Inutilidad del Gobierno hizo volver a alumnos a taperas

Una de las cosas “positivas” por así decirlo que trajo la pandemia es la de dar tiempo en distintos aspectos. La educación no fue la excepción y bajo la nueva coyuntura de clases virtuales, los espacios físicos educativos desaparecieron del centro de la escena desde marzo del año 2020 hasta esta semana, en muchos de los casos. Durante todo ese tiempo, un año y medio, se presentó una oportunidad de oro para arreglar las escuelas, instalar agua potable, poner en condiciones las instalaciones eléctricas, derribar pabellones en mal estado, sumar pupitres y sillas, cambiar los calientes techos de chapa agujereada por un techo decente, reemplazar letrinas por sanitarios, mejorar las estructuras físicas de modo que cuando volvieran los alumnos y docentes, fueran un espacio digno y propicio para el aprendizaje. Pero nada se hizo.

Cargando...

Una de las cosas “positivas” por así decirlo que trajo la pandemia es la de dar tiempo en distintos aspectos. La educación no fue la excepción y bajo la nueva coyuntura de clases virtuales, los espacios físicos educativos desaparecieron del centro de la escena desde marzo del año 2020 hasta esta semana, en muchos de los casos. Durante todo ese tiempo, un año y medio, se presentó una oportunidad de oro para arreglar las escuelas, instalar agua potable, poner en condiciones las instalaciones eléctricas, derribar pabellones en mal estado y crear otros en su lugar, sumar pupitres y sillas, cambiar los calientes techos de chapa agujereada por un techo decente, reemplazar letrinas por sanitarios, mejorar las estructuras físicas de modo que cuando volvieran los alumnos y docentes, fueran un espacio digno y propicio para el aprendizaje. Pero nada se hizo, al menos a nivel masivo, fuera de una u otra iniciativa particular, donde el impulso lo imprimió la comunidad y no una directiva oficial, respaldada con recursos del Estado.

En este momento vale la pena recordar que la cuarentena comenzó en Paraguay el 11 de marzo de 2020. Desde entonces ya se había anunciado que no habría clases presenciales en todo lo que restaba del año. Y así fue. Por lo tanto, no se puede sostener que no se sabía de cuánto tiempo se dispondría.

El Gobierno tampoco puede argumentar que no sabía cuáles eran las necesidades de cada institución educativa, ya que en la microplanificación del Ministerio de Educación (MEC) constan las urgencias de todas las escuelas y colegios del país divididas según la gravedad de cada caso.

El escenario se presentaba sumamente propicio para hacer lo que nunca se hizo, por diversos motivos, incluida la ausencia de los estudiantes. La problemática que implica emprender obras edilicias en una institución educativa va mucho más allá de solamente obtener los recursos para financiar el trabajo. Entre los principales inconvenientes se encuentran los riesgos físicos y de seguridad que implica que los alumnos den clases en un espacio donde hay herramientas, materiales de construcción y adultos extraños. A esto se suma el hecho de que mientras se construye o repara un recinto es necesario buscar otro que albergue a los estudiantes por todo el tiempo que duren las obras, y eso no siempre es posible. Estos dos problemas estaban resueltos de plano con la cuarentena.

Además, la ejecución masiva de obras en las instituciones educativas hubieran desarrollado un movimiento importante en el sector de la construcción, lo que hubiera podido dar trabajo a cientos de albañiles, electricistas, plomeros, pintores y demás en uno de los momentos más difíciles de la economía del país, en el cual miles de personas se quedaron sin un sustento diario.

“El tiempo es oro y no vuelve” dice un adagio. Pero no se lo aprovechó y la oportunidad fue desperdiciada. Lejos de hacerlo, entre 2020 y 2021 el gobierno de Mario Abdo Benítez no solo ignoró las necesidades en el sector educativo, sino que además recortó el presupuesto del MEC en casi un 10%.

Lo poco que importa al Estado la situación en que se desarrolla la educación pública se vio así reflejado en el inicio del año lectivo 2021, cuando el propio MEC dispuso que las clases sigan siendo a distancia en 450 escuelas y colegios cuya infraestructura constituían un peligro para los estudiantes. En las demás, pese a las urgentes necesidades, se decidió que iniciaran la educación híbrida.

Ya con el actual ministro de Educación, Juan Manuel Brunetti, el tiempo y la acción también se fueron en palabras, en promesas.

Esta semana muchos alumnos volvieron a las aulas después de meses de no ver a sus amigos, de no conocer en persona a sus maestros... para encontrarse con el mismo patético panorama de siempre. Escuelas que se caen a pedazos, espacios educativos hostiles, derruidos, sin ningún atractivo y hasta con los muebles rotosos. Por todo eso, no faltaron quienes empezaran las clases bajo los árboles.

De nuevo, ni el MEC a cargo de Brunetti ni el Gobierno de Mario Abdo, hicieron nada. No se buscó sacar ventaja de los tiempos oscuros que vivimos, no se obró con inteligencia, no se pensó en el mensaje que les llega a los alumnos cuando se los recibe en entornos que no solo están en mal estado, sino hasta mugrientos. Al contrario, el paso del tiempo y el abandono causaron estragos en varios locales educativos, ya que por meses no fueron siquiera aireados o limpiados.

Mientras, en sus casas miles de niños y jóvenes sufrían la falta de internet y de recursos tecnológicos e intentaban de igual modo salir adelante en su proceso de aprendizaje y se hacía cada vez más urgente el retorno a las aulas. Unicef y otras instancias internacionales instaron a los gobiernos a aumentar los recursos destinados a educación durante la pandemia atendiendo el riesgo de deserción escolar. Ciego y sordo, el gobierno de Mario Abdo Benítez recortó presupuesto.

En discursos bien lejos de la realidad, Juan Manuel Brunetti decía esta semana esperar que ya el 100% de las escuelas y colegios desarrollen clases presenciales, o al menos híbridas. Pero cómo lograrlo si hay escuelas y colegios que carecen de lo más básico: agua y electricidad. Esta situación atenta contra la salud de alumnos y docentes, y los expone al contagio de virus diversos. Imperdonable.

Con todo, las fotos y reportes de la red de corresponsales de ABC en todo el país demuestran fehacientemente que las necesidades siguen urgiendo más allá de las excusas que el Gobierno quiere instalar aludiendo a la falta de recursos. Pabellones enteros en riesgo de colapsar en San Lorenzo, falta de aulas en Concepción, instalaciones eléctricas precarias en San Juan, Misiones... y así, una lista interminable.

En varias instituciones de Asunción aún se están organizando para el retorno de los estudiantes, porque hay que juntar los fondos para garantizar los insumos de bioseguridad y faltan otros detalles.

Garantizar condiciones dignas y seguras es una responsabilidad principal del Estado y los gobiernos locales, pero las comunidades educativas deben ser las principales interesadas en que los espacios donde sus hijos volverán a pasar las horas cubran las necesidades básicas. Las organizaciones de padres parecen haberse desarticulado sin embargo con la pandemia, que les dificultó realizar actividades para recaudar fondos, por ejemplo, o llevar a cabo asambleas. Es hora de que vuelvan a organizarse, exijan y –de ser necesario– se sumen al desafío de montar ambientes a la altura de las necesidades.

¿Será que el Ministerio de Educación y otras instituciones con recursos para la educación esperan una “epidemia” de derrumbes para poner en condiciones las aulas?

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...