Cuando el entonces candidato presidencial Santiago Peña decía el 3 de abril del año pasado que los cargos en la administración pública no se obtienen por méritos académicos sino por ser afiliado al Partido Colorado, muchos quisieron creer que solo era un discurso electoral y que, una vez en el poder, tendrían en cuenta a los mejores y no a cualquier mediocre por el mero hecho de ser de su sector político.
El gobierno de Santiago Peña, manejado políticamente por el Comando de Honor Colorado desde el domicilio de Horacio Cartes, intenta ahora, al parecer, mostrar una cara amable y pretendidamente democrática, lanzando la propuesta de un “gran acuerdo nacional en base a una agenda prioritaria”.
El primer informe de gestión de Santiago Peña al Congreso llamó la atención por cuestiones no relacionadas a lo leído y pareció más que nada un discurso de campaña electoral con muchas promesas y ataques a los adversarios que, curiosamente, no eran de la oposición –que de hecho no gobernó el periodo pasado–, sino una administración de su mismo signo político.
La insólita presencia del presidente Santiago Peña en la Junta de Gobierno del Partido Colorado el pasado lunes “para dar un informe de gestión” (a menos de 10 meses de haber asumido) y recibir después un respaldo “por unanimidad” de sus correligionarios, solamente puede explicarse como un caso de sobreactuación del cartismo.