Trump, que ya había reducido la contribución financiera de Estados Unidos a la OMS, a la que acusa de indulgencia ante China, cumplió el pasado viernes su amenaza de cortar sus lazos con la agencia sanitaria de la ONU.
Estados Unidos, primer contribuyente del organismo, “destinará estos fondos a otras necesidades de salud pública urgentes y globales que lo merezcan”, dijo Trump a la prensa.
Con un presupuesto de US$ 2.800 millones anuales (US$ 5.600 millones para el período bienal 2018/2019), la OMS tiene “el presupuesto de un hospital de talla media en un país desarrollado”, se lamentó recientemente el director general Tedros A. Ghebreyesus.
Estados Unidos, con US$ 893 millones aportados para el período 2018/2019 (15% del presupuesto de la OMS), es el primer suministrador de fondos, por delante de la fundación Bill y Melinda Gates, primer contribuyente privado, la Alianza para la Vacunación Gavi, Reino Unido y Alemania, y muy lejos por delante de China.
El aporte estadounidense va esencialmente a África y Medio Oriente. Cerca de un tercio cofinancia las operaciones de lucha contra las urgencias sanitarias, y el resto es dedicado a programas de erradicación de la poliomelitis, a la mejora del acceso a los servicios de salud y a la prevención y la lucha contra las epidemias.