El padre en su rol, idealmente

Ser papá es para los hombres el desafío más comprometedor de la vida familiar y el que pone a prueba, más que su preparación intelectual, fuerza física o habilidades, su inteligencia afectiva para estar presente, dar seguridad y protección a los hijos es la fórmula que no falla.

Padre
Las relaciones padre e hijo son difíciles. Cada padre es único, a veces cumplirá las expectativas de su rol lo mejor que pueda, otras no.

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Los tiempos siempre cambian, hoy a un ritmo vertiginoso. ¿Qué es, sin embargo, lo que no ha cambiado ni cambiará en la paternidad? “Las épocas pueden cambiar, y con ello hay muchas necesidades que van cambiando con los niños, pero hay algo que no cambia: los niños y las niñas necesitan crecer bajo la protección de un adulto que los críe con apego seguro y con límites sanos, de forma sostenida y predecible”, dice la psicóloga Josie Vuckovich

-¿Qué características tiene el rol masculino, o sea paterno?

El rol es ser un cuidador empático, firme, predecible, cercano, y no se divide por género. No es el hombre “firme”, por ser hombre y la mujer “tierna”, por ser mujer. Hay distintos modelos de familia, y lo ideal es que cualquier persona cumpla el rol de cuidador principal de un niño (mamá, papá, abuelo, etc).

Si los cuidadores son mamá y papá, cada uno será un cuidador con su estilo e impronta, y deberán ser guías y sostén para su hijo. Ahora, si hablamos específicamente del rol del papá, idealmente es ser una figura de apego seguro para el niño, poner límites sanos y consistentes, enseñar con el ejemplo y transmitir seguridad afectiva.

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-¿Cuántos tipos de papá tenemos actualmente?, porque hay de distintas épocas, por lo tanto, de educación y tradición.

Si bien hay diferencias, claras, propias de las generaciones, yo veo las diferencias como distintos continuums. Imaginemos una escala de grises, del más oscuro al más claro hay muchas variedades entremedio.

Así también diría que los papás varían en algunas variables como:

Cuán presentes e involucrados están en la crianza de sus hijos.

Cuántos espacios ocupan en la vida de sus hijos (¿solo se ocupan en la casa o también ocupan espacio en la vida escolar, social, en el desarrollo moral, etc.?)

Cómo marcan límites: ¿Con castigos, gritos, palizas? ¿o sostienen límites con empatía, con opciones alternativas?

Todos los padres y cuidadores variamos en estas características. Variamos según la generación a la que pertenecemos, según cuál fue nuestra historia y aprendizajes. Cada padre es una combinación única dentro de una gran escala de colores. Cada padre está haciendo lo mejor que puede, y a la vez, lo puede hacer un poquito mejor.

¿Regalo para un “desconocido”?

-¿Por qué nos cuesta tanto saber qué regalarle a papá y, tras días de “reflexión”, acabamos en los clásicos pañuelos o medias?

Eso suena muy gracioso, ja ja. Es una buena pregunta para la que no tengo respuesta. Me juego a decir que culturalmente a los hombres no se les enseñó mucho a pensar emociones, preferencias y a pedir. Es común ir a una tienda de zapatos infantiles y ver que a las nenas se les pregunta cuál de los zapatos le gusta más, mientras a los nenes se les elige un zapato y se los manda a probárselo.

Los varones criados así, van a tener menos preferencias o gustos específicos, además de criarlos con una mentalidad de autosuficiencia y de evitación de la vulnerabilidad. Para expresar un gusto a mi familia y pedírselo, se requiere de dos habilidades, por un lado, saber lo que quiero, y por el otro, saber mostrar y expresar eso que quiero, ambas cosas requieren cierto grado de vulnerabilidad.

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-¿Cómo trabajar en nosotros, siendo hijos, el conocer mejor a nuestro papá? A veces recién cuando son ancianos permiten más acercamiento.

Muchas veces la vejez trae consigo mayor autoconocimiento y mayor apertura a la vulnerabilidad. Es decir, cuando los padres llegan a la vejez se vuelven no solo “más viejos”, sino más abiertos y más sensibles (no siempre es el caso). Cuando esto se da, es común ver un cambio en la relación, para bien.

No soy partidaria de forzar una cercanía que no se siente accesible, no comparto que todos los hijos debemos tratar de conocer y acercarnos a nuestros padres. Es una relación bidireccional. Ahora bien, si queremos hacerlo, lo mejor es compartir momentos de calidad y quizás preguntarles acerca de cómo fue su vida. Es muy difícil sentirnos conectados a alguien que no conocemos.

-¿Es malo que los hijos comparen a su padre con otros padres?

Es imposible no hacerlo. Parte de ser humanos y tener cerebros humanos, es que conocemos el mundo a través de relacionar estímulos. Aprendemos que A es mejor que B, que B es distinto que C, que E es opuesto a Z. Aprendemos que día es opuesto a noche, y que Pedro es mejor papá que Juan.

