El primer proyecto de la era Grimau cae a las puertas de la Final a Cuatro

Con la excepción del cuarto partido, el equipo azulgrana pulió a lo largo de la serie su principal punto débil, la consistencia defensiva, pero acabó condenado por el desacierto en el triple (4 de 26) y la falta de recursos alternativos en ataque en una eliminatoria que se jugó, mayoritariamente, como quiso su rival.

Pesó en el Barça el bajón de jugadores que habían sido líderes en la fase regular, como Nikola Kalinic y Jan Vesely, y también la poca aportación del banquillo: negados Rokas Jokubaitis y Oscar Da Silva, sin minutos James Nnaji y Darío Brizuela, descartados Joel Parra y Oriol Paulí.

Cuando defendió, reboteó, corrió y movió rápido el balón -señas de identidad con Grimau-, el Barça fluyó, pero dependió en exceso del talento individual de Jabari Parker y Nico Laprovittola cuando los partidos se empantanaron. Se extrañó la figura de un escolta autosuficiente, perfil clave en el baloncesto europeo actual, que pudo haber sido el fichaje frustrado de Kevin Punter.

Tras el cambio de ciclo emprendido el pasado verano, Parker ha sido la única incorporación que ha mejorado las expectativas. El papel de Parra y Brizuela ha sido testimonial, Hernangómez anota pero no tiene la confianza de Grimau en los finales ajustados, y Ricky Rubio, fichado en febrero tras más de medio año inactivo, ha acusado la falta de rodaje a pesar de su talento y liderazgo.

Una temporada con altibajos

Pese a las dudas por el encaje de la plantilla, el cambio en el estilo de juego y la elección de un técnico debutante en la élite, el Barça rindió por encima de las expectativas en el inicio del curso (8-2), en el que ganó a rivales exigentes como el Anadolu Efes (91-74), el Olympiacos (68-77), el Partizan (83-92), el Panathinaikos (80-72) y el Maccabi Tel Aviv (90-92), entre otros.

El cuadro azulgrana experimentó un bajón de forma en diciembre, cuando encajó cuatro derrotas en siete partidos, pero reaccionó en enero con cuatro triunfos seguidos ante el Real Madrid (83-78), el Baskonia (89-85), el Olympiacos (86-78) y el Zalgiris (91-37).

De ahí en adelante, el rumbo del Barça fue irregular: derrotas ante Anadolu Efes (98-74), Armani Milan (74-70) y Mónaco (67-77); y victorias frente a Virtus Bolonia (84-57), Estrella Roja (76-86), Alba Berlín (93-77), Valencia Basket (78-88) y Partizan (94-76).

Tras aguantar toda la fase regular en la segunda posición, solo por detrás del Real Madrid, el conjunto catalán fue relegado a la cuarta plaza a finales de marzo después de perder en el doble desplazamiento contra Fenerbahce (88-74) y Panathinaikos (89-81).

El cruce en los cuartos de final contra el Olympiacos prometía ser duro, pues se trataba del vigente finalista y el equipo que menos puntos por partido había encajado en la fase regular (75), pero el Barça confiaba en su talento y el factor pista, después de terminar con el mejor registro de la Euroliga como local (15-2).

Sin embargo, el cuadro griego impuso desde el inicio el listón físico con el que se jugaría la serie y se apuntó el primer punto (75-77), pero el Barça mejoró la defensa y ajustó la mirilla en el triple, liderado en ataque por Jabari Parker, para adelantarse en la eliminatoria (77-69 y 80-82).

El Olympiacos arrasó en el cuarto encuentro (92-58) y todo se decidió en el quinto duelo. El cuadro azulgrana arrancó con la disciplina y la agresividad defensiva que demandaba el partido, pero el desacierto en el triple (4 de 26) le condujo al bloqueo. En el tramo final, cuando el equipo griego remontó tras ir toda la noche a remolque, ningún jugador fue capaz de responder (59-63).