Navidad es la fiesta de la familia cristiana. Lamentablemente, hoy muchas parejas se han quebrado y están al borde del divorcio. Sobre la tirante relación, resolver con quién pasarán los niños la Navidad y el Año Nuevo se torna una lucha encarnizada. “En mi experiencia trabajando con familias afectadas, un divorcio equivale al dolor que provoca el fallecimiento de un ser querido. Aunque el divorcio sea, de última, lo mejor para ambas partes implica una pérdida enorme”, inicia la Lic. en Psicología, Mariana Morales, máster en terapia familiar por la Nova Southeastern University (Florida-EE. UU.)
–¿Cuál es el proceso común en ambos duelos?
La pérdida de la unidad familiar, de las ilusiones, estabilidad son vacíos muy grandes. En un duelo hay diferentes etapas, primero la negación, la rabia, después intentar negociaciones imaginando que hubiera sido diferente si no se hubiera hecho o dicho tal cosa. Luego, la depresión, una tristeza profunda que llega cuando la persona ya asume la realidad, y por último, la aceptación, cuando uno aprende a convivir con el dolor y a seguir adelante. Muchas personas que atraviesan un divorcio creen que ya aceptaron la realidad, pero a veces están en negación, ya que ante un disparador emocional les provoca una ira intensa, y reacciones que incluso pueden llegar a la violencia. El principal indicador que uno realmente llegó a la etapa de la aceptación es que puede manejar las emociones.
–¿Qué sucede cuando hay hijos de por medio?
Desafortunadamente cuando hay hijos de por medio, estos pueden presenciar estas reacciones que les afectan profundamente, porque un hijo tiene sentimientos hacia ambos padres, y una situación de conflicto les hace sentirse divididos emocionalmente. Algo muy difícil de lidiar para un niño.
–¿Cómo negociar la Navidad, la fiesta familiar?
Cuando un divorcio es muy reciente una negociación puede ser complicada, porque hay rabia. Los hijos en este caso se sienten culpables porque sienten que tienen que ponerse del lado de uno de ellos, y esto los hace pensar que están traicionando al otro.
–La familia de uno y otro lado además presiona o aconseja pelear por el amor de los niños.
Cuando una familia pasa por un divorcio, no solo esto les es difícil a ellos, también a los abuelos, tíos y otros familiares cercanos. Cuando uno está pasando por un divorcio, es bueno tener el apoyo de la familia, pero también tiene que tomarlo con cuidado porque los familiares no deben involucrarse en el divorcio y es importante ponerles límites. Los abuelos siempre van a querer proteger a su hijo o hija, y esto puede llevarles a tirar más leña al fuego con más comentarios negativos, chantaje emocional o material (por Ej. ofreciendo regalos caros a los chicos a cambio del afecto). Poner límites significa conversar con ellos, pedirles que sean flexibles para pasar las fiestas de un modo un poco distinto o bien saber decirles NO con firmeza.
Hay que cambiar el chip
Para intentar ordenar una situación difícil y resolverla, la profesional recomienda, por más trillado que suene, reflexionar que son tiempos de perdón y paz, para que estas sean las principales metas por las que decidimos luchar. Y a nivel práctico, “cuando ocurre un divorcio, a veces ayuda pensar que el trato tiene que cambiar y parecerse a una relación de negocios. Uno debe tomar en cuenta que es necesario coordinar las actividades con tiempo. Que uno tiene que poder comunicarse con el otro de forma respetuosa y breve, ya sea mediante una llamada, mensaje o email, con el objetivo de evitar malos ratos y confusiones para los chicos. Estas llamadas no tienen que convertirse en oportunidades para agredirse ni reclamarse cosas que no tienen que ver con ellos”, señala la psicóloga de familia.
–¿Qué poner en la balanza de pérdidas y ganancias en esa negociación?
Es importante trabajar en uno mismo para poder llegar a la etapa de la aceptación, es decir, cuando uno puede sobrellevar el dolor y establecer nuevas tradiciones familiares que sean positivas para todos. En muchas ocasiones es preciso romper la tradición de que las Fiestas sean de tal manera porque así se hicieron por décadas; este cambio implica quizás, por ejemplo, festejar la Navidad el día 25 y no en la Nochebuena, en lugares distintos y no en la casa de los abuelos, etc. “Cambiar el chip”, porque ya no se trata de lo mismo que vinimos haciendo y viviendo, ni se trata solo de uno mismo, ni de ganar o perder en una relación, sino que se trata de que los niños, por sobre todo, estén bien. La Fiestas no son una competencia entre tu ex y vos, aunque cueste mucho, dale el significado profundo que tienen.