En las últimas horas, un video difundido muestra a dos hombres siendo degollados en Coatzacoalcos, uno de ellos supuesto dueño del bar atacado, Agustín Javier Ronson González.
Durante el asesinato, los perpetradores del crimen advierten que “el material (la droga) no se vende sin sello” y que “la plaza (su área) tiene dueño”.
El presidente Andrés Manuel López Obrador condenó el ataque “inhumano” y agregó que las autoridades federales lo investigarían como el producto de posible contubernio entre la fiscalía del estado de Veracruz, que abarca a Coatzacoalcos, y el crimen organizado.
La masacre exhibe la fuerza del narcotráfico en algunas regiones de México y deja al descubierto una nueva grieta en la estrategia de seguridad del presidente López Obrador.
Pese a su promesa de reducir la inseguridad, los niveles continúan al alza y en los primeros siete meses de 2019 han ocurrido 20.135 homicidios en todo el país, con un promedio nacional de 95,8 casos por día, según cifras oficiales.
Entre sus acciones para frenar la ola de violencia está atender las causas y, sobre todo, la creación de la Guardia Nacional, un cuerpo impulsado por el presidente López Obrador y conformado por militares, marinos y policías federales.
El ataque es el más reciente que golpea a Veracruz, una de las zonas más violentas del país por su ubicación geográfica en el Golfo de México, que los narcotraficantes usan con frecuencia para el trasiego de drogas a EE.UU. y es escenario de extorsiones y secuestros de migrantes.
Los agresores irrumpieron en el bar “Caballo Blanco” y abrieron fuego contra los asistentes para después provocar un incendio con bombas molotov.
Esta masacre no es el único suceso sangriento de las últimas horas en el país, que acumula 20.135 homicidios de enero a julio.
En Nuevo Laredo, fronteriza con EE.UU., murieron 12 personas en diferentes choques entre sicarios y fuerzas de seguridad. Hace unos días, en la también fronteriza Ciudad Juárez mataron a balazos a tres niñas y a su tío en su casa.