Aldekoa: “Soy periodista porque me dejan escuchar de manera generosa ”

Alfonso BauluzMadrid, 25 may (EFE).- El periodista Xavier Aldekoa, ganador del III Premio Saliou Traoré de Periodismo desde África en español, reconoce con humildad que: “Soy periodista porque me dejan escuchar de manera generosa. Me dejan colarme en sus vidas”.

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Esta es su reivindicación de “la pausa”. Tal vez la clave del periodismo que él hace en África.

Probablemente la única manera de adentrarse en el continente más joven donde el reloj no siempre logra condicionarlo todo.

Galardonado con el premio instituido por Efe y Casa África en memoria del que fuera corresponsal de la agencia española en Dakar durante 37 años, Aldekoa también defiende, en una entrevista con Efe, “intentar escribir de una manera que perdure”.

El jurado destaca de su trabajo “África. Un futuro con nombres y apellidos”, publicado en National Geographic Magazine e ilustrado con fotografías de Alfons Rodríguez, “la alta calidad y sus singulares e interesantes enfoques, que ponen el acento no solo en el presente sino también en el futuro de África. Es una apuesta por un periodismo de largo recorrido".

Y estos son los requisitos del premio patrocinado por el Gobierno de Canarias y Naviera Armas, una visión de África que no esté condicionada por los estereotipos, como quiere reflejar también la escultura de María de Frutos que se entrega a los galardonados.

Como explica Aldekoa, el proyecto al que han dedicado más de dos años, “fija la mirada en la generación del futuro de África. A través de las historias de diez niños y niñas en diez países africanos”, continente que hoy recuerda con su día mundial el acceso a la independencia frente al colonialismo.

Para el cronista es esencial mostrar “algunos de los principales retos y logros del continente del futuro” y no duda en citar el endémico problema de los niños soldados o el crecimiento del yihadismo, pero acompasados también al auge del feminismo o de los proyectos de energía solar.

En la búsqueda de esos protagonistas, subraya Aldekoa, prima que “se definen por lo que hacen” y no tanto por lo que les ocurre, puntualiza.

Y cita como ejemplo a Margaret Ayo, una joven ugandesa con quien convivieron semanas “para que se fuera abriendo”.

El corresponsal explica: “El primer día sólo veíamos a la víctima. Una niña tímida, cohibida. Gracias a estar con ella, ir a buscar agua o al huerto, poco a poco se iba quitando el estigma de víctima, la etiqueta de víctima y conocimos a la revolucionaria”.

Como joven casada con un hombre que le doblaba en edad por la decisión de sus padres,Margaret no encuentra motivo para perpetuar con sus hijas ese mecanismo, que incluye el pago de dinero y entrega de ganado por una esposa.

“Poco a poco. Con la pausa, la dignidad afluye”, expone como clave para lograr testimonios que logren alcanzar a sus lectores.

Además, no oculta su ambición de escribir bien y cita, entre otros referentes, al periodista Bru Rovira por su amor por África y el cuidado por la escritura.

“El periodismo tiene que tener intención de perdurar por la belleza de las palabras” proclama quien no duda en “intentar escribir de una manera que perdure” y señala de aquellos reportajes de Congo que valen “los que tienen alma”.

Curtido en mil fronteras admite que la pandemia ”ha complicado todo”, pero también aclara que los periodistas de esta generación llevan “muchas mochilas” y anima a “pelear cada centímetro”.

“La pandemia es un obstáculo más", pero señala con determinación que "afrontamos un mundo diferente, donde las fronteras cuestan un poco más”.

Lo ilustra con su último viaje a Somalilandia, “el país no país que funciona” en el treinta aniversario de su autoproclamación, que apenas Taiwán reconoce y a donde fue para escribir de “una suerte de Altamira”.

“Unas pinturas rupestres de las más ricas de África”, algo que, con vehemencia, justifica al corresponsal en África, que insiste ha de ofrecer un “punto de equilibrio”.

“Contar otras cuestiones, de un no país, estable, y que funciona” y también las otras, como el cambio climático, la covid y el yihadismo, que advierte “es alarmante cómo está avanzando en países como Mali, Burkina Faso o el norte de Mozambique”.

Además, remata, “agravan otro problemas como la falta de Estado, la pobreza o la incultura”.

Entre sus próximos proyectos sobresale la tala ilegal de bosques, que lamenta se ceba con “los más antiguos” y donde alerta “están perdiendo la batalla sus defensores, que se juegan la vida”.

Y recuerda cómo la perdieron en Burkina Faso los periodistas españoles David Beriáin y Roberto Fraile cuando rodaban un documental sobre los furtivos.

Son lo que llama: “Las guerras por el planeta".

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