¡Necesitamos vacunas!

La humanidad ha desarrollado en tiempo récord varias vacunas documentadamente eficaces contra el covid-19 y, como suele ocurrir, a la par se ha desplegado una catarata de mitos contra ellas. La población no debe dejarse engañar y entender que, tal vez más que nunca antes en la historia, es de extrema importancia conseguir una amplia inmunización lo más rápidamente posible. Obviamente por una cuestión de salud, pero no solo por ello. Esta no ha sido únicamente una pandemia sanitaria, sino una catástrofe social y económica cuya magnitud todavía no hemos dimensionado adecuadamente y cuyas consecuencias aún no llegamos del todo a avizorar. Solamente la vacuna puede poner de nuevo al mundo, y al Paraguay, en plena marcha. La vacunación no erradicará de buenas a primeras el covid, pero permitirá aislar y concentrarse en los enfermos, no en los sanos, lo cual en sí mismo tendría un impacto determinante en la dinámica social y económica del país.

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La humanidad ha desarrollado en tiempo récord varias vacunas documentadamente eficaces contra el covid 19 y, como suele ocurrir, a la par se ha desplegado una catarata de mitos contra ellas. La población no debe dejarse engañar y entender que, tal vez más que nunca antes en la historia, es de extrema importancia conseguir una amplia inmunización lo más rápidamente posible. Obviamente por una cuestión de salud, pero no solo por ello. Esta no ha sido únicamente una pandemia sanitaria, sino una catástrofe social y económica cuya magnitud todavía no hemos dimensionado adecuadamente y cuyas consecuencias aún no llegamos del todo a avizorar. Solamente la vacuna puede poner de nuevo al mundo, y al Paraguay, en plena marcha.

Los movimientos antivacunas no son nuevos, surgieron organizadamente hace ya 150 años cuando en Inglaterra se declaró obligatoria bajo pena de cárcel la vacunación contra la viruela. Las falsedades, las desopilantes afirmaciones pseudocientíficas y los prejuicios de hoy no son esencialmente diferentes de los de antaño. Lo novedoso es su inusitada propagación a través de las redes sociales, más vertiginosa y extendida, y potencialmente más letal, que la propia enfermedad.

Lo cierto es que pocas cosas han cambiado tanto el destino de esta y otras especies vivas como el experimento del Dr. Edward Jenner en 1796. Jenner fue un médico rural inglés que observó que las mujeres que ordeñaban vacas (de ahí la palabra “vacuna”, acuñada casi un siglo después por Louis Pasteur) frecuentemente contraían en las manos las pústulas típicas de la viruela bovina, pero tendían a ser indemnes a la viruela humana, que causaba estragos y dejaba horrorosas secuelas en la población. Con eso en mente, “contaminó” con un poco de pus de la viruela animal más benigna a un niño de ocho años, luego a sí mismo y a su hijo, con resultados sorprendentes y consistentes. Fue el origen de la inmunología moderna.

Las investigaciones realizadas a partir de la premisa de que es posible inducir a nuestro organismo a producir anticuerpos adecuados y “enseñar” a nuestras células a combatir infecciones, han salvado literalmente a miles de millones de personas de la muerte o del sufrimiento o de la postración. Por mencionar algunos casos, la propia viruela fue oficialmente erradicada en 1979, el mencionado Pasteur creó la vacuna contra la rabia en 1885, posteriormente llegaron las vacunas contra la tuberculosis (la famosa “BCG”), contra la fiebre amarilla, contra la difteria, contra el sarampión, contra el tétanos, la “Sabin” contra la poliomielitis, contra la meningitis, contra la hepatitis B, y muchas otras.

Hay seis vacunas ya autorizadas contra el covid -19 y varias están en procesos avanzados de ensayos para su aprobación. La de Pfizer/BioNTech (EE.UU./Alemania) y la de Moderna (EE.UU.) utilizan la tecnología de los “ARN mensajeros”, que son moléculas que generan proteínas que reconocen y desencadenan una respuesta inmunitaria ante el covid. Demostraron una efectividad clínica del 95%, pero requieren refrigeración a muy bajas temperaturas, de -70 y -20 grados centígrados, respectivamente.

La Sputnik V (Rusia) y la Oxford/AstraZeneca (Reino Unido/Suecia), que utilizan la tecnología del “vector viral”, por la cual un virus desprovisto de capacidad infecciosa y patógena lleva información a las células, reportan una efectividad del 91,4% y 82,4%, a temperaturas de 2 a 8 grados centígrados. Y finalmente las chinas Sinopharm (79,3%) y Sinovac (50,38%), con virus inactivado.

Según el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, en Paraguay se recurrirá a un “pool de vacunas”, no solo a una, pero las autoridades sanitarias no terminan de ser claras y precisas, lo cual no contribuye con el éxito de la campaña próxima a iniciarse. En principio, se espera para este mes una partida de 300.000 dosis (que sirven para 150.000 receptores, ya que son dos dosis por persona) de la Oxford/AstraZeneca a través de “Covax”, que es una iniciativa patrocinada por la Organización Mundial de la Salud para promover un acceso equitativo. Se informó que también se adquirirán las Sputnik a través del Fondo Ruso de Inversión, pero siguen sin proporcionar los detalles. Paralelamente, laboratorios privados recibieron autorización para la importación independiente.

La percepción es que no es suficiente y, de hecho, un reporte de enero de la unidad de inteligencia de la revista The Economist pone a Paraguay entre los que tendrán que esperar al menos otro año para una inmunización amplia. La pregunta generalizada es cómo el Gobierno no previó las negociaciones y los recursos después de haber aumentado en más de 3.000 millones de dólares el endeudamiento público solo en 2020, pero ya será el tiempo de rendiciones de cuentas y responsabilidades; la prioridad ahora es poner cuanto antes al país en condiciones de volver a la normalidad.

La vacunación no erradicará de buenas a primeras el covid, pero permitirá aislar y concentrarse en los enfermos, no en los sanos, lo cual en sí mismo tendría un impacto determinante en la dinámica social y económica del país. Se podrán retomar las actividades de manera plena en todos los ámbitos, recobrar los derechos individuales, reenfocarse en la inversión y en el trabajo, volver a las escuelas, a las universidades, poner a funcionar como corresponde el aparato estatal y, sobre todo, restablecer la confianza y el consumo, piezas indispensables e insustituibles de cualquier reactivación.

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