La mirada de autor desde una cajita de té

Una cajita de té con 80 diapositivas y una frase “vos sabrás qué hacer con él” impulsaron a Amadeo Velázquez a sacar a luz una parte del acervo en imágenes legado por su padre César Velázquez a través de sus ensayos fotográficos. Así nació Miniaturas de realidad, un ensayo que aborda la realidad social y cotidiana de los paraguayos, editado por el Fondec.

Soldados en las graderías durante un partido. Ensayo Graderías Populares de Chiqui Velázquez.
Soldados en las graderías durante un partido. Ensayo Graderías Populares de Chiqui Velázquez.Chiqui Velázquez

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Bohemio y soñador, César “Chiqui” Velázquez captaba las imágenes de la cotidianeidad que iba encontrando a su paso. Proyectaba su visión a través de la cámara para que las vivencias no sean perentorias y en conjunto conformen un verdadero ensayo fotográfico.

Recorrió varios medios de comunicación haciendo más que coberturas, fotoperiodismo. Apasionado de la música, con uñas de guitarrero y uno de los pioneros del rock nacional, fue uno de los fundadores de El Trío de Gladys, con sus hermanos Justo y Gladys.

Chiqui Velázquez nació en Eusebio Ayala en 1954 y falleció en Asunción en mayo de 2021, a los 67 años, por complicaciones del covid.

Entró al mundo de la fotografía a los 8 años con su padre, el fotógrafo del pueblo, don Tomás Velázquez. Conoció tres generaciones de la foto, con películas 120, la reflex 35 ml y la era digital.

Fue el autor de una de las fotografías más conocidas de un torturador del stronismo: Pastor Coronel, metralleta en mano, recuerda su colega y amigo Jorge Sáenz. Otro amigo, el diseñador Fernando Alviso recuerda a Chiqui Velázquez con “la guitarra y el piracaldo unidos, inseparables en sus momentos más intimistas y apasionados”.

Como un homenaje al cumplirse dos años, surge el fotolibro, de las manos de sus amigos, el fotógrafo Luis Vera, quien hizo la digitalización de las diapositivas y el Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (Fondec). Su hijo Amadeo comparte algunos detalles.

–¿Cómo surge la idea de realizar este álbum con las fotografías de Chiqui?

–En una oportunidad hablábamos con mi padre sobre la importancia del archivo, yo le sugería ser más ordenado con eso. Entonces, me entregó una cajita de té que contenía en su interior varias diapositivas, parte de algunos de sus ensayos que él realizaba, y me dijo… vos sabrás qué hacer con esto. Luego de su fallecimiento, algunos colegas y amigos se comunicaron conmigo para alentarme a divulgar su acervo. Y yo realmente lo único que tenía en mi poder eran esas diapositivas, entonces nos embarcamos en el proyecto de publicar el libro. Por cierto, algunos de estos ensayos se habían expuesto en la Galería Fotosíntesis de Fernando Allen, a finales de los 80.

–¿A qué edad empezó a inmiscuirse en el mundo de la fotografía? ¿Y cómo fueron sus inicios?

–Desde niño. Se inició en la fotografía observando a su padre, don Tomás Velázquez, quien en su ciudad natal, Eusebio Ayala, había construido una ampliadora fotográfica de manera artesanal. Era el fotógrafo del pueblo. Como en esa época no había luz eléctrica, copiaban las fotos con la luz solar que entraba por la ventana. Era un acto mágico, como él mismo lo describía. Luego, en plena adolescencia, se mudaron a Asunción y empezó su carrera de reportero gráfico, pasando por los diarios ABC Color, Hoy, La Opinión y Popular.

–¿Cuáles son las fotografías que más le gustaban hacer?

–Yo siento que en este libro está lo que a él le gustaba hacer, un poco de su mirada de autor. La mayoría de estos ensayos muestran la vida popular, con algo de humor.

–¿Conservás su cámara fotográfica?

–No recuerdo cuál fue su primera cámara, pero conservo una Canon F1 que él utilizaba y que me la dejó cuando yo era adolescente.

–¿Cuántas fotografías tiene en su acervo?

–Es difícil saberlo. Prácticamente todo su acervo quedó en los archivos de los diarios donde trabajó. Es un tema pendiente para los reporteros gráficos que están en relación de dependencia. Habría que ver los derechos de autor, o si no se publican con los créditos es difícil identificar muchas veces a los autores. Sería interesante rescatar toda esa parte de nuestra historiografía reciente que está ahí guardada.

–¿Y cuáles son las más llamativas para vos?

–El mundo de los recicladores de Cateura; la vida en las recordadas graderías populares del Estadio Defensores del Chaco; las personas durmiendo la siesta en cualquier lugar; la cartelería callejera con simpáticos errores ortográficos, etc. Todas me gustan y disfruto verlas. Pero creo que la más significativa para mí es la serie de Eusebio Ayala, donde puedo ver a mis bisabuelos. En una foto, incluso, sale mi abuelo rasurándole la barba a mi bisabuelo. Una imagen que me conecta con mi linaje paterno.

pgomez@abc.com.py

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