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"En línea con nuestra política, el gobierno seguirá vigilando de cerca la evolución del mercado de divisas y tomará todas las medidas necesarias", dijo hoy el ministro japonés de finanzas, Shunichi Suzuki, en declaraciones a los medios.
Pese al giro reciente en la política monetaria nacional, el yen sigue con su renovada devaluación y se intercambiaba hoy en la franja media de los 155 yenes por dólar, incrementando los rumores de una posible intervención por parte del Ejecutivo japonés.
"Estamos preocupados por el lado negativo del yen más débil", dijo Suzuki, y añadió que atender al aumento de las precios es una prioridad del Ejecutivo japonés.
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Un yen débil beneficia a la facturación en el extranjero de las empresas japonesas, que ven infladas sus remesas al repatriarlas y mejora la competitividad de sus productos, pero también repercute negativamente en las cuentas nacionales al encarecer las importaciones en un país altamente dependiente de ellas, especialmente en el terreno energético.
Esta debilidad de la divisa japonesa se venía asociando con la divergencia de políticas entre el Banco de Japón (BoJ) y el resto de bancos centrales en Europa y Estados Unidos.
Otros factores de riesgo, según los analistas, son los avances en el conflicto en Oriente Medio y el incremento en el precio del petróleo. En declaraciones recientes, el gobernador del BoJ, Kazuo Ueda, ha apuntado que considerará un cambio de política si el impacto de la debilidad del yen sobre la inflación “no puede ignorarse”.
El BoJ concluirá hoy su reunión mensual sobre política monetaria, que se espera que cierre con inmovilismo, según los analistas.