La fuerte carestía general se ha visto impulsada sobre todo por el encarecimiento del transporte (119 %), seguido de los alimentos y las bebidas no alcohólicas (94,6 %), precisó el TUIK.
La inflación turca había sido ya en febrero de 2022, cuando se situó en el 55,44 %, la más alta en dos décadas y la tendencia al alza se ha mantenido a pesar de que el Gobierno había pronosticado que comenzaría a bajar en mayo.
En junio el Índice de Precios al Consumidor había aumentado un 78,62 % con respecto al mismo mes del año pasado.
En cuanto a los precios de producción, el aumento interanual fue del 144 % en julio, tras alcanzar el 138 % el mes anterior.
En su valor intermensual, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) subió en julio un 2,37 %.
Como es habitual, vuelve a haber una gran diferencia entre los datos oficiales y los cálculos de los economistas del grupo independiente de investigación ENAG, que cifra en el 176 % la tasa interanual de inflación.
Gran parte de la clase asalariada de Turquía sufre cada vez más esta situación que merma su poder adquisitivo, pese a que el Gobierno ha decretado dos subidas del salario mínimo.
Mientras, el Banco Central turco se resiste a elevar los tipos de interés, actualmente en el 14 %, por presiones del presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, contrario a la opinión de la mayoría de los analistas de que una subida drástica de los tipos sería el único remedio para frenar la inflación.