Complejo escenario económico internacional

El panorama económico internacional continúa complejo. Las proyecciones sobre el crecimiento de la economía mundial fueron revisadas para abajo por lo menos dos veces este año y, mirando hacia el futuro, las perspectivas siguen inciertas.

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Por un lado, la economía norteamericana, a pesar de las grandes inyecciones de recursos por parte del Tesoro y el Banco Central con una tasa de interés del 0 %, apenas ha podido mantener un crecimiento del PIB cercano al 2 % anual, insuficiente para reducir la tasa de desempleo, que sigue por encima del 8 %. 

El problema a futuro es que la deuda pública ha superado el umbral del 100 % del PIB y deben eliminar los estímulos fiscales para reducir el déficit y la deuda. Este ajuste empezará luego de las elecciones y durará por lo menos cinco años. Un ajuste fiscal tiene efectos recesivos en el corto plazo y, si el consumo no reacciona a los estímulos monetarios, la única opción para seguir creciendo sería en base a mayores exportaciones hacia los mercados emergentes. De otra manera, el mejor escenario es un crecimiento moderado por un período aún prolongado. 

Por el lado europeo, la situación es aún más difícil. La situación fiscal ha colapsado en los países periféricos y la dificultad para crear mecanismos de rescate efectivos dentro de la Unión Europea ha generado una importante fuga de capitales. La última decisión tomada por el Banco Central de Europa de comprar ilimitadamente deuda pública de los países periféricos ha alejado las probabilidades de una crisis financiera. Esto mejora las perspectivas, por lo menos a corto plazo. 

Sin embargo, la situación fiscal seguirá complicada. Francia, España, Italia, Grecia, Portugal e Irlanda están en procesos de ajuste para eliminar el déficit fiscal, que durarán unos tres a cinco años. Esto tiene efectos recesivos en la economía europea y el consumo privado seguirá resentido porque las familias están reduciendo sus niveles de endeudamiento. Por lo tanto, el mejor escenario para Europa es un bajo crecimiento por un período aún prolongado.

Ante este panorama, los países emergentes deben modificar sus estrategias de desarrollo. El primero en reconocer esta realidad es China, cuyo Gobierno está buscando cambiar su modelo de desarrollo de la exportación hacia el consumo interno. Pero estos cambios requieren tiempo. Como primeras medidas han decidido incrementar la inversión en infraestructura y han reducido las tasas de interés. Es necesario complementar con cambios en las políticas salariales y  reformas orientadas a profundizar la economía de mercado. Sin embargo, China tiene el potencial de seguir creciendo en este nuevo modelo, no a tasas del 10 % al 11 % anual como en el pasado, pero sí a 7 %.

Este escenario, a pesar de la dificultad de los países desarrollados, es auspicioso para nuestro país. Países asiáticos de gran población, con potencial de seguir creciendo, significan demanda creciente para los productos que nuestro país y nuestra región pueden producir de manera competitiva: los alimentos. Sin embargo, es urgente modificar nuestro modelo de producción/exportación y exportar alimentos procesados y no materias primas. Esta debe ser la prioridad de nuestra política de inserción internacional y de promoción de inversiones en los próximos años.

 

* Economista, exministro de Hacienda, miembro del Consejo Directivo de la Fundación Desarrollo en Democracia (Dende)

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