidad”, que la gente cantó a todo pulmón, bailando y levantando los brazos.

Luego de pasajes bastante electrizantes, Ortega expresó que el ritmo bajaría un poco pero para mecerse al ritmos de baladas. Tomó una guitarra para hacer una versión en español de “Ragazza dagli occhi d’oro”, recordando también el haber conocido a Luis Alberto del Paraná en sus viajes por Europa.

En una noche teñida por los recuerdos, rememoró al Club del Clan, grupo del que formó parte en sus inicios, y rindió homenaje también a Chico Novarro y Violeta Rivas, al son de “Qué suerte”.

En otro momento dio protagonismo a su compañero Lalo Fransen con quien, destacó, lleva “más de 50 años de amistad”. El músico pasó al frente para ofrecer un enérgico popurrí de “Locura rítmica”, “Corre González” y “La bamba”.

Palito volvió al centro, luego de agradecer a su amigo, para recordar aquellas épocas en que el rock and roll estaba de moda y alabar al “mejor Presley de Latinoamérica”, refiriéndose a Sandro. Ahí llegó la aclamada “Popotitos”, en medio de un Yacht convertido en una gran pista de baile.

“Empecé a mis 20 y cuando eso no me agitaba nada, y ahora…”, dijo entre risas y suspirando Ortega, recibiendo un gran aplauso. Recobró el aliento pero casi al instante empezaron los acordes de la balada “Vestida de novia” que cantó como si hasta hace un rato no estuviera moviéndose por todo el escenario. “Las canciones melódicas me dieron satisfacción”, confirmó. Continuó luego con “Una sonrisa” y “Sabor a nada”.

También recordó su infancia humilde y todo lo que hizo para salir delante de forma honesta, desde vender periódicos hasta cosechar frutas. “La vida es un desafío permanente. Les pido que se levanten y agradezcan a Dios cuando se ponen de pie”, reflexionó el artista quien, en todo momento, se mostró muy espiritual. Allí llegaron “El changuito cañero” y “Autorretrato de mi vida”. Esta última canción afirma: “Soy el retrato de mi alegría”, algo que Ortega lo entendió muy bien.

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Tras recibir distinciones de Visitante Ilustre, tanto de Lambaré como de Asunción, entregó “Se parece a mi mamá” y “Yo tengo fe (Que todo cambiará)”, reiterando a todas las personas que “no bajen los brazos nunca y peleen por sus sueños”. Con aplausos despidió la gente a Palito Ortega, quien ofreció su última actuación en Paraguay, en el marco de esta gira de despedida.

Flanqueado por una gran banda, el artista lució su carisma y su sorprendente gran energía para la edad que tiene. Pero, claramente, con él se cumple la frase que la edad es solo un número y el espíritu es algo que puede mantenerse joven. Sin dudas, a él lo mantiene su amor por la música y la conexión con la gente.

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