Varios grupos de derechos humanos han criticado el posible levantamiento de la suspensión de Twitter del expresidente Donald Trump. Pero me pregunto si no sería bueno permitir que Trump vuelva a la plataforma, con algunas limitaciones, y dejar que haga el ridículo frente a todo el mundo.
Recién llegado de una visita oficial a Cuba, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador dijo que probablemente no irá a la Cumbre de las Américas del 6 de junio en Los Ángeles a menos que el presidente Joe Biden invite a Cuba, Venezuela y Nicaragua. Pero Biden no debería ceder ante este intento de extorsión.
Los candidatos izquierdistas lideran cómodamente las encuestas para las elecciones de este año en Brasil y Colombia, lo que parecería indicar que la región se inclinará más hacia la izquierda. Pero, incluso si eso sucediera, es poco probable que veamos un regreso a los populismos radicales de principios de los años 2000.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, 36, la nueva estrella de la izquierda latinoamericana, merece un aplauso por su condena sin ambigüedades a la invasión rusa de Ucrania. Pero sería mucho más coherente con su defensa de las libertades fundamentales en todo el mundo si adoptara una posición más firme sobre las dictaduras de Venezuela, Nicaragua y Cuba.
Las democracias más grandes de América Latina están cometiendo un gran error al no denunciar sin ambigüedades la invasión rusa a Ucrania y al no imponer siquiera sanciones simbólicas al dictador ruso Vladimir Putin. No solo se están colocando en el lado equivocado de la historia, sino también en el lado equivocado de sus propios intereses económicos.
El presidente Joe Biden envió recientemente un equipo de funcionarios de alto rango a Caracas para conversar con el dictador venezolano Nicolás Maduro sobre un posible acuerdo petrolero que ayude a hacer bajar los precios de la gasolina en Estados Unidos. Pero Biden debería haber enviado a sus colaboradores a otro país que podría convertirse en un proveedor de petróleo mucho más prometedor: Guyana.
El viaje del presidente Joe Biden a Europa para conversar cara a cara con los líderes europeos sobre la invasión rusa de Ucrania en una cumbre extraordinaria de la OTAN el 24 de marzo es una buenísima idea. Pero, para lograr una resultado significativo, se debería invitar a un huésped adicional: Vladimir Putin.
Muchos especulan que una invasión de Rusia a Ucrania sería una bendición para América Latina, porque la región se beneficiaría de un aumento de los precios mundiales de las materias primas si Washington impone sanciones económicas a Rusia. Pero creo que quienes piensan así se equivocan.