Explosión de colores, música, alegría y reflexión con Liniers y Kevin Johansen

Melodías pegajosas como también de esas que mecen, diversión, crayones, témperas y avioncitos de papel. Todos estos condimentos mezclan con singular belleza el músico Kevin Johansen y el dibujante Liniers, en un espectáculo en el que no solo combinan sin dificultad sus destrezas artísticas sino que llaman también a portar las banderas del disfrute, la risa y el baile. Así fue el show que dieron anoche ante un Teatro Guaraní repleto de un público emocionado.

Kevin Johansen saludando, levantando las manos, mientras es rodeado por el público hacia casi el final de la fiesta.
Kevin Johansen saludando, levantando las manos, mientras es rodeado por el público hacia casi el final de la fiesta.Guti González

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Ya casi pasadas las 20:00 el público estaba sentado en las butacas, pero también había un gran número de gente que seguía llegando. Entre ansias e ilusión, media hora más tarde salió a escena el músico paraguayo Neine Heisecke, quien tuvo la misión de romper el hielo antes del plato principal.

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Con una guitarra y valiéndose de programaciones para sumar ritmo, el compatriota presentó sus temas propios como “Sos feliz”, “Sauce”, “Siesta”, “Recorte y pegue”, contando que este último tiene en el disco “Los perros de la calle luna” a Kevin Johansen como colaborador, luego de una generosa sesión de grabación.

Un tanto nervioso, seguro por la emoción de la ocasión, se notó Heisecke, pero fue bien recibido por la audiencia. Además, en un momento Johansen salió a regalarle un abrazo y a desatar desde ese momento la locura de la gente. Tras este gran gesto de sencillez, faltaba casi nada para que el telón corra y salga la dupla con sus mejores armas: pinceles, crayones, papeles e instrumentos musicales.

Pasados unos minutos nada más de las 21:00 Liniers y Kevin entraron al ruedo. Luego de saludar y sonreír, fue cada uno a su puesto, a su propio altar al arte que realizan. “Road Movie” dio inicio a la travesía, mientras los primeros trazos de Liniers eran proyectados al fondo en una pantalla gigante y se mezclaban con imágemes de calles de Paraguay.

Terminó la canción y la gente aplaudía a borbotones, con mucha efusividad. Johansen pidió “palmeras”, o sea “palmas rockeras”, mientras se paró y se paseó un rato con su guitarra antes de hacer “Es como el día”, que grabó con su hija, la también cantante Wiranda.

“Amor finito” y “Baja a la tierra” siguieron en el set, mientras el dibujante creaba mundos imaginarios en los grandes pedazos de papel que tenía en su mesa, utilizando diferentes elementos e incluso sus manos para multiplicar colores. Así llegó el primer envío de avioncito hacia la platea, que corrió para intentar estar más cerca y llevarse un regalo.

Dos versiones llegaron más tarde, ya que no solo en su último álbum “Tú ve” sino también en otros trabajos, Johansen incluye clásicos de otros artistas, como el caso de “Perfect day”, de Lou Reed, y “Modern love”, de David Bowie, en tanto Liniers acompañaba con un piano imaginario plasmado en sus hojas o cuestionaba a la inteligencia artificial, subrayando que lo que importa es la inteligencia emocional. Diversión pero también corazón.

Un concierto lleno de matices

Por supuesto, entre canción y canción, luego de los aplausos, Johansen y Liniers conversaban, se hacían chistes como por ejemplo sobre la humildad de los argentinos, algo de lo que hablaron de forma irónica pero riéndose de ellos mismos. También todo el tiempo se tiraban flores, metafóricamente, y era un disfrute sentir lo mucho que realmente se admiran, ya que eso se imprime en su presencia en escena que se siente por completo al natural.

La delicada “Tú ve”, que analiza formas de amar, fue precedida por “Mc Guevara’s o Che Donald’s”, que se involucra en el terreno político, en tanto Liniers tomaba también una armónica y la ejecutaba, para encender aún más a un público que disfrutaba sin igual. “My name is peligro” también sonó para dar paso a “No voy a ser yo”, donde estuvo invitado un Neine Heisecke que brillaba de la emoción. Una hermosa sorpresa.

También Johansen tuvo tiempo de presentar su tema original más reciente, “Vals de la luna”, al mismo tiempo que Liniers mostraba que también tenía lienzos negros para sacar a volar sus trazos coloridos y delicados. Así, de una ternura y una emoción poderosa, pasamos a la risa desaforada, porque así es un espectáculo de esta dupla, impredecible e increíble. Es que para “La chanson de prevent” Liniers iba mostrando cómo se “pronunciaban” las palabras en francés, condimentando con bromas delirantes.

“El círculo”, “La hamaca” e “Hindue blues” también sonaron, mientras Kevin iba intercambiando los instrumentos que lo rodeaban, entre guitarra, banjo, ukelele, hasta una guitarra eléctrica con la cara de Hello Kitty.

El inesperado intercambio vino más tarde en el show, cuando ambos demostraron que podían hacer lo que hace el otro, algo que lo tomaron como un desafío. Allí Johansen empezó a dibujar a Liniers, mientras este tocaba el ukelele para hacer “Creep” y luego un gracioso momento donde mostró lo que aprendió con un video, de que hay muchas canciones que pueden hacerse con solo cuatro acordes, pero que al final todas “le chorearon” a “Let it be”.

El público estaba solamente extasiado, la alegría era total y las risas no paraban, así como los aplausos y también los momentos de silencio respetuoso e introspectivo, en este espectáculo que fue posible de la mano de la producción de Planea Música e Incamino.

La recta final se desarrolló con una seguidilla de temas como “Desde que te perdí”, “Down with my baby”, “A little respect”, “Sos tan fashion”, “Everything is (Falling into place)”, “Anoche soñé contigo”, “Guacamole”, “Cumbiera intelectual” y “Fin de fiesta”, con la gente encendida y en plena bailanta ya sobre el escenario.

Así despidieron un show de casi más de dos horas, donde el tiempo pasó volando, porque es lo que sucede cuando uno está completamente inmerso en abrazar las alegrías. Aunque también puede estar abrazando penas, aceptando que todo pasa, algo que se logra con buena música, momentos irrepetibles como este, que recuerdan que el arte, todo tipo de arte, puede ser ese brillo necesario, esa mano amiga, ese acorde emotivo o ese trazo colorido, el que nos recuerde cuán vivos estamos. Gracias por estas canciones que se pueden ver y esos dibujos que se pueden oír.

*Fotografías de Guti González.

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