El jueves 12 de setiembre de 2019, el ministro Mazzoleni indicó que las proyecciones advertían una epidemia de dengue enfocada en la capital y en el departamento Central, principalmente. Fue la primera advertencia de muchas que salieron desde la cartera sobre lo que se venía a causa del virus transmitido por el mosquito aedes.
Pese a la alerta, desde la cartera no se gestionó con efectividad la realización de mingas en lugares críticos con ayuda de otras entidades estatales, tales como municipalidades y entes del Gobierno Central. A finales de octubre del mismo año, ya se hablaba de una epidemia grave, lo que motivó que la información vaya en las portadas de los principales diarios. Sin embargo, la desidia seguía entre las autoridades a la hora de coordinar tareas para la lucha contra la enfermedad.
Expertos epidemiólogos y técnicos del Servicio Nacional de Erradicación del Paludismo (Senepa) señalaron fuera de micrófono que el factor político fracasó en cuanto a gestionar ayuda interinstitucional para minimizar al máximo los efectos de la epidemia. Lamentaron que los entes estatales comenzaron a movilizarse y trabajar en coordinación recién a finales de diciembre, cuando los hospitales estaban colapsados de febriles. Si desde la primera advertencia se comenzaba a limpiar y multar a los dueños de baldíos, las cifras de casos de dengue no iban a ser tan altas a estas alturas, dijeron los funcionarios de Salud que pidieron la reserva de sus nombres.
El mismo Ministerio de Salud calificó esta epidemia de dengue como la peor de la década en cuanto a números de afectados. Sin embargo, las muertes derivadas por la enfermedad no son elevadas como en epidemias anteriores, refirieron en Vigilancia de la Salud. Actualmente, la enfermedad está llegando a su pico y a comienzos de marzo las notificaciones irán en descenso, anunciaron.