Tradicional bendición “Urbi et Orbi” se cumplirá en una Roma confinada

NAVIDAD EN TIEMPOS DEL COVID-19Archivo, ABC Color

El papa Francisco celebrará una Navidad insólita y de puertas para dentro. La tradicional bendición “Urbi et Orbi”, mañana, se cumplirá en una Roma confinada. Estas fechas Jerusalén y Belén se muestran casi vacías.

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ROMA / JERUSALÉN (EFE, AFP). Las normativas anticontagio vigentes en toda Italia han hecho que ya desde hace meses se suspendieran las audiencias públicas y que las misas que oficia Francisco se celebrasen ante pocos fieles, generalmente religiosos y religiosas o residentes en la Ciudad del Vaticano.

La misa del Gallo oficiada por el Papa en la basílica vaticana, uno de los eventos católicos más importantes del año y que reunía a miles de personas; se celebrará las 19:30 de Roma (15:30, hora de Paraguay).

Aunque será una Navidad completamente diferente, el Papa ha pedido que estas medidas restrictivas debido a la pandemia sirvan, sin embargo, para que los católicos vuelvan a descubrir la verdadera celebración del nacimiento de Jesús..

“En este año de restricciones e inconveniencias pensemos en la Navidad de la Virgen María y San José: ¡no fue fácil! ¡Cuántas dificultades! Sin embargo, la fe, la esperanza y el amor los han guiado”, dijo Francisco.

Deseó que estas dificultades debido al coronavirus ayuden a “purificar un poco la manera de vivir la Navidad, de festejar, saliendo del consumismo, y que sean más religiosas, más auténticas y más verdaderas”.

Belén, casi vacía

El coronavirus y las restricciones marcan unas fiestas navideñas: los alrededores de la Basílica de la Natividad de Belén -donde según la tradición nació Jesucristo- están casi vacíos.

En la ciudad cisjordana, en estricto confinamiento desde el pasado domingo para frenar la rápida propagación del virus, destaca un paisaje de persianas bajas.

La pandemia relegó los lugares más sagrados del cristianismo a la pequeña comunidad cristiana local, que es en su mayoría ortodoxa y celebra la Navidad en enero.

La presencia que más se echa de menos es la de turistas y peregrinos de todo el mundo, que en esta época solían llenar templos, participaban en los tradicionales eventos religiosos y recorrían las calles de la Ciudad Vieja de Jerusalén, de Nazaret o del casco antiguo de Belén con fervor y curiosidad. Pero esta estampa no se ve desde hace meses: Israel -que también controla las fronteras de los territorios palestinos- veta el acceso de turistas desde marzo para detener la propagación del virus, algo que ha imposibilitado los viajes de peregrinos, y ha cerrado aún más sus accesos esta semana por temor a la variante del virus detectada en Gran Bretaña.

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