Cargando...
En Paraguay también los centros de compras ubicados en zonas de gente con mediano y bajo poder adquisitivo ya tienen superficialidades para las mascotas. Esto a la par de las nuevas leyes que nacen como protectoras del animal (de nuevo, no de todos); sin embargo, ¿qué logra una ley sin un cambio profundo?, es decir, sin una transformación cultural por el respeto humano, para que entonces todos sepamos respetar a otros seres vivos.
En Paraguay, el maltrato es moneda corriente (personas, animales, plantas) sin diferencia de clases sociales. Si no logramos erradicar el hambre y la salud de los animales, ¿cómo haremos con la sobreprotección y distorsión de conceptos? El animal es y quiere ser animal. Dice el conocido entrenador de perros, César Millán: “La crueldad no simplemente existe cuando le pegas al perro, lo amarras o lo pones en la azotea, también cuando le das amor, amor, amor”. En un video de internet una niña de 2 o 3 años, acostada en el sofá, besa reiteradamente a su perro en el hocico; el animal semidormido –castrado– hace caso omiso de ella, mientras una mujer adulta filma el momento como si fuera tierno y recíproco. Seamos prudentes al postear y críticos al hallar este tipo de material. Humano es quien respeta la vida del animal, lo adiestra pero no lo anula. “A mi mascota, solo le falta hablar”, solemos escuchar, y no quepa duda que dentro de poco tendremos intérpretes oficiales. Si malinterpretamos desde el comienzo, el resto será un nudo mental si no imposible, cada vez más difícil de desatar.
lperalta@abc.com.py