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Por ello, dijo, “es esencial” que la obra sea realizada por un proveedor de servicio que reúna los requisitos de experiencia, calidad de trabajo y cumplimiento en plazo, de manera a dar tranquilidad de que la central podrá operar, sin inconvenientes, durante los 40 años de vida útil que le proyecta. “Lastimosamente no se puede usar una obra de esta envergadura para improvisar con empresas que se están formando, sea de la nacionalidad que fuera, puesto que se debe precautelar los intereses de ambos países, con una inversión que costaría más de US$ 500 millones”, expresó el profesional.
En cuanto al requisito sobre la experiencia, Encina admitió que nuestro país ha participado solamente en tres grandes obras hidroeléctricas: Acaray (1968), Itaipú, que comenzó a operar hace 33 años, y Yacyretá, que opera desde hace 24 años. “Ello limita la experiencia de las empresas paraguayas en comparación con la Argentina y otros países. Las paraguayas no han tenido mucha oportunidad de participación en obras de gran envergadura”, refirió.
No obstante, acotó que el interés en esta licitación radica en la posibilidad de que profesionales independientes, jubilados de la función pública con gran trayectoria, consultores y expertos en el sector eléctrico, puedan participar de una obra de esta envergadura, y que sirva –incluso– de “escuela” para profesionales jóvenes. “Pero, con esta licitación también se pretende precautelar la calidad y seguridad de la obra. Tal vez haya opciones para que se pueda acompañar el proceso y adquirir conocimiento, pero no como responsable principal de la licitación”, subrayó Encina.