El arrepentido

La APF designó, al principio de la semana pasada, al argentino Eduardo Berizzo como entrenador de la selección nacional absoluta de fútbol. Pero las líneas que siguen no serán dedicadas a él, sino a su antecesor: el colombiano Juan Carlos Osorio, quien duró cinco meses y diez días en el cargo (3/9/2018 - 13/2/2019) y dirigió solo un partido amistoso. ¿Por qué?

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Para encontrar un entrenador clase A (nivel supremo, profesional de élite) para la Albirroja, como había prometido, la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF) entendió que el mejor lugar para hallarlo era la Copa del Mundo de Rusia 2018, en la que, por vencimientos de contratos o algunos desencantos, era muy probable que quedasen libres algunos adiestradores.

Así fue. El gran impacto del triunfo de México sobre la entonces campeona del mundo Alemania solo le sirvió al equipo azteca, dirigido por Juan Carlos Osorio, para superar la primera fase y llegar a octavos de final, en los que Brasil le cortó las alas. El colombiano le dijo entonces no a un intento de renovación de los dirigentes mexicanos y quedó libre.

El número correcto, pero la obsesión colombiana

La APF, ansiosa por hallar la fórmula que evitara un tercer ciclo sin saborear las mieles mundialistas, lo contactó de inmediato, aún en Rusia, gracias a que el comunicativo adiestrador había entregado sus coordenadas a algunos dirigentes cuando estuvo en el Paraguay, en el 2015, y fue a presenciar un entrenamiento de Olimpia dirigido por “Chiqui” Arce. El número de celular era el correcto y Osorio atendió el teléfono para recibir, primero, felicitaciones y, luego, una invitación a conversar sobre “negocios”. ¿O, acaso, el fútbol no lo es?, en el buen y mal sentido de la palabra. Lo importante es saber estar del lado correcto.

Los encuentros se dieron en Medellín, adonde fueron a entrevistarse con él más de un representante de la APF. Desde el minuto uno de las charlas la obsesión “Selección Colombia” estuvo presente, nadie lo negó. La esperanza de que el encantamiento se desvanecería a medida que se le acortaran los tiempos a la Federación Colombiana para designar a un entrenador distinto, como era la tendencia y, finalmente, sucedió, convirtió en persistentes a los negociadores paraguayos, sin descartar que la información haya sido chequeada por estos en los contactos de más altos niveles de la conducción sudamericana en las esferas de la Conmebol.

El aroma a café

El contrato se hizo finalmente, con una cláusula escrita o tácita –nunca se aclaró convenientemente– de que si algún aroma a café llegaba hasta Asunción o Ypané, Osorio podía cargar sus pocas pertenencias (no necesitaba más, dado el corto tiempo de sus visitas) en su mochila de cuero con cargador de notebook incorporado e irse en el primer vuelo a Bogotá.

La cabeza del entrenador nunca estuvo metida en el trabajo que había aceptado. Se notó en cada contacto con la prensa, en los que usó comparaciones de las más insólitas para explicar que las relaciones se pueden romper en cualquier momento. La más curiosa fue vincular este posible hecho con la vida matrimonial de uno de los periodistas que le consultó respecto a sus reiterados coqueteos hacia su selección.

No solo se fastidiaba la gente, sino también la misma dirigencia, que no sentía en el contratado la satisfacción de serlo. En la primera oportunidad de entrar a la cancha a competir prefirió entrenar con un trabajo unipersonal, al que anexó colaboradores locales, no los que habían compartido con él sus desempeños profesionales anteriores. Tampoco, en cinco meses, concretó el arrendamiento de la casa en la que iba a residir junto con su familia. Demasiadas señales de que nada quería saber de arraigarse y que le quedaba cómodo ocupar una suite en un hotel de lujo en cada vuelo rasante por aquí.

Amistoso

Quedó el amistoso de noviembre ante Sudáfrica en Durban (1-1) como único registro deportivo, pues cuando se debían planificar dos juegos para marzo, el divorcio se produjo y fue de mutuo acuerdo. La APF se cansó y Osorio se sinceró: no quería dirigir al Paraguay. Si de México dijo que no tiene jugadores en los clubes importantes de las grandes ligas (según periodistas de ESPN Norte), ya imaginamos la opinión que tenía de los nuestros.

Aseguran que no hubo indemnización, aunque un poco más de un millón de dólares por una tarea de cinco meses, de los cuales sería generoso decir que estuvo un tercio del tiempo por aquí, parece suficiente. Así no son los verdaderos técnicos clase A.

Mejor, ¿o no?

Berizzo, flamante DT albirrojo, accede al cargo sin el ruido que generó la llegada de Osorio, seis meses atrás. Para algunos, como Rodrigo Rojas, que fue dirigido por ambos (el argentino lo tuvo en el O’Higgins de Chile, y el colombiano, en la selección) el currículum de Berrizo es mejor que el de su antecesor, pues dirigió tres equipos en la mejor liga del mundo (la de España). No obstante, Éver Almeida, quien estuvo al mando del combinado nacional en la Copa América de 1999, en nuestro país, dijo que a la APF se le perdió el abecedario, porque prometieron clase A y trajeron otra cosa. Compararlos no será posible nunca, pues “El Arrepentido” dirigió solo un partido y el nuevo entrenador tendrá muchos más, suponemos. Claro que la misión no es ponerlos cara a cara. El verdadero desafío del “Toto” Berizzo será cortar la sequía mundialista de nuestra selección, ausente en las dos últimas citas: Brasil 2014 y Rusia 2018.

gabriel@abc.com.py • Fotos ABC Color/Arcenio Acuña/Diego Peralbo/Roberto Zarza.

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