“Ahora me siento más libre”

“Normandía” es el nuevo disco con el que el arpista paraguayo Ismael Ledesma homenajea a la región francesa en la que vive. El músico y compositor habló con ABC Color sobre este trabajo que contiene once temas y que también significó para él mucho aprendizaje, ya que fue la primera vez que grabó de forma remota. Destacó además que este álbum fue su refugio en tiempos oscuros.

Ismael Ledesma reside en Francia, pero regresa habitualmente a Paraguay para compartir su música.
Ismael Ledesma reside en Francia, pero regresa habitualmente a Paraguay para compartir su música.Archivo, ABC Color

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Hace poco más de un año Ismael Ledesma arribaba al Paraguay, como está acostumbrado a hacerlo cada tanto, para presentar el disco “Arpa Pura”. Todo estaba listo para la velada que sería el 25 de marzo de 2020, pero el 11 del mismo mes se decretó la cuarentena total en el país para evitar la propagación del covid-19. Las fronteras se cerraron e Ismael se quedó sin poder volver y atravesando momentos emocionalmente difíciles por estar lejos de su familia y sin poder compartir con la gente su música.

“Me refugié en la creación”, aceptó Ismael, quien explicó que el proceso de soñar con un nuevo disco empezó justo en ese tiempo difícil en el que supo sostenerse en la música y en los amigos, aunque sea a distancia. “Caminando por Areguá” fue el primer tema que nació aquí en ese entonces, hasta que dos meses después consiguió que un vuelo humanitario lo lleve a Francia.

Comenzó a comunicarse con amigos músicos, siguió componiendo y ya pronto tenía más temas. Pero Ismael se preguntaba cómo podría hacer un disco sin reunirse físicamente con la gente. Sus amigos le explicaron y empezó a trabajar “online” por primera vez. “Yo siempre trabajé de manera primitiva, digamos, porque soy un arpista folklórico, músico autodidacta, y no entendía mucho la tecnología. Compré un aparatito para grabar en buenas condiciones y funcionó, porque empecé luego a introducirme más en el tema y aprendí muchas cosas”, reconoció Ismael, quien empezó así un intercambio ideas musicales con artistas en distintos puntos del mundo.

“Cambió totalmente mi manera de componer”, reconoció el artista sobre la nueva perspectiva que le dio esta metodología que muchos músicos se vieron obligados a abordar por el encierro. “Antes yo componía hasta en la cocina, o estando con mi esposa; yo nunca me introduje en un solo espacio a trabajar solo. Siempre estaba con mi arpa y componía en cualquier lugar”, reconoció, por lo que algo nuevo para él fue el hecho de aislarse en un pequeño estudio que creó en su casa, “cosa que yo nunca hice, no era mi manera de trabajar”, recalcó.

Las ideas fluyeron y así vino un tema como “Alabanza”, que “es como una plegaria para el mundo”, o “Arpa caliente”, con el que busca transmitir alegría en un momento en el que todos están tristes. “Luego me ponía nostálgico y compuse “Melancolía”, pensando siempre en nuestro país en mi época de colegio, cuando salía y luego realizábamos esas fiestas para recaudar dinero para nuestra colación”, rememoró entre risas. “Soñando con Gibraltar” derivó de las imágenes que tuvo gracias al relato de su hija Lena, quien cruzó el Atlántico en barco con su novio y pasó por el Estrecho de Gibraltar. “Siempre me dicen que mi arpa es medio cósmica, universal, y pensé en “Arpa galáctica”, y así venían las ideas hasta que compuse once temas”, señaló.

“Durante toda mi carrera y mis discos he expresado mi propia historia. No es fácil expresar musicalmente porque la gente está más acostumbrada a los textos, pero me tomé el riesgo de contar mi propia vida de manera musical y todo lo que he compuesto tiene su sentido, significa siempre algo”, apuntó el artista.

