A la mitad del país le habrá parecido divertido que un grupo de indígenas invasores de la estancia “Americana” del distrito de Corpus Christi detuvieran, desarmaran y se burlaran de tres oficiales de la Policía Nacional, integrantes de la Unidad Especial de Inteligencia Sensible Antinarcóticos y Hechos Punibles Conexos (SIU).
Por donde se lo mire, no existe una perspectiva muy alentadora. El XIV departamento prácticamente ya está consolidado como parte de un territorio manejado por los carteles de la droga que, a diferencia de otros tiempos, empieza a producir enfrentamientos y muertes en el campo y en la ciudad.
La muerte de dos personas vinculadas a los grupos que se autoatribuyeron como “herederos” de las infames tierras de Marina Cue, sede de la “Masacre de Curuguaty” del 2012, trajo a la memoria aquel triste acontecimiento en que 17 compatriotas (6 policías y 11 campesinos) perdieron la vida, y a más de uno causó un gran estupor, por momentos.
Una ciudad que desperdició seis años y millones de dinero en manos de ineptos y sinvergüenzas no puede sino esperar una mejor suerte, mínimamente. Las nuevas autoridades municipales, encabezadas por el intendente Héctor Morán (ANR), no tienen alternativas: o hacen bien o hacen bien.
El gobierno municipal de Salto del Guairá, campeón nacional en presunto daño patrimonial durante la administración de Carlos César Haitter, ahora se convirtió en un escenario aún peor, de penosos acontecimientos. Gobernado desde el 5 de julio por un concejal liberal (Wilson Báez), que fue electo por colorados, viene protagonizando un dantesco espectáculo que solo perjudica cada vez más la imagen de la institución, que de por sí ya estaba muy golpeada con la administración de su antecesor.
En lo que transcurrió del año 2021 fueron registrados cuanto menos cinco hechos de sicariato (homicidios a manos de matones a sueldo) en el departamento de Canindeyú. En el último caso ocurrido el pasado 12 de julio en la Colonia 14 Mil, a unos dos kilómetros aproximadamente del casco urbano de la ciudad de Nueva Esperanza, fue acribillado con pistolas y escopetas Valderí de Almeida, quien era catalogado como el sicario más peligroso que venía actuando en la zona al mando de delincuentes afincados entre los departamentos de Canindeyú y Alto Paraná.
A juzgar por las patéticas propuestas de los cientos de candidatos a concejales que se postulan para las municipales (internas y generales), en Salto del Guairá nos espera otro lustro de estancamiento y atraso. Prometen lo mismo de siempre: empedrado, asfaltado, plazas, becas y cestas básicas. Otro más patético aún dijo en los últimos días que ayuda a la gente a fraccionar su factura de la ANDE.