¿Y el resto del año?
No llevo la cuenta de cuántas marchas se han hecho, pero penosamente no han pasado de ser eso: marchas.
La versión paraguaya del #25N va camino al fracaso en su objetivo de al menos reducir la violencia y los abusos en diferentes formas, pero muy especialmente las muertes por no fijarse objetivos concretos y por la dispersión de los esfuerzos institucionales.
Los números de las fallecidas en manos de sus actuales o exparejas están a la vista. Superan los 40 al año.
Y es allí donde ya se puede observar –lamentable– que no existe un trabajo mancomunado, coordinado, entre Estado, sociedad civil, organismos y organizaciones no gubernamentales.
Todos administran diferentes estadísticas que pasan a engrosar las crónicas periodísticas.
Solo por citar un ejemplo: ninguna de las tres fuerzas mencionadas coinciden en las cifras de casos de feminicidio, y de las otras formas de agresiones ni hablar.
Aunque en el análisis final, el punto en común es que las números van en aumento.
Organizaciones y grupos declarados feministas han incluido en sus manifestaciones expresiones –que son libres de hacerlo– que van desde la exhibición de senos hasta escenas de aborto y el empeño de ver al hombre como el enemigo.
¿De qué ha servido? Les digo: para la difusión mediática por un par de días. Para la foto. Para las redes de organizaciones que deben justificar el financiamiento de sus actividades.
Desmiéntanme si quienes están en cargos de decisión les han apoyado más a partir de esas expresiones para al menos reducir otros tipos de violencia que a diario sufren las mujeres.
La respuesta la encontrarán en los presupuestos asignados a instituciones claves para la prevención, sanción y compensación de las víctimas: todos los rubros mutilados.
Además, el factor comunicacional se circunscribe en un ámbito que al final no llega a los más débiles. Todo termina perdiéndose en el éter.
Por todo ello, urge repensar las campañas, los enfoques y las protestas. Porque no se ataca el problema, si no que se actúa sobre hechos consumados.
Mientras no involucremos a los varones y no rompamos ese terrible círculo de ignorancia por la falta de acceso a educación y pobreza, seguiremos siendo testigos de más casos de violencia y en sus diversas formas.