Jessica Estigarribia, cellista paraguaya egresada de la Universidad Nacional de las Artes (Buenos Aires, Argentina), conformó un sexteto para dar vida a siete creaciones propias, que serán estrenadas en la capital argentina gracias a “Ritmos sincronizados de la naturaleza”, su primer disco, producido y editado por ella. Antes, había colaborado en álbumes de otros artistas.
Las siete obras, arregladas para sexteto, fueron “inspiradas principalmente por el jazz, pero también influenciadas por el folclore de Paraguay y la música rioplatense”, según contó la artista.
Esta música, manifestó Jessica, es también parte de “una búsqueda de expresar algo propio y nuevo, fusionando las influencias antes mencionadas pero mostrando un lenguaje distinto y fresco”. La artista persigue así “transitar por nuevas sonoridades y dialogar con libertad. Contar la música desde un lugar actual, sin desvincular la expresión artística del momento histórico y cultural”.
El sexteto, además de Estigarribia, está conformado por Juan Klas (flauta y saxo tenor), Jeanette Nenezian (trompeta), Paolo Vidal (contrabajo), Tomás Velázquez (piano) y Omar Menéndez (batería).
“Para mí es un placer enorme trabajar con mis compañeros de grupo, todos de gran capital humano y musical. Todos los integrantes se destacan individualmente por su trabajo, casi todos lideran y producen sus propios grupos, y también integran y suman a numerosos proyectos de la escena musical porteña”, detalló la instrumentista y compositora.
Justamente, desarrollarse en el ámbito compositivo es algo que a la artista le llena de emoción, por ser además la primera vez que produce un álbum como creadora. Asimismo, destaca el hecho de que esto esté pasando en “un momento histórico y cultural tan emergente para las mujeres”.
“Nos estamos empoderando”, subrayó Jessica, y resaltó que “están sucediendo cambios transcendentales respecto a perspectiva de genero”. En dicho sentido cree que es “necesario aportar una dosis de feminismo” a través de su arte. “Me siento muy inspirada por otras compañeras, porque somos cada vez más las mujeres accionando y elevando nuestra voz en pos de esta causa colectiva y transformadora, y estamos dando pasos cada vez más firmes”, sentenció.
Este viernes 1, además del concierto, también será lanzado “Ser del Mundo”, el primer corte del disco, en plataformas digitales. Mientras que el álbum completo, distribuido con el sello Club del Disco, estará disponible a partir del 22 de noviembre.
Emociones plasmadas en música
La artista rememoró que este proyecto empezó a gestarse hace dos años, cuando para ella la composición pasó a “ser una necesidad para contar ideas”. Luego, “fueron varios meses de darle forma a esas ideas” y al final cuando el material “empezó a resonar y tener sentido para un grupo de personas”, todo se tornó “realmente significativo”.
Estigarribia considera que los procesos creativos deben ser contados incluso si estos no son “placenteros en todo momento”. “Es lindo ver una obra ya terminada, pero la gestación implica enfrentarse con la versión más genuina de uno mismo, y hay algo de eso que nos cuesta, porque nos enfrenta con miedos y nuestro lado oscuro, pero es necesario adentrarse a esa oscuridad, reconocerse y sincerarse, tanto con nuestras luces y sombras”, reflexionó Jessica.
La cellista insistió en la importancia de mencionar la “parte no tan linda” de los procesos, pues eso sirve “para no desmotivarse y animarse a transitarlo”, ya que “en el medio de ese transitar se van dando las certezas que uno buscaba”.
Parte de ese proceso para ella es conectar con el sentir y con las emociones “para luego racionalizarlo”, además de volcar eso a la escritura y “ser claro con la idea que uno quiere transmitir”. Para lograr eso, evaluó, se requiere que el artista esté “muy presente y en permanente escucha”, por eso fue observando su material musical y removiendo todo. “Polarizando esta instancia tan íntima, está la instancia de lo grupal, porque una de las cosas más grandes del arte y la música es compartir, y compartir esas ideas con un grupo de personas y hacer que la música cobre vida, eso genera sentimientos muy hermosos y de gratitud profunda”, declaró.
En dicho sentido, Jessica observó también que “cuanto más disponibles estemos, tanto física, mental, emocional y espiritualmente, ahí surgen las ideas más interesantes”. Por eso, ella no cree que se trate de una cuestión de “ser más aptos o no, sino de disponibilidad”. Y esa “disponibilidad varía por distintas situaciones, estímulos e influencias de nuestro entorno”.
Estigarribia reconoció que la composición, para ella, “devino en un aprendizaje de ser respetuosa y amable” con sus propios tiempos, de entregarse “al ritmo propio”. Consideró igual que eso “se hace cuesta arriba ya que vivimos inmersos en planos virtuales donde todo tiene que ser rápido” y “los procesos son justamente todo lo contrario”. A partir de esa aceptación, señaló, hay que “empezar a transitar la evolución, artística y humanamente”.
Cuerdas en ascenso
Jessica Estigarribia comenzó su formación musical a los 9 años en Asunción, su ciudad natal, primero con el piano y unos años más tarde con el cello.
En marzo de 2012, con 20 años de edad, se muda a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para continuar formándose. La artista concluyó la Licenciatura en Artes Musicales, con énfasis en violoncello, en la Universidad Nacional de Artes, y actualmente integra la Orquesta Escuela de Tango Emilio Balcarce.
Entre los numerosos proyectos musicales que integra, se dedica principalmente a la interpretación de música popular, tango, jazz e improvisación performática. También es profesora de cello en programas de la Orquesta Escuela del gobierno.