No tiene sentido pelear contra una experiencia que es muy humana. Lo que podemos hacer es usar esas comparaciones para aprender más de nosotros mismos: ¿Qué cosas valoro en un papá? ¿Qué aspectos de la relación con mi papá me duelen? ¿Qué hubiese querido que sea distinto? ¿Qué quiero hacer con esto?

El sufrimiento es menor cuando aprendemos a aceptar la vida como es. Acepto la vida como es aceptando lo que me tocó, pero también aceptando lo que eso me hace sentir y aceptando las comparaciones que inevitablemente mi mente va a hacer.

-Si el padre es un poco distante o muy serio, callado, ¿cómo acercarse siendo un niño o un adolescente?

Soy partidaria de que la relación entre padres e hijos es una relación asimétrica, donde el poder es asimétrico y, por ende, la responsabilidad. La responsabilidad de generar un vínculo cercano es de los padres, no de los hijos. No digo que sea fácil de lograr ni que nos salga, pero no podemos poner el peso de esa responsabilidad en los hijos.

Entonces, si un hijo adolescente quiere acercarse más a su padre y él es una persona callada, distante, puede expresar este deseo así mismo: “Papá quiero tener una relación más cercana con vos, pero me cuesta porque te siento un poco frío o distante”, también puede hacer pedidos directos: “Me gustaría pasar más tiempo juntos” o expresar lo que le gusta/ disgusta: “Me gusta cuando me decís que me querés o cuando sonreís. Me gustaría si lo podés hacer más”.

Hay que dejar claro que expresar esto no significa que el otro nos va a dar lo que pedimos, y a veces eso viene con más dolor. Está en cada niño saber si quiere o no expresar y pedir. Si hay otro adulto involucrado en la crianza (mamá o abuelo, por ej.) puede ayudar un poco con esto.

-Si no hubo cercanía en la niñez, ¿puede haberla de adultos?

Sí, claro. Los seres humanos aprendemos y cambiamos hasta el último día de vida. Las relaciones son bidireccionales, y cuando uno cambia es muy difícil que la relación no cambie (para bien y para mal). Hay muchos padres e hijos que se vuelven más cercanos en la adultez, porque comparten distintas experiencias, actividades, etc.

-Hay hijos que dicen que aman entrañablemente a sus papás, ¿cómo lo lograron?

Amar a alguien no es lo mismo que tener una relación sana o cercana con alguien. Creo que los padres que lograron una relación sana o cercana con su hijo/a es porque lograron una figura de apego seguro, o porque tuvieron suficientes momentos de conexión significativos que impactaron positivamente en el cerebro de ese niño.

No todos los niños tienen las mismas necesidades, con lo cual la relación no dependerá solamente de lo que el padre pudo dar, sino también de lo que ese niño o niña necesitaba recibir.

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-La relación del papá con los hijos, varón y mujer, ¿cómo tiene que ser? ¿hay que hacer diferencias (sanas)?

No, de hecho, no sería muy sano que hubiese diferencias preestablecidas por el hecho de ser hija o hijo.

Lo ideal es ser un padre sano, alguien que esté presente, que contiene emocionalmente, que establece y mantiene límites, que busca conocer y comprender a su hijo/a, que sabe ajustar sus expectativas a lo que ese niño puede dar, que intenta lo más posible dar libertad a sus hijos (dentro de un marco seguro), que les enseña a ser autónomos e independientes. Eso debería ser igual con la hija que con el hijo.

Ahora bien, surgirán afinidades y relaciones distintas con cada niño/a. Quizás el papá tienda a jugar el fútbol con su hijo Pepe y con su hija Sara porque ambos son deportistas, pero con su hijo Mario arma rompecabezas porque no le gusta el fútbol.

Hay hijos que requerirán de más límites, otros de más contención, pero no por ser hijo o hija sino por ser ESE hijo o ESA hija. Las diferencias se tienen que dar, y se deben dar, pero por las características del niño, no por su género.

-Cuando se llega a ser adulto, quizás ya padres o madres, ¿cuál es la mejor manera de recordar/estar con papá?

Cada caso es único y no quiero dejar recetas. Creo que lo que diría para cerrar es que cada persona está haciendo lo mejor que puede con el presente que tiene y con el pasado que tuvo.

Las relaciones humanas son difíciles. Lo que uno pueda dar como papá puede ser distinto a lo que su hijo necesita recibir, y eso traerá heridas. Como padres siempre podemos intentar reparar nuestros errores y acercarnos más a nuestros hijos, no hay edad límite para hacerlo.

Así también, como hijos adultos, saber que la crianza que tuvimos solo es una parte de nuestra historia. La otra parte es la autocrianza y lo que nosotros elegimos seguir agregando a nuestra historia.

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