Alianzas y contención

Pero este disco no es un trabajo solo de Ismael, ya que colaboran artistas de todo el mundo como los paraguayos Paula Rodríguez, Mario Rodríguez, Oswal González y los hermanos Celso y Rodrigo Duarte, como también Clovis Gehin, Jean Louis Cortes, In Tissar Maatig (Francia), Toups Bebey (Costa de Marfil) y, Ricardo Delgado (Perú).

“Como todo ser humano uno desea siempre ser querido y apreciado, y yo siempre supe que ellos me apreciaban, entonces me dirigí a ellos”, comentó Ismael. “Con Oswal tengo una conexión muy importante, muy fluida y amistosa. Con Paula Rodríguez la conexión es total, nuestro lenguaje es la música. Con Ricardo Delgado, que es mi amigo peruano que vive en París me siento bien también, y mi arreglista de hace tanto tiempo Jean Louis Cortes siempre estuvo presente”, pronunció sobre algunos de sus aliados musicales. “Me gusta tocar solamente con la gente con la que me siento bien, por eso digo que me gusta estar con la gente que realmente tiene humanidad y profesionalidad”, agregó.

Asimismo, enfatizó que una de las cosas que más orgullo le dio fue el hecho de trabajar con su primo Mario, quien aportó lo suyo desde los Estados Unidos, donde reside y se dedica al jazz. “Crecimos juntos y siempre lo admiré por su gran musicalidad y sus conocimientos”, precisó Ismael acerca de su relación con Mario y con quien hicieron el tema que da nombre al disco.

Expresó sentirse feliz por trabajar con gente “talentosa de Paraguay” y gente con quien trabaja en Francia, y sobre todo subrayó que todos le dieron “su apoyo total”. “El resultado es para mí muy significativo y me siento bien porque logré algo que no sabía hacer, como trabajar online por ejemplo”, dijo.

Homenaje a Normandía

Ismael vive en una región llamada Normandía, y morar allí es “como un sueño realizado” para él, quien en su infancia veía dibujos animados como “Heidi” y se imaginaba conocer esos paisajes. “En mi mente siempre me dije ‘quisiera vivir en un lugar así’ y me mudé aquí hace 17 años. Puedo decir que estoy feliz porque tengo ese paisaje, me gusta caminar, andar en bicicleta, me gusta la naturaleza, tengo la suerte de tener por lo menos un patio. Trato de vivir como viví yo en Paraguay con un patio un poquito rodeado de verde, entonces el disco es para esta región como agradeciendo que me hayan recibido”, detalló.

En ese sentido, Ledesma reconoció todo lo que ganó gracias al arpa paraguaya, que le llevó por el mundo. Desde la primera vez que se calzó un arpa al hombro a sus 5 años de edad, hasta ahora Ismael no paró y tampoco tiene planes de parar. Recordó a sus padres Raimundo Ledesma (arpa) y Luisa Ysabel Lucena (guitarra y voz) del dúo Madrigal, quienes fueron sus primeros maestros. “Yo ponía mi oreja en la caja de resonancia del arpa”, rememoró, para contar que ese hecho hizo que su padre notara su interés por el arpa. Ya a los 6 años dio su primera presentación en su escuela.

“Yo estaba atraído por la música, totalmente compenetrado”, afirmó. Pero dijo que si bien el método de enseñanza de su padre “era un poco duro”, pudo aprender rápido. “Fue duro, no es un lindo recuerdo, pero meses después yo ya sabía tocar el arpa. Ahora lo cuento de forma anecdótica, pero no solo yo viví eso sino mucha gente”, expresó. “Luego me convertí en autodidacta porque escuchaba mucho la radio, mi madre me mostraba cosas, cantaba, entonces yo asimilaba lo que ella me enseñaba. Luego hubo un arpista que se interesó en mí llamado Víctor Noguera, y ellos son los que más me aportaron a esa edad”, profundizó.

Si bien Ismael vienen de un ambiente puramente folklórico, algo de lo que está orgulloso, pronto tuvo también la inquietud de transitar otros caminos sonoros en búsqueda de su propio lenguaje y uno más moderno, en el que las influencias de otros estilos fueron algo clave. “Yo tenía ya el potencial de creación cuando era niño pero no tenía la oportunidad de expresarme. Cuando llegué a Francia se me abrieron las puertas porque me sentí sin presión moral, ni familiar, ni cultural, digamos”, observó.

