La otra selección de Alemania

Ganar por cuarta vez la Copa del Mundo de Fútbol no es poca cosa, por lo que esto acreditaba un festejo fuera de lo común. Además de ser campeona del mundo, Alemania guardaba otra selección: la de las atractivas esposas y novias de los jugadores, que irrumpieron en el Maracaná hace una semana.

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El tamaño de la conquista acreditaba el derecho a un festejo fuera de lo común. Los futbolistas de la selección de Alemania lo tuvieron con sus novias, esposas e hijos sobre el césped del estadio histórico Maracaná de Río de Janeiro, inmediatamente después de derrotar 1-0 a Argentina, al cabo de dos horas de intensa lucha. Esa posibilidad no figuraba en ningún rincón del estricto manual de procedimientos, pero la FIFA permitió. Resultó llamativo, tierno y singular.

Un día de campo en familia o con los afectos más cercanos constituye uno de los momentos de esparcimiento más tradicionales y difundidos en el mundo, pero pocos privilegiados tienen la posibilidad de hacerlo sobre el impecable césped del más famoso escenario deportivo del mundo, como sin duda es el estadio Maracaná de Río de Janeiro.

Una semana atrás, Alemania lograba allí, a los pies del Cristo Redentor, su cuarto título mundial de fútbol, lo que dio paso a la singular celebración, que no fue ocurrencia de nadie, porque ya estuvo en la idea de los futbolistas germanos, que habían solicitado previamente la posibilidad de acercar al campo de juego a un familiar o allegado en caso de que fuesen campeones pedido que recibió el visto bueno de la organización de la FIFA.

Pero a la hora de la verdad, con la euforia como motor y la garantía de que, tratándose de alemanes, no habría peligro de violaciones extremas a las normas de conducta y comportamiento dentro del acto protocolar de la entrega de la copa al campeón y las medallas a los finalistas, las compuertas de los celosos padrones FIFA se abrieron para familias enteras de los futbolistas.

El resultado fue magnífico. Imágenes que el protocolo de entrega de premios en los grandes eventos no suele ofrecer. Padres corriendo detrás de sus hijos, estos alzados en brazos por sus “tíos”, además de besos y abrazos de consolidadas parejas y otras en vías de serlo, frente a la voracidad de hechos singulares de los reporteros gráficos, a quienes no se les escapó ningún detalle de esos minutos de gloria compartidos con los seres queridos que pudieron disfrutar los héroes de Brasil.

Y qué cosa curiosa. Mientras los hinchas argentinos —mayoría en el estadio en la oportunidad—, en medio del dolor de no haber podido llegar al tricampeonato mundial, guardaban un respetuoso silencio, los “torcedores” brasileños, pese a haber sido víctimas de la peor humillación deportiva de su historia pocos días antes ante esa misma selección alemana que festejaba en su mayor templo futbolístico, aplaudían y acompañaban la celebración.

Claro, haber evitado que Argentina diera una vuelta olímpica en pleno estadio Maracaná constituía para los brasileños suficiente motivo para indultar de inmediato a los atrevidos alemanes, por lo que se  plegaron a la fiesta y le dieron mayor colorido y emoción aun a la misma.

El ambiente casi casero para los campeones no reparó casi en hechos que para el resto sí constituyeron llamativos y hasta insultantes. Al lado del mejor portero de la Copa del Mundo, Manuel Neuer, quien alzaba con legitimidad los Guantes de Oro, el argentino Lionel Messi aceptaba casi sin poder de reacción el testimonio reservado para el mejor futbolista del torneo: el Balón de Oro. Nadie entendía la presencia del capitán argentino en el palco del Maracaná para recibir un premio que es capaz de ganar, sin duda, pero que en esta ocasión sus méritos no llegaron a los niveles requeridos para semejante distinción.

Tal vez, confundido por lo inesperado, Messi haya incurrido en saludos con visible descortesía a dos jefas de Estado (Dilma y Merkel) y la plana mayor del fútbol mundial antes de recoger el galardón y bajar lo antes que pudo al campo de juego para entregárselo a un auxiliar de la delegación argentina.

Premio consuelo, presión de un auspiciante, error de apreciación de los expertos de FIFA son solo algunas de las conjeturas que se realizaron, hasta que el propio presidente del organismo rector del fútbol, el suizo Joseph Blatter, confesó su sorpresa ante esta designación, que surge de las entrañas de la entidad que preside, la misma que en el equipo ideal del torneo ¡no incluyó a Messi! ¿Cómo entenderlo? Es urgente que los expertos reclutados por la FIFA revisen sus procedimientos para no exponer a la entidad a nuevos ridículos.

Alemania fue el campeón más legítimo que se recuerde en mucho tiempo. ¿Cuál hubiera sido el problema para que se quedase con todos los premios, exceptuando el del goleador (lo fue el colombiano James Rodríguez, con seis anotaciones) o el más destacado sub-21 (distinción para el francés Paul Pogba; Alemania no puso en escena a jugadores de esa edad)?

El capitán Philipp Lahm o el volante Toni Kroos hubieran sido dignos destinatarios del premio, que fue a parar a la AFA.

Pero como Alemania estaba de picnic, esto pasó a ser solo una anécdota, como también la respuesta que en dialecto bávaro le dio Thomas Müller a una periodista colombiana cuando le consultó acerca del destino del Balón de Oro, confiado en que esta no iba a comprender nunca su significado. Pero con la tenacidad propia de los periodistas de raza, esta descifró el acertijo y se quedó estupefacta. “Se lo pueden pasar por el c...”, dijo la estrella germana, para que no todo sea tan perfecto, como estilan los alemanes, en la celebración del tetra.

gabriel@abc.com.py 

Fotos EFE/AFP.

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