Al candidato presidencial del Partido Colorado, Santiago Peña, le ocurre seguido últimamente entrar en conflicto con la ideología de su partido cuando dice sinceramente lo que piensa sobre algunos temas, especialmente referidos al campo económico y social.
En lo que queda de campaña proselitista antes de las elecciones del 30 de abril, para el Partido Colorado y la oposición el desafío común es convencer a quienes dentro de las propias filas tienen muchas dudas en acompañar a los respectivos candidatos presidenciales propuestos.
La coyuntura preelectoral de nuestro país, con peleas irresueltas especialmente en el Partido Colorado, lleva en este momento a que los principales líderes quieran aplicar a sus afiliados y simpatizantes una suerte de “obediencia debida”, aunque sin darle específicamente ese nombre.
La molestia y la ansiedad con la que dirigentes cartistas de la Junta de Gobierno del Partido Colorado pretenden convencer de que la sanción de Estados Unidos contra su presidente no tendrá ningún efecto, hace pensar que tal afirmación es falsa o una simple expresión de deseos.
El panorama para las elecciones generales del 30 de abril de 2023 está signado nuevamente por un escenario de crisis política, como hemos tenido muchas veces antes. Sus consecuencias son difíciles de prever, cualquiera sea el que triunfe y asuma el poder.
En las elecciones generales del próximo 30 de abril, el Partido Colorado se apresta a repetir una historia electoral que ya hemos visto en nuestro país, allá por 1998 y que se ha dado también en otro lares: el de un candidato que, si gana, en realidad no gobernará, sino que lo hará otro que tiene el liderazgo y el poder real.