Ganador de las legislativas del 28 de abril sin mayoría absoluta, Sánchez estuvo negociando arduamente con Iglesias durante las últimas semanas.
Su objetivo: articular una mayoría con Podemos y otros partidos, para sacar adelante su investidura la semana próxima en el Parlamento.
Con sus 123 diputados socialistas en la cámara baja (de un total de 350), unidos a los de varios partidos regionales, Sánchez carece de momento de los suficientes apoyos para ser investido el próximo martes, en primera votación, o el jueves, en segunda.
En esa segunda votación le bastarían más votos a favor que en contra, mientras que las abstenciones contarían a su favor.
Sánchez en cualquier caso prefiere no depender de los votos de los independentistas catalanes. Por ello pidió este jueves una improbable abstención al conservador Partido Popular y a los liberales de Ciudadanos, la segunda y la tercera fuerza parlamentaria.
En caso de persistir el bloqueo hasta el límite fijado por la ley, el 23 de septiembre próximo, España se vería obligada a una repetición electoral el 10 de noviembre, en lo que serían las cuartas elecciones legislativas en 4 años.
Sánchez argumentó que un gobierno con Iglesias dentro se vería “paralizado” por las “contradicciones internas” de Podemos, empezando por la cuestión catalana. Máxime cuando en otoño se espera que el Tribunal Supremo dicte sentencia sobre 12 líderes independentistas procesados por su rol en el intento de secesión de 2017, y actualmente en prisión preventiva en el caso de nueve de ellos.