Este año 2020 será recordado en todo el mundo, y principalmente en el Chaco, como muy especial, donde la pandemia cambió actitudes personales y colectivas. En el Chaco contribuyó, por ejemplo, a reiteradas olas de asistencia alimenticia para los sectores vulnerables, que difícilmente dejarán que esta ayuda se levante.
El acueducto para el Chaco Central parece un sueño rebelde, un proyecto de nunca acabar. Era un anhelo que miles de habitantes del Chaco esperaban volverse una realidad. Hasta ahora no llegó a convertirse en lo imaginado, una solución a la escasez de agua en la zona, y que está golpeando como hace décadas no pasaba.
Días atrás los chaqueños vivimos una vez más un ilegal cierre de la Ruta Transchaco, esta vez en zona de Mariscal Estigarribia. Allí los indígenas reclamaron con todo derecho la titulación de 10.079 hectáreas de tierras en Infante Rivarola, que el Estado paraguayo les concedió hace 36 años, pero tanto el desaparecido Instituto de Bienestar Rural (IBR) como el Instituto de Desarrollo Rural y de la Tierra (Indert) y Instituto Paraguayo del Indígena (Indi) nunca se preocuparon de titularlas, propiciando de esta manera la invasión de personas adineradas, con un simple papel en mano.