Su ida a Francia se debió a su tío Kike Lucena, a quien él considera su “segundo padre”. Al llegar allá “fue como volver a nacer, porque aquí descubrí cosas nuevas, músicas que no se escuchaban en nuestro país, influencias de la música española, flamenca, música del new age; descubrí a un arpista que se llama Andreas Vollenweider en 1984, que me abrió la mente porque él también revolucionó el arpa clásica creando su propio sonido, entonces fue gracias a él que dije ‘yo también puedo crear mi propio sonido’ y a partir de ahí yo tomé el riesgo de apostar a mi propia carrera”, puntualizó.

Más allá de las fronteras

Para Ismael el abrir la mente para aprender es algo importante, y siente que Paraguay esté “un poquitito achacado por músicas no muy ricas”. Lamentó que en el país se escucha mucha música foránea sin buscar encontrar un sonido más propio. “Lo que se escucha allá es música de los países vecinos y sobre todo música americana. Hasta hoy todavía la gente vive de manera retro y eso no va a poder hacer avanzar a los músicos. Pueden tocar bien esa música pero deben darse cuenta que eso pasó hace mucho y que hay que crear cosas nuevas”, expresó. Sin embargo, afirmó que “hay muchísima gente talentosa en nuestro país, hay grupos buenísimos que están tratando, solamente que deben hacer más música y no tanto ruido”, adujo.

Esto, según Ledesma, se debe a que nuestro país “está cerrado y fanatizado” por más que se hable mucho de “democracia”. “Yo no quiero chocar con nadie pero se nota el fanatismo que existe en nuestra gente. No en todos, lógicamente, pero es algo que atrasa a nuestra cultura y a nuestra gente. Soy paraguayo y sé cómo somos: solidarios, emotivos, pero no somos a veces racionales, y ese es el gran problema. En nuestro país todavía nos dejamos llevar por los partidos políticos, los clubes de fútbol, entonces se crean enemigos y somos enemigos a veces por fanatismo, y eso es lo que me da mucha pena”, planteó.

En cuanto a lo musical, personalmente él dijo haber recibido al principio “mucha indiferencia” aquí. Cree que hasta hoy hay gente en el ámbito del folklore que no lo acepta. “Seguro respetan mi trayectoria, pero yo no traicioné a nadie porque yo vengo del folklore, de la tradición, soy autodidacta, como los músicos folklóricos, pero lo único que yo hice fue apostar a mis propias ideas, y parece que en Paraguay tampoco tenemos derecho de abrirnos, derecho a crear. Son cositas que son dolorosas que hacen parte de mi vida, pero no le tengo rencor a nadie, pero es así la presión cultural que uno tiene al ser paraguayo”, consideró.

“Ahora me siento más libre”, reconoció el artista, quien indicó sentir antes como una “necesidad de justificarme siempre ante mi pueblo”. “Por ejemplo el disco anterior llamado “Arpa Pura” fue “completamente arpa tradicional; es como justificarme ante mi pueblo, y creo que lo hice bien porque luego me sentí libre y para ir a otros géneros musicales porque en este disco (Normandía) hay tendencia rock, jazz, flamenca, me estoy expresando de manera más libre y eso es algo que he logrado ahora en mi vejez”.

El camino de exponer sus propias ideas es uno “difícil”, pronunció, no obstante dijo que ahora ya se deja llevar solo por su instinto. “Sigo ese camino sin negar mi país, mi cultura, porque ahí quiero volver. Yo quiero terminar mi carrera acá dentro de unos años y volveré a mi país, porque quiero vivir lo que yo conozco, en mi propia tierra. Aquí soy un extranjero; logré tener una carrera pero mi tierra siempre me llama y cuando voy soy el hombre más feliz del mundo, entonces quisiera terminar mi vida en mi país”, cerró.

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