Bonn, la vieja capital alemana que ha disipado los temores y ha encontrado un nuevo vigor

Rodrigo ZuletaBerlín, 10 may (EFE).- La ciudad de Bonn, en el oeste de Alemania y a orillas del Rin, ha tenido una historia especial desde que el 10 de mayo de 1949, hace ahora 75 años, se convirtió en sede de Gobierno, condición que mantendría durante 50. Al perder esa condición, en 1999, hubo temores acerca de las repercusiones que eso tendría para la ciudad que, sin embargo, no se han hecho realidad.

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Bonn, contra los pronósticos iniciales, no ha perdido población. Actualmente la ciudad tiene en torno a 330.000 habitantes frente a los cerca de 300.000 de 1999.

La ciudad tampoco ha sufrido económicamente con la marcha del Gobierno gracias a la presencia de las sedes centrales de dos grandes consorcios, Deutsche Telekom y Deutsche Post, y también a instituciones de las Naciones Unidas, entre ellas la Secretaría Permanente para el Clima.

Cuando, en 1991, se tomó la decisión de trasladar el Gobierno a Berlín, en medio de grandes polémicas, se optó por aprobar una serie de medidas que debían servir de compensación a Bonn. También se decidió que seis ministerios, entre ellos el de Defensa, mantuvieran su sede principal en Bonn y que otros tuvieran sedes secundarias.

Hoy esas medidas tienen muchos críticos, que consideran que entorpecen el funcionamiento y que además son innecesarias porque el traslado de la capital estuvo lejos de golpear a Bonn con la fuerza con que se temía.

De sede de Gobierno provisional a capital oficial

Al comienzo Bonn fue considerada como "sede de Gobierno provisional", en espera de la reunificación que permitiría que la capital se trasladara Berlín. En los años setenta, cuando la reunificación parecía lejos, Bonn se convirtió en capital oficialmente y su condición dejó de considerarse como algo provisional.

Entre 1949 y 1999 Bonn fueron prácticamente dos ciudades. Una que giraba en torno a la universidad -Bonn ha sido siempre una ciudad universitaria-, y otra que giraba alrededor del viejo barrio de Gobierno.

Para la ciudad universitaria la mudanza del Gobierno no representó mayor cosa. El otro Bonn recibió a las empresas e instituciones internacionales.

Los responsables políticos, también aquellos que tienen formalmente su sede principal en Bonn, están en Berlín. Pero sigue habiendo funcionarios en Bonn.

Muchos de los edificios del Gobierno han encontrado otras funciones para empresas e instituciones internacionales.

La decisión de trasladar la capital a Berlín, tomada en junio de 1991, fue apretada -337 votos contra 320- y el debate previo no estuvo exento de polémica.

El carácter simbólico de Berlín, una ventana al este

Los defensores de Bonn sostenían que era bueno que un país federal tuviera como capital una ciudad pequeña. Los partidarios de Berlín, entre los que se destacó el entonces ministro de Interior Wolfgang Schäuble, resaltaban el carácter simbólico que tenía la ciudad por la que había pasado el muro para la reunificación de Alemania.

Además, con ello se hacía palpable un cambio inevitable y era que Alemania tenía que empezar a mirar hacia el este de Europa. Si desde Bonn se había logrado la tantas veces aplazada integración de Alemania a Europa Occidental, y se había puesto fin a una enemistad atávica con Francia, desde Berlín tenían que buscarse otras reconciliaciones.

El traslado era también una señal para el este de Alemania y para los llamados "nuevos estados federados".

La "pequeña ciudad alemana", como la llamó John Le Carré en una novela de espionaje, tenía que dejar de ser capital para que las transformaciones que se estaban viviendo se hicieran visibles y para que los responsables políticos se sintieran cerca del pulso de la época.

Ahora, 75 años después de que Bonn se convirtiera en sede de Gobierno, el Rin sigue fluyendo al lado de la ciudad. Los estudiantes se siguen encontrando en los parques y las plazas de la ciudad, pero las decisiones políticas se toman en otra parte, en Berlín, a orillas del Spree.

La última sede del Parlamento en Bonn, un edificio de grandes ventanales que debía representar la transparencia que requieren las decisiones democráticas, ha sido relegada por el histórico edificio del Reichstag berlinés.

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