Los avatares de la Casa de la Independencia

Construida hacía 1772, la casona perteneciente a los hermanos Martínez Sáenz cobijó muda y cómplice las voces libertarias de los patriotas. Sus paredes centenarias guardan secretos indescifrables de la conspiración independentista que liberó al Paraguay del dominio español, entre el 14 y 15 de mayo de 1811. Y, desde su denominación como Casa de la Independencia, este emblemático edificio capitalino fue testigo de inolvidables episodios cívicos, marchas y revoluciones. También de sus propias mutilaciones. Pero sobrevivió para enaltecer su irrenunciable y custodiada paraguayidad.

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La conservación de los bienes históricos no es precisamente una de las virtudes que caracterizan a los paraguayos. Y esa falta de apego a los recuerdos permitió la demolición de tantos edificios de valor patrimonial. Quedan pocos ejemplos arquitectónicos de la Asunción colonial. Y los que perduran han sido reformados o mutilados. Es el caso de la Casa de la Independencia que, en cierto modo, mantiene su estructura original, pero ha experimentado una serie de cambios.

Se cree que sufrió el primer recorte cuando el doctor José Gaspar Rodríguez de Francia ordenó el cuadriculado de las calles capitalinas, en las primeras décadas de 1800. Entonces habría perdido la galería frontal. Ya a mediados del siglo XX su propia existencia corrió peligro. Sí, estuvo a punto de ser demolida. Toda la edificación contigua, sobre la calle Presidente Franco fue convertida en escombros. Y, como se puede apreciar en la documentación fotográfica, el alero del techo que estaba sostenido por ménsulas, ya no existe. También se observa que parte de las paredes de adobe cayó bajo los picos.

La oportuna intervención del señor Juan Bautista Gill Aguinaga, que elevó su voz de protesta ante las autoridades nacionales, logró salvarla. Hoy, a pesar de los avatares del tiempo y la acción inconsciente del hombre, la casa sigue en pie. Y en pocos años más será centro de los festejos del bicentenario de independencia del Paraguay. Ahora, en vísperas de un nuevo aniversario de libertad patria es propicia una reflexión acerca de la importancia de conservar los hitos referenciales para permitir a las nuevas generaciones conocer su pasado para fortalecer su identidad y a partir de ahí proyectarse al futuro.

Aquí, aspectos históricos de la emblemática casona que se halla convertida en museo nacional. La llamada Casa de la Independencia pertenecía a don Antonio Martínez Sáenz y a su esposa, doña Petrona Caballero Bazán.

Según la escritura obrante en el Registro de la Propiedad, el inmueble adquirido por don Antonio Martínez Sáenz constaba de: “Un lance de casa y otro medio de sitio por permuta que hizo don Juan José Sánchez, el 22 de octubre de 1772; un lance por compra a doña María Josefa Sánchez y a doña María Ana Martínez, el 6 de julio de 1778; y de cuatro varas de frente por merced que le hizo a nombre del Rey, don Pedro Melo de Portugal, el 22 de diciembre de 1778.

Se le dio posesión y fue amojonado el 1 de febrero de 1779, resultando diez y ocho y tres cuartas varas de frente sobre la calle del Norte, su costado Este de cuarenta y siete y cuarta varas sobre otra calle; su contra frente al Sud, sobre un callejón de diez y siete y tres cuartas varas, y su contracostado al Oeste que linda con derechos de don Mariano Bedoya, de cuarenta y tres y dos tercios varas”.

La céntrica casa, construida en 1772, fue luego heredada por los hermanos Pedro Pablo y Sebastián Antonio Martínez Sáenz. En sus salones se reunían los patriotas para organizar la conspiración independentista de la corona española. Y fue en la noche del 14 y madrugada del 15 de mayo de 1811, que Pedro Juan Caballero, Vicente Ignacio Iturbe, Fulgencio Yegros, Mauricio José Troche, José Gaspar Rodríguez de Francia, presbítero José Agustín Molas, presbítero Francisco Javier Bogarín, Fernando de la Mora, y otros próceres dieron la independencia al Paraguay..

Posteriormente, el 25 de enero de 1821, “Pedro Pablo vende su parte a su hermano Sebastián Antonio. A la muerte de este, queda como heredera doña Nicolasa Marín, esposa del fallecido dueño. Más tarde la posesión de la casa queda a manos de doña María Virginia”, según consta en una providencia de fecha 6 de diciembre de 1872, firmada por el señor Juez de Primera Instancia en lo Civil, don Juan Silvano Godoy.

Ya en 1943, la casa fue adquirida por el Estado paraguayo. Después del intento de demolición, ocurrido en julio de 1960, comenzaron los trabajos de restauración y por Decreto N° 15689 del 2 de mayo de 1961 fue declarada Monumento Nacional.

Museo nacional

En 1961 se creó la Comisión Nacional de la Casa de la Independencia, bajo la dirección de don Carlos Alberto Pusineri Scala. La entidad tenía por objetivo el cuidado y la conservación de la antigua edificación convertida en Museo. En febrero de 2003, el mecenas Nicolás Darío Latourrette Bo, por iniciativa y medios propios restaura todo el acervo museográfico y posteriormente firma un acuerdo de protección y patrocinio para la conservación del inmueble y su acervo histórico.

En sus amplios salones, la Casa de la Independencia atesora importantes documentos de la época, un escritorio que perteneció a Fernando de la Mora, un cuadro al óleo de Jaime Bestard que representa la intimación al gobernador español Bernardo de Velazco. Además, tallas religiosas jesuíticas y franciscanas, muebles franceses del siglo XIX, retratos de los próceres y objetos de uso cotidiano